martes 19  de  marzo 2024
LETRAS

Publican revelaciones de un exguardaespaldas de Fidel Castro y su familia

"(Fidel) siempre supo del hambre que pasaba su pueblo y de todos sus problemas, y no hizo nada efectivo para resolverlo", asegura Eduardo Martínez Rodríguez, uno de los exguardaespaldas del dictador y su familia
Por VERÓNICA EGUI BRITO

La vida de Fidel Castro y su familia ha sido uno de los secretos mejor guardados en Cuba. Su modo de vivir, su entorno y su dinámica política siempre estuvieron ocultos como secreto de Estado.

"(Fidel) siempre supo del hambre que pasaba su pueblo y de todos sus problemas, y no hizo nada efectivo para resolverlo mientras regalaba millones de dólares a naciones del tercer mundo", ha revelado recientemente Eduardo Martínez Rodríguez, alias e-Maro, en su libro Yo fui guardaespaldas de Fidel Castro y su familia, disponible para su lectura gratuita en Freeditorial.com/es.

“La mejor excusa para su estilo de vida siempre se la propiciaron los propios estadunidenses con el embargo. Con eso Castro justificaba todos los problemas económicos y las carencias, su mal manejo de la economía y sus altísimos gastos en defensa y propaganda socialista”, comentó el exescolta del dictador cubano que llevó las riendas del país con absolutismo por 50 años.

Martínez Rodríguez estuvo, durante 11 años (1980-1991), encargado de proteger la integridad de los familiares de la dictadura castrista. Las anécdotas de esa vivencia tan cercana al poder –contraria y distante de la vida de los cubanos– hicieron que e-Maro escribiera en primera persona ese relato.

Eduardo Martínez Rodríguez
Eduardo Martínez Rodríguez.
Eduardo Martínez Rodríguez.

Licenciado de Historia en la Universidad de La Habana y escritor independiente sin filiación política, muy conocido en círculos disidentes internos y represivos, pero desconocido por el gran público, responde a nuestras preguntas desde La Habana a través del correo electrónico.

–Su libro se basa fundamentalmente en la era en la que usted trabajó como guardaespaldas de Fidel y su familia, pero también hace análisis de años posteriores. ¿Por qué tardó tanto en publicarlo?

El libro original fue escrito durante mi trabajo como escolta. Posteriormente en los años 90 pasé el manuscrito a mi primera computadora, pero intenté no alterar nada, solo agregué algunos detalles que, me parecía, podrían ilustrar más al lector sobre lo sucedido entonces. Hubiera sido un suicidio intentar publicarlo antes. Ahora tuve la oportunidad de sacarlo satisfactoria y discretamente del país, así hoy está disponible para todo el planeta en Freeditorial sin que ninguno de los represores pueda hacer nada para evitarlo. Nadie supo nunca sobre este libro, ni siquiera mis colegas y amigos, pues de otra forma hubiese desaparecido el libro y probablemente su autor.

–¿Alguna vez pudo hablar directamente con Fidel?

Para nada. Los escoltas se suponen que sean invisibles, se identifican por nunca hablar o mirar al protegido. Para poder hablar con él se necesitaría un permiso del alto mando, o que su persona se dirija directamente hacia alguno de nosotros, cosa que nunca pasaba. Él solo se dirigía al jefe de la Escolta.

–La propaganda oficial ha mostrado a un Fidel combativo, diferente al que usted relata en su libro, en el que explica que él “nunca se había acercado a menos de 60 km de los lugares calientes (Playa Girón, Sierra Maestra). Nunca estuvo al frente de los combates, siempre dando órdenes desde posiciones seguras”. ¿Era un cobarde?

No creo que haya sido una persona cobarde, pero sí común. Nada especial como lo mitifican los medios e interesados en la imagen. Puso en peligro a su país sin el menor reparo, e incluso al planeta, como en la crisis (de los misiles) de octubre de 1962, por puro obstinamiento político y megalomanía. Nunca aceptaba críticas y no permitía que se levantara la más leve voz políticamente discordante en su entorno.

–La realidad sobre la opulencia del Gobierno, que usted describe en su libro, ¿era un secreto de Estado o los ciudadanos comunes tenían una idea sobre ello?

Su vida personal (la de Fidel), así como la de todos lo demás dirigentes de alto nivel, era un absoluto secreto de Estado, aludiendo a seguridad personal y familiar, y así se trataba. Recuerde que en Cuba todos los medios informativos son propiedad del Estado, no hay alternativas reales dentro de la isla. Los escoltas en aquel entonces gozábamos de privilegios y regalos materiales y nos considerábamos algo así como clase media alta. El pueblo escuchaba rumores sobre el acomodamiento de los políticos, pero jamás obtenía algo de realidad que confirmara los hechos. Los numerosos casos de corrupción de alto nivel casi nunca llegaban a la prensa que más bien los encubría. Aún lo siguen haciendo.

–¿Por qué no intentó irse del país o dejar el trabajo si rechazaba lo que veía?

En aquel momento yo era una víctima más del imperante sistema de propaganda oficial, un producto del sistema político, aunque ya comenzaba a tener mis opiniones que cuestionaban la reinante hipocresía en las alturas directivas. El trabajo me gustaba por lo aventurero y privilegiado. Yo era el secretario ideológico de un núcleo del Partido Comunista e impartía clases en los grupos de estudio a los demás. Nunca se me ocurrió salir del país. La Contrainteligencia no me lo hubiera permitido.

–La crítica que usted hace en su relato, ¿era un sentimiento común dentro del anillo de seguridad de Fidel?

Yo en ese tema estaba mucho más avanzado que mis colegas, en los que no predominaba la intelectualidad o el cuestionamiento de algo que se nos vendía como bueno, aunque muchos sí comentaban, aun a riesgo de generarse graves problemas, sobre la corrupción y la opulencia que notaban, así como sobre todos los problemas de desorden y relajo que llegaban hasta nuestros oídos o podíamos presenciar.

–Al final de su libro, usted relata que Fidel lo despidió. ¿Por qué?

Ese año se produjo en el Ministerio del Interior una purga al estilo estalinista, que dejó desempleados a más de 500 oficiales que fueron sustituidos por otros del Ejército mucho menos capacitados. Ya me había hecho notable por cuestionar órdenes y disposiciones. Fueron miles los afectados, al desmovilizarme también renuncié a la membresía del Partido Comunista de Cuba (partido oficialista y el único permitido en la isla).

–¿Qué hizo a partir de 1991 para ganarse la vida?

Laboré en una empresa de ómnibus urbanos en La Habana. Después, por gestión propia, y debido a que hablo varios idiomas, en especial el inglés, me contrataron desde 1993 para trabajar como guía de turistas hasta 2011. Desde esa fecha hasta el 2017 fui taxista independiente. Ahora sobrevivo apenas como mensajero de farmacia. No puedo optar a ninguna plaza mejor remunerada y mucho menos por cargos de jefatura al estar en la lista negra de la disidencia.

–¿Haber sido destituido le trajo problemas para reinsertarse en la vida civil?

Por supuesto. Nadie quiere a un “seguroso” (agente de seguridad) cerca de su puesto de trabajo porque siempre puede ser un informante. Mis empleos posteriores fueron gestiones propias, sin referir nunca dónde había laborado antes. Cuando te expulsan de un cuerpo militar existen muchas restricciones para ulteriores empleos, no te puedes mezclar con extranjeros, aunque paguen bien. Los mandos jamás ayudan a nadie a reencausar su vida hacia lo civil. No es su problema.

–¿Ha considerado formar parte, activamente, de la disidencia?

Conocí a muchos líderes y miembros de la resistencia con los cuales colaboré hasta el 2013 cuando las actividades decayeron, pero creo que mis diligencias literarias son de mayor alcance que si participara en la infantería de la resistencia. En Freeditorial tienen otros 23 libros de mi autoría publicados, algunos de ellos con decenas de miles de descargas gratuitas. Todos hablan sobre la situación de la Cuba de hoy, muchas novelas sobre la realidad cubana actual, ensayos y cuentos.

–¿Cómo ha hecho para sortear la censura literaria en La Habana?

A pesar de mis intentos, ninguna editorial –todas son propiedad del Gobierno– ha aceptado mis trabajos por razones obvias. Desde la llegada a la isla de internet comencé a exportar mis trabajos. Colaboro asiduamente con la revista Primavera Digital de Cuba y Cubanet, donde se publican varios de mis artículos semanales. Con la aparición de Freeditorial en 2016, presenté un libro en el concurso que se mantuvo en el número uno por las descargas, desde mediados de mayo hasta mediados de diciembre, casi ininterrumpidamente.

–¿Ha recibido algún “castigo” por plasmar en papel sus ideas?

Perdí mi lucrativo trabajo como guía de turistas en el 2011 por presiones de la contrainteligencia. Perdí a mi familia cuando mi esposa no pudo soportar más la presión del terror y me presentó el ultimátum: “tu familia o tu literatura, pero yo no iba a dejar de escribir jamás. Ella junto a nuestros hijos lograron escapar hacia Ecuador, donde residen. Los represores me han presionado repetidamente para que colabore con ellos, o deje de escribir, pero hace algún tiempo han dejado de molestarme.

–¿Ha temido que puedan atentar contra su vida por lo que escribe?

En esta isla, bajo este régimen, cualquier cosa puede suceder. No debemos olvidar los casos de apariciones súbitas de raras enfermedades letales o accidentes controversiales, como los de Laura Poyán, Oswaldo Payá Sardiñas y Darsi Ferrer, nadie está a salvo en ningún lugar de esta mafia veterana.

Al leer su libro es imposible extrapolar aspectos que han vivido los cubanos en seis décadas, a los que padecemos actualmente los venezolanos: escasez, cortes de electricidad, propaganda política. Si pudiera darles un consejo a los venezolanos, sobre cómo lidiar con regímenes autoritarios, ¿qué les diría?

No dejarse engañar por campañas populacheras y discursos altisonantes, en los que los actores despotrican y prometen mientras las cifras reales indican otra cosa. Solo tendrían que observar a los últimos 60 años en Cuba, donde solamente hemos logrado destruir a la nación cuando pudimos haber hecho algo positivo de ella. El sistema de los Castro, al que ahora (Nicolás) Maduro desea imitar, ha hecho huir a más de un tercio de la población, y no han escapado más porque no han podido.

–El llamado periodo especial (1991-1994) fue muy grave para los cubanos. ¿Cómo el petróleo venezolano ayudó a Cuba?

(Hugo) Chávez salvó la vida del régimen con la tubería de petrodólares (en 2008 se enviaba un aproximado de 115.000 barriles diarios) con el que se sustituyó al crudo que venía de la desaparecida URSS, pero nada mejoró en la mesa y la vida del cubano de a pie, más bien ha empeorado recientemente, mientras nadie conoce a dónde va a parar todo ese dinero que ingresa en las arcas del Estado, si es que al final llega al país.

–¿Cuál es la opinión de los cubanos sobre Chávez?

Chávez fue un militar que intentó llevar a su patria a la fuerza por el camino que a él le parecía mejor para su pueblo, un camino copiado del cubano, y nuestro ejemplo dista mucho de ser ejemplar. Maduro es más de lo mismo, otro gorila que se encarama en las tribunas a gritar y despotricar, mientras más alto habla, más comunista. Es tonto. Los cubanos no queremos más miserias y todos conocemos las causas. Ojalá Venezuela no caiga en el mismo error.

–A pesar de la censura, la era digital ha abierto oportunidades para los cubanos. Una prueba de ello es esta comunicación que estamos realizando. ¿Cree que el régimen cubano siga teniendo el control de la población? ¿Podría internet ayudar a generar un cambio político?

Mi caso es exactamente la prueba del potencial de internet para llevar la verdad al universo, para que los dictadores pierdan esa gran herramienta que es el control de la información para manipular a las masas cautivas de sus medios informativos y propagandísticos. Trae la posibilidad de que una sola persona desde su rincón en el planeta pueda desafiar a todo un monstruoso, irrespetuoso y cruel aparato de represión y conformación de la realidad sin que puedan hacer mucho para evitarlo. Internet es el futuro y la actualidad. Pronto será nuestra vía universal de comunicaciones totalmente libres.

–Miguel Díaz-Canel fue nombrado nuevo gobernante de Cuba, sin sorpresas, pero es el primero que no se apellida Castro en seis décadas. ¿Cree que pueda haber avances hacia una transición democrática bajo su gobierno?

El mejor ejemplo de que el Estado está cambiando (más bien se está desmoronando) es mi ejemplo. Años atrás no hubiera sobrevivido horas en la calle y se hubiera generado un gran escándalo por las revelaciones del libro. Hasta hoy, casi a un mes de la salida del libro, no me han molestado. Carlos Lage casi llega a ser nombrado presidente, hace tan solo unos años atrás. ¿Qué habría sucedido si tan solo la Contrainteligencia hubiera demorado un poco en descubrir su (supuesto) caso de corrupción, junto al ministro de Exteriores de entonces? Díaz-Canel no es de la estirpe de los Castro, ni se crió dentro de una concha dorada a donde no llega el vulgo. Estudió ingeniería en la Universidad Central y pasó hambre como todos, subió su camino a fuerza de cuidados e imágenes humildes como la de Lage. Habrá que ver cómo se comporta cuando deje de sentir el aliento de los Castro en su nuca. Hasta hoy es la única forma real de que esto comience a cambiar, pero para bien, no para atrás como de costumbre.

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