La gesta, señala, comenzó en 1808 tras la invasión napoleónica en España, que se presentó como una oportunidad para que las élites criollas intentaran conformar un autogobierno, en el marco de la monarquía española, aunque inició formalmente el 16 de septiembre de 1810, con el Grito de Dolores, proferido por el cura Miguel Hidalgo y Costilla, que marcó el punto de partida de la guerra por la independencia, con una duración de once años.
En México, indica Ávila Rueda, el proceso pasó “muy rápidamente” de ser un proyecto de élites criollas a un movimiento popular “muy desordenado” en principio, que dio pasó a la declaración de independencia, recogida en el discurso Sentimientos de la Nación, proclamado por el sacerdote y militar José María Morelos el 14 de septiembre de 1813 en el Congreso de Chilpancingo, que sienta las bases de la República Federal mexicana.
La versión liberal predomina
La guerra de independencia culminó el 27 de septiembre de 1821, con la entrada del Ejército Trigarante, conformado por realistas e insurgentes mexicanos dirigidos por Agustín de Iturbide, a la Ciudad de México, luego de que conservadores de la Iglesia Católica y del Ejército se sumaron al movimiento independentista a favor de una Constitución abierta e igualitaria, en retaliación al constitucionalismo español que limitaba el poder que hasta 1820 habían ostentado.
El historiador resalta que, en el caso mexicano, se comenzó a construir un relato lineal que marcaría las conmemoraciones patrias tras la Guerra de Reforma (1857-1861) entre liberales y conservadores, que con el apoyo del Imperio de Napoleón III buscaban imponer una monarquía en México.
Finalmente, explica, cuando los liberales ganaron la guerra civil y el presidente Benito Juárez regresó a la Ciudad de México, la versión conservadora, que reivindicaba la figura de Agustín de Iturbide y tenía como fechas importantes el 24 de febrero, cuando se proclamó el Plan de Iguala, y el 27 de septiembre, cuando finaliza la guerra de Independencia, terminó desacreditada, al ser vista como una versión “derrotada, extranjerizante y poco patriótica”.
“Esto permitió que la versión que terminara afianzándose fuera la de los liberales, que apunta a Miguel Hidalgo como padre de la Independencia y a José María Morelos como el continuador de una guerra que tenía como principal ingrediente la igualdad de todos los mexicanos (...) La versión conservadora, de Iturbide, se olvidó, esa no se enseñó en las escuelas y dejó de celebrarse”, señala Ávila Rueda, al resaltar que la fecha importante para los mexicanos es el 16 de septiembre, aunque las celebraciones comiencen la noche del 15 de septiembre.
México no ha cumplido los objetivos
Aunque México actualmente es una nación independiente, que elige a sus propias autoridades, el historiador e investigador considera que a 214 años del Grito de Independencia no ha logrado cumplir con todos los objetivos de la guerra de independencia, establecidos en el discurso Sentimientos de la Nación.
Entre las deudas pendientes, menciona, la falta de leyes “sabias y justas”, que “moderen la opulencia y mitiguen la indigencia”, seguridad sanitaria y la construcción de un Estado con instituciones sólidas, que garanticen a los ciudadanos “una serie de derechos que le permitan la convivencia”.
“En México, en particular, la construcción de esas instituciones ha sido muy defectuosa (...) Los grupos del crimen organizado son capaces de intervenir en los procesos electorales. En México, incluso el gobierno más conservador del Partido Acción Nacional, el neoliberal del Partido Revolucionario Institucional ni este gobierno, que se dice más de izquierda, ha conseguido establecer unas instituciones sólidas que puedan garantizarle a los mexicanos cosas tan elementales como el derecho a poder caminar sin sentir miedo de ser víctima del crimen o en el caso de las mujeres, de ser víctima de la violencia de género, de los feminicidios”, señala.
En este sentido, estima que el proceso de independencia estaría inacabado a dos siglos de su inicio. “El proceso de independencia, si lo entendemos como construcción de un Estado con instituciones sólidas, es un proceso inacabado todavía. Probablemente siempre sea inacabado porque seguramente la construcción de las instituciones será una construcción permanente. Es un proceso en el que todavía estamos y en el que se continuará”, apunta.
Un retroceso
México entra al ducentésimo décimo cuarto aniversario de su independencia en medio de la aprobación de una controversial reforma judicial, marcada por fuertes protestas, que, de acuerdo con el investigador de la UNAM, no resuelve los graves problemas de injusticias que vive la mayoría de los mexicanos.
Las cárceles llenas de “personas legalmente inocentes”, que no han sido declaradas culpables por un juez; ciudadanos cuyo único acercamiento con la justicia es con la policía, el Ministerio Público o las Fiscalías y más del 90% de los casos criminales sin resolver, son los principales problemas que se deberían atacar, señala Ávila Rueda.
“Eso no se resuelve ni con la reforma que propone el gobierno, pero tampoco se resuelve con la defensa del orden establecido anteriormente (...) Tienen buenos argumentos para oponerse, pero parece que ninguno está pensando en proponer una verdadera reforma que trate de resolver estos problemas que son mucho más graves y que vive la gente de manera cotidiana en el país”, resalta.
En paralelo, el Congreso aprobó recientemente la eliminación de siete entes autónomos, entre ellos, el Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información (INAI). Para el historiador, medidas como estas son “un retroceso con respecto a lo poco que se había ganado en los últimos años” y terminan dándole más poder al Ejecutivo.
“El trabajo del INAI deja mucho que desear su trabajo, sin embargo, la medida de desaparecer los órganos autónomos me parece terrible (...) Lo que hace falta es reformar estos órganos autónomos para que sean eficientes”, añade.
Bajo la sombra de AMLO
El 1 de agosto, Claudia Sheinbaum asume como la primera mujer presidenta de México con reto de negociar y conciliar intereses dentro del partido Morena, en el que convergen dirigentes de distintas vertientes.
Además, deberá hacer frente a la retroalimentación entre organizaciones criminales y grupos políticos, que llevan a México a ser un Estado que se sustenta en la violencia institucionalizada y la violencia criminal. “Ese es un gran reto que hay que resolver y me temo mucho que una sola persona no puede resolverlo, y que la presidencia de Claudia Sheinbaum no va a ser tan diferente que la presidencia de otros políticos”, precisa.
A Sheinbaum se le suma, además, el agregado de tratar de imponerse a la sombra de AMLO que, aunque ha dicho que se retirará, dejará a su hijo Andrés Manuel López Beltrán para que asuma una jefatura dentro del partido oficialista en aras de asegurar su continuidad.
“Desde el punto de vista de historia, hemos tenido ejemplos de presidentes que han sabido cortar con sus antecesores, aunque los antecesores fueran muy poderosos (...) Vamos a ver qué sucede en este caso”, finaliza.
@ebritop22