En la esquina del bar, un empleado toca algunos acordes en un piano que nadie se acuerda cuándo fue la última vez que lo afinaron. En la barra, un cantinero aburrido, con una camisa blanca empercudida y la pajarita de medio lado, juega Angry Bird en su teléfono móvil.
En una mesa descascarada, un dependiente con una estrujada libreta escolar apunta las reservaciones para cenas de Navidad y fin de año. “Sólo seis personas han reservado. Tenemos menús a base de carne de cerdo o pollo. Lo mismo usted puede pedir comida pa’ dos personas que pa’ doce”, aclara el mesero.
El Asia, en la Calzada Diez de Octubre esquina Patrocinio, en La Habana, no motiva a reservar una cena para el 24 o 31 de diciembre. El que una vez fuera un restaurante de lujo, ahora es una taberna de mala muerte.
En la acera de enfrente, mejor pinta tiene la pizzería El Encanto, que también hace reservaciones. “Los pedidos han estado flojo. Ofrecemos pavo, lechón asado y pollo. No llegan a veinte personas las que han reservado”, dice un dependiente.
Los precios son bastante asequibles. Platos de 30 a 40 pesos, menos de dos dólares, pero según Rolando, gay con el pelo teñido de rubio y silicona en sus labios, “la calidad deja mucho que desear. Nadie quiere cenar en Nochebuena alimentos elaborados como en la prisión. Quienes suelen reservar son ancianos que viven solos, tipos que duermen en la calle o gente que no tienen familiares o amigos donde pegar la gorra en estos días”.
Más ofertas
A cuatro cuadras de El Asia y El Encanto, se localizan cinco negocios gastronómicos privados con atractivas ofertas.
En la paladar de Julio ofrecen frijoles negros o colorados, congrí, masas fritas de cerdo, lechón a la púa, pescado al horno y pavo asado. También varios tipos de cerveza y jugos. “Por estos días abro toda la madrugada. Para Nochebuena me han pedido 60 raciones. Y puede que a última hora lleguen más pedidos”. Las raciones cuestan entre 60 y 100 pesos (de tres a cinco dólares).
En La Cueva han organizado sorteos y un show con un humorista. En La Fondita, de comida gourmet, el chef es un cocinero reconocido que trabajó en el hotel Nacional y debido a los bajos salarios, recaló en el sector privado. “Tengo noches de ganar 50 y 100 chavitos (cuc), [50 y 100 dólares], según las ventas. En las navidades y fin de año esto se llena”. Con un toque de pub londinense, La Fondita es más visitada por extranjeros que por cubanos, cuyo salario promedio es de 20 dólares mensuales. Una cena de cuatro personas, sin beber cerveza ni vino tinto, no baja de 60 cuc.
A paladares de calibre acude la emergente clase media cubana que ha prosperado regentando pequeños negocios particulares, los que reciben remesas, los que roban en centros de trabajo estatales o esa discreta casta de la burguesía verde olivo que se ha forrado de divisas saqueando el erario público.
¿Y el bolsillo?
De cualquier forma, al cubano de a pie le gusta celebrar la Navidad y esperar el nuevo año en familia. Josué, un artista plástico que pudo vender dos lienzos a buen precio decidió tirar la casa por la ventana. “Compré langosta y camarones a 3 cuc la libra. También un pez perro y dos bandas de cerdo. Y por supuesto, turrones, dulces, refrescos y confituras para los niños, cerveza Cristal y Heineken, sidra española, ron Santiago y una botella de Chivas Regal”.
Cuando usted le pregunta la cantidad de dinero qué gastó, Josué abre los ojos y sonriendo dice: “Secreto de Estado". Después confiesa que en total gastará unos 600 cuc. "Pero vale la pena. No es ostentación es que una vez en la vida uno debe celebrar las tradiciones por todo lo alto. Claro, si el bolsillo te lo permite”.
Precisamente el problema de Alberto y su esposa Margot es el dinero. Son jubilados y la chequera de los dos no llega a los 20 cuc. Forman parte de ese segmento amplio de ancianos que son los grandes perdedores de las tibias reformas económicas emprendidas por Raúl Castro.
Habaneros que comen poco y mal, con muchos carbohidratos y escasa proteína. La leche, el queso y el yogurt es un lujo para ellos. Siempre andan con una jaba al hombro, mientras deambulan por las calles, a ver qué pueden comprar a bajo precio.
La mayoría de las veces llegan con la jaba vacía y refunfuñando. “Un trozo de lomo de puerco, repleto de grasa, 45 pesos la libra y cuatro cebollitas, 13 pesos. En estas navidades comeremos arroz, frijoles negros y croquetas de las que venden en el mercado a cinco pesos el paquete. Si llega el pollo lo guardamos pa’l fin de año”, expresa José.
En la Cuba del siglo XXI han aumentado considerablemente las desigualdades. Una minoría que puede pagar una cena de fin año a 200 cuc frente a La Catedral, en la Habana Vieja, y una inmensa mayoría que se rasca la cabeza, pensando cómo consigue el dinero y puede preparar una cena decente en Navidad y otra en fin de año.
Al margen de su bolsillo, sean pobres o pudientes, los cubanos se desean mucha suerte para el año venidero. Y, pasada la medianoche, dan la vuelta a la manzana con una maleta, por si aparece un viaje en el horizonte. Nunca está de más tentar a la providencia.