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@DesdeLaHabana
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LA HABANA - Desde el apartamento de Rudy, en el edificio de doce plantas del barrio de Peñas Altas, provincia Matanzas, en Cuba, a casi 100 kilómetros al este de La Habana, se divisa una vista panorámica de la base de combustible ubicada al otro lado de la bahía. Alrededor de las 7 de la noche del viernes 5 de agosto, recuerda Rudy, revisaba el WhatsApp en su celular, cuando escuchó una explosión aterradora.
“Estaba lloviendo y a ratos tronaba. Cuando me asomé al balcón vi una bola de fuego color naranja que salía de la Base de Supertanqueros. Lo primero que pensé fue en un atentando. Aún no había caído la noche. Los que viven en los pisos superiores del edificio comenzaron a filmar el fuego con la cámara de sus teléfonos móviles. Como en Peñas Altas viven personas que trabajan allí, los vecinos se les acercaban para conocer sus opiniones. Cada cual tenía su teoría. Unos decían que fue un rayo, otros que fue acto terrorista, pero la mayoría coincidía en que las causas del incendio fueron por negligencia y por no contar con una tecnología moderna de protección”, dice Rudy y añade:
“Antes del incendio, los apagones en Matanzas eran de seis a ocho horas diarias. Pero en los cinco días que ya llevamos del desastre, hubo una pausa con los apagones. Tal vez porque ‘la plana mayor’ del partido comunista se encuentra en la ciudad y en estos momentos se encuentran los focos de la prensa nacional e internacional. Además, han abastecido con pollo, aceite y salchichas los mercados donde los matanceros pueden comprar con la libreta y la calidad del pan racionado mejoró sustancialmente. Ya con el fuego controlado, supongo que regresarán los apagones de varias horas y el desabastecimiento”.
La explosión
Yadiel y varios amigos estaban en una pequeña playa artificial en la bahía cuando comenzó el incendio. “A este trozo de costa, que se le regó arena, le dicen la playa de los pobres. Viene la gente para escapar de los apagones y el aburrimiento. Es el pasatiempo de los que no pueden pagarse un hotel todo incluido en Varadero ni tomarse un mojito en un bar privado. Eran cerca de las siete de la noche estaba lloviendo a intervalos y a cada rato tronaba. Algunos tomaban ron, otros pescaban o se daban un chapuzón por el tremendo calor. Cuando se escuchó la explosión, todos salieron corriendo del agua. Parecía que había caído una bomba. Las llamas de fuego y una cortina de humo negro nublaron el cielo. Mi hermano y yo nos asustamos, estábamos asustados, creíamos que era un atentado, pues se sucedía una detonación tras otras", rememora y sigue contando:
"Nosotros vivimos en Pueblo Nuevo, una barriada donde la mitad de los jóvenes quieren emigrar. El sueño de un matancero es trabajar en Varadero y empatarse con una yuma que te saque de esta locura. No sé qué está pasando en Cuba, con los apagones diarios y un éxodo interminable. La mitad del equipo de pelota ha desertado, el campeón olímpico Andy Cruz, que es oriundo de Matanzas, también quiere irse. Y por si no bastara, explota un hotel en La Habana por fuga de gas y ahora se incendia la principal base de combustible del país. O hay un maleficio o estos tipos (los del gobierno) son unos incapaces”.
Los niños mártires
La abuela de Leo Alejandro Doval Pérez del Prado, un joven de 19 años que pasaba el Servicio Militar Obligatorio y falleció en el incendio, dijo en las redes sociales: “Mi niño no es un mártir, es una víctima del Servicio Militar”. El deceso de Leo Alejandro se conoció a través de publicaciones en Facebook, pues hasta el momento el régimen no ha publicado el nombre de las víctimas mortales. Según reportes de la prensa estatal, son 14 los desaparecidos a causa del siniestro.
Un rescatista con quince años de experiencia comentó a DIARIO LAS AMÉRICAS, "que, al contrario de un derrumbe o un terremoto, donde una persona puede sobrevivir varios días, en un incendio de esas características, debido a las elevadas temperaturas y gran toxicidad, los que se ven atrapados por el fuego fallecen de inmediato o a las pocas horas. Después de cinco días del siniestro, es imposible que hayan sobrevivido. Las autoridades están esperando encontrar los cuerpos para certificar sus muertes”.
La abuela de Leo Alejandro, egresado del preuniversitario de ciencias exactas, Carlos Marx, en Matanzas, expresó en su muro de Facebook que su nieto era “un niño que iba a entrar en su etapa juvenil truncada. Destrozados sus sueños y proyectos de vida. Soñaba con ser neurocirujano”. Su caso no es el único. Padres de otros adolescentes desaparecidos han culpado al régimen por la muerte de sus hijos.
Familiares de Fabián Naranjo Núñez, otro de los reclutas desaparecidos, preguntaron quién iba a asumir la responsabilidad de llevar a esos niños sin experiencia a una escena tan peligrosa. “¿Quién les ordenó que debían colocarse en la zona roja, donde serían alcanzado por las llamas si aumentaba la fuerza del incendio, como ocurrió? ¿Quién fue el que estaba poniendo en peligro la vida de niños, que sus padres desde casa creían sanos y salvos? Hoy no tienen una respuesta para darnos. Solo podemos esperar. Esperar a qué. Lo que esperábamos era que estuvieran sanos y salvos, cumpliendo su Servicio Militar Obligatorio. Y que al final de este período, verlos entrar a la casa con su etapa vencida. ¿Quién va a asumir la responsabilidad?”
Según un oficial del cuerpo de bomberos, “los reclutas del servicio militar por lo general son destinados a hacer guardia en la unidad, limpieza y mantenimiento de la técnica. Para participar en un incendio, y más de la envergadura del que sucedió en Matanzas, tienen que haber pasado cursos, entrenamientos y prácticas. Pero incluso, si eran bomberos bisoños, jamás debieron estar en la primera línea”.
Carne de cañón
Un ex oficial del MININT, asegura que “existen protocolos y procedimientos en las instituciones militares que no siempre se cumplen. Por ejemplo, para cuidar a los presos, a veces peligrosos, se utilizan reclutas que no están capacitados ni física ni mentalmente para lidiar con criminales. En el cuerpo de bomberos sucede lo mismo. Pasan adiestramientos exprés de baja calidad. Otra violación es utilizar a los reclutas sin preparación para patrullar las calles y enfrentar protestas ciudadanas”.
El incendio en la base de combustible de Matanzas, al igual que otros accidentes, siniestros y desastres ocurridos en Cuba en los últimos 63 años, dejan muchas interrogantes sin respuestas. Pablo, especialista en seguridad y protección contra incendios, expresa que más allá del tono triunfalista de la prensa, como si hubiéramos ganado el Clásico de béisbol, "lo más preocupante es que nadie nunca se hace una autocrítica, confiesa que hubo un error, que se equivocaron. Y mucho menos piden disculpas".
La destrucción
En opinión del especialista, son muchas las cosas graves y alarmantes que están en Cuba: "Entre incendios provocados y otros por negligencias y carencias de implementos y tecnologías, se está destruyendo una parte importante del patrimonio nacional. No se puede ser tan superficial y acusar de 'mercenario' a cualquiera que critique o juzgue el mal desempeño del gobierno y las instituciones que debieron velar por su seguridad. Lo menos que se le puede exigir a las autoridades es transparencia informativa y que hagan público los informes de esos incendios, principalmente el del Hotel Saratoga y el de Matanzas, cuando haya concluido. Un accidente no sucede por gusto. Siempre hay una causa. Los cubanos tenemos derechos a saber que pasó”.
La Base de Supertanqueros de Matanzas, la principal de Cuba, puede almacenar más de 300.000 metros cúbicos de diversos tipos de combustibles y fue modernizada en 2012 por especialistas de la firma española Aplicaciones Tecnológicas S.A. Se utilizó la cubierta conocida como domo geodésico, techos constituidos por estructuras ligeras de vigas y chapas de aluminios atornilladas. Su vida útil superaba los 25 años.
Qué ocurrió
El ingeniero Rafael Martínez Peláez, señalaba a la prensa oficial el 4 de septiembre de 2012 que los pararrayos de la base de combustible de Matanzas “son capaces de conducir a tierra y de forma segura la energía procedente de una descarga atmosférica”. Como valor añadido, explicaba Martínez Peláez, “el sistema dispone de un equipo de alta tecnología que garantiza la medición continúa del campo eléctrico-atmosférico. El ATSTROM, como se denomina por el fabricante, es capaz de monitorear todas las fases de las tormentas eléctricas atmosféricas y por tanto proteger el área de forma integral”
Si la Base de Supertanqueros de Matanzas contaba con una tecnología moderna contraincendios, productos químicos avanzados, el agua necesaria para sofocar un incendio y un eficaz sistema de pararrayos, ¿qué pasó entonces? Es una respuesta que esperan muchos cubanos.