La elevada presencia de cubanos que hacen vida en Miami y el sur de la Florida tiene como antecedente la llegada de Fidel Castro al poder en la isla, en enero de 1959, a raíz de los cambios radicales que introdujo el dictador a través de un sistema totalitario que hoy tiene a esa nación insular sumida en una situación de extrema pobreza, aunque el régimen imperante quiera mostrar otra realidad.
Desde ese momento, millares de cubanos tomaron la decisión de marcharse del país de sus ancestros con rumbo principalmente hacia Estados Unidos. Algunos con la intención de preservar sus vidas y no terminar su existencia frente a un pelotón de fusilamiento, como bien lo registra la misma historia cubana, y otros para garantizarles un mejor futuro a sus hijos y nietos.
Después de sortear innumerables inconvenientes, la familia del opositor cubano Orlando Gutiérrez Boronat abandonó la isla caribeña en 1971, cuando quien hoy encabeza la organización Directorio Democrático Cubano, solo tenía seis años. Guetiérrez también es uno de los directivos de la Asamblea de la Resistencia Cubana, que reúne a un conglomerado de organizaciones opositoras, de la isla y el exilio y de la que se deriva la Comisión Justicia Cuba, que fiscaliza los delitos de lesa humanidad atribuidos al castrismo.
Con Gutiérrez hablamos sobre los esfuerzos del exilio por mantener la identidad del cubano lejos de su tierra. Una frase lacónica y contundente parece resumir la causa del éxito que ha tenido esta comunidad en la Capital del Sol y en la parte más sureña de los Estados Unidos: "Siempre hubo conciencia de que cubano ayuda a cubano".
La preservación
El doctor en filosofía y periodista, que sobresale por su lucha anticastrista desde diferentes escenarios nacionales e internacionales, considera que la "identidad cubana" se ha desarrollado en condiciones "muy difíciles" y que debido a los retos que ha tenido que asumir es "muy fuerte".
Desde el principio, dijo, entre la diáspora se promovió una "conciencia clara" que condujera a preservar la identidad cubana, basada en los "valores de la República y los valores martianos". En tal contexto, a los primeros grupos de cubanos que se afincaron fuera de su país les tocó la tarea, según Gutiérrez, de establecer los pilares para una "resistencia cultural que todavía se mantiene".
Uno de los vehículos utilizados para llevar a cabo ese cometido fue la educación. "Aquí se restablecieron escuelas privadas que fueron cerradas en Cuba, que contenían en su currículo mucha enseñanza sobre Cuba y su historia. Tenemos a los colegios de Belén, Baldor, Loyola, La Salle, Montessori, Champagnat, La Luz, La Progresiva y otros que se volvieron a abrir en Miami".
Por ese entonces, recordó, "la frase 'cubano ayuda a cubano' se repetía con insistencia" y agregó: "Si tenías que caminar un poco más lejos para comprar en una tienda cubana, tú lo hacías. Había toda una red de apoyo mutuo en la comunidad, que era muy fuerte, lo que también ayudó a consolidar nuestra identidad".
Otro factor que sirvió de aporte para lograr esa meta es lo que se conoce como tradición oral. De acuerdo con Gutiérrez, los "primeros cubanos" supieron "transmitirles" a sus hijos y familias "la causa de la libertad de Cuba" y "todos nuestros valores". Para Gutiérrez, "en ese nivel de solidaridad no había diferencias políticas, y por eso al principio del exilio había gente batistiana y otra que había estado con los rebeldes que se tomaron el poder".
"Yo me crie en lo que llamo una 'república invisible', un espacio espiritual de los cubanos en territorio estadounidense, en donde las grandes referencias tenían que ver con la cultura cubana y los valores de nuestra república", subrayó.
El rol de la Iglesia
A lo largo de la historia, la Iglesia ha jugado un rol importante en la solución de problemas de diferente índole. En el caso cubano, esta organización eclesiástica fue el "refugio de miles" de isleños en el principio de los años 1960 y en tiempos actuales su protagonismo se mantiene en vigor.
Gutiérrez tiene un "concepto elevado" de la tarea acometida por monseñor Agustín Román, quien tuvo a su cargo la construcción de la Ermita de la Caridad, en donde se encuentra una representación de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de los cubanos, que fue traída a Miami en 1961.
"De hecho, monseñor Román encabezó una iglesia cubana en el exilio que atendía a los cubanos y con él estuvieron muchos sacerdotes en la construcción de la Ermita de la Caridad, que se levantó quilo a quilo bajo su liderazgo que todos debemos reconocer", recalcó.