jueves 28  de  marzo 2024
SALUD

El mal de la ceguera nocturna

Las personas con esta condición no sólo ven afectada su visión nocturna, si no que requieren algún tiempo para que sus ojos se adapten a los contrastes de luz
Por BELÉN GONZÁLEZ

La ceguera nocturna, también llamada ambliopía nocturna, es un de problema de la vista que está caracterizado por la dificultad para ver de noche o en ambientes poco iluminados. Puede ser una condición de nacimiento, resultado de una lesión ocular, o consecuencia de una desnutrición severa, especialmente por deficiencia de vitamina A.

Las personas con esta condición no sólo ven afectada su visión nocturna, si no que requieren algún tiempo para que sus ojos se adapten a los contrastes de luz, es decir, al pasar de zonas muy iluminadas a otras más oscuras, y viceversa. Generalmente, su visión también presenta ciertas anomalías, siendo más limitada de lo normal. Además puede causar problemas para conducir en la oscuridad, ver las estrellas en una noche clara o caminar por un cuarto oscuro.

Aunque este trastorno de la vista es mucho más común en hombres que en mujeres, según los datos suministrados por National Institutes of Health se trata de una poco común enfermedad, lo que significa que afecta a menos de 200.000 personas en los Estados Unidos.

Esta condición ocular, caracterizada por las alteraciones de la percepción luminosa, también se conoce como nictanopía, un término que deriva de las palabras griegas “nykt” que se traduce como noche, y “alaos” que quiere decir ceguera.

Variedad de causas

Entre las principales causas de la ceguera nocturna están la retinitis pigmentosa, que es una condición que se caracteriza por la degeneración progresiva en la estructura del ojo sensible a la luz, es decir, la retina, lo que hace que poco a poco vaya perdiendo las principales células que la forman.

Se trata de una condición genética de carácter progresivo, que afecta especialmente a los hombres de entre 25 y 50 años de edad, y se le considera la principal causa de ceguera de origen hereditario entre la población adulta.

En segundo lugar está la deficiencia de la vitamina A, también conocida como retinol, y cuya misión principal en el organismo es formar el pigmento visual llamado rodopsina indispensable para detectar cantidades muy pequeñas de luz.

Desde la época de Hipócrates se sabía que la alimentación estaba íntimamente ligada a los desórdenes oculares, de hecho, él indicaba el consumo de hígado para el tratamiento de la ceguera nocturna. Posteriormente, en el siglo XVII se confirmó que en todos los casos de desnutrición la nictalopía se hacía presente. Aunque no fue sino hasta el año 1916 Freise, Goldsmid y Funk relacionaron directamente esta condición con la deficiencia de vitamina A.

Pero además de las anteriormente mencionadas, existen otras causas de nictalopía: las cataratas, la enfermedad de Oguchi, el síndrome de Usher, la miopía patológica, las cataratas corticales periféricas, y las cirugías refractivas.

Luchando contra el enemigo

El síntoma fundamental de la ceguera nocturna es la dificultad para ver en la oscuridad, aunque en muchos casos se ha confirmado que la resequedad ocular también está presente entre quienes padecen este trastorno. Esta condición es diagnosticada por un especialista con base en los antecedentes médicos del paciente, el resultado de un examen ocular y los valores que arrojen una serie de análisis de sangre para medir los niveles de vitamina A y glucemia.

Ahora bien, la estrategia de tratamiento dependerá del origen. Cuando la ceguera nocturna causada por miopía, cataratas o una carencia de retinol, se prescriben lentes correctores; si se trata de un caso de nictalopía producto de cataratas, se sugiere extirparlas por medio de una intervención quirúrgica para reemplazar el cristalino por un lente artificial transparente.

Si el paciente tiene niveles bajos de vitamina A, lo recomendable será entonces la ingesta de suplementos vitamínicos. Pero si se trata de una anomalía genética, como en el caso de la retinitis pigmentosa, no existe ningún tratamiento. Sin embargo, esta condición puede mejorar, e incluso, controlarse siguiendo un régimen de alimentación adecuado con un alto contenido de vitaminas, antioxidantes y minerales.

Factores de riesgo

- La edad, considerando que las personas mayores son más propensas a tener cataratas

- La dieta, especialmente en aquellos casos en los que no se consumen suficientes fuentes de vitamina A, como verduras de hojas verdes, huevos y productos lácteos.

- Los trastornos que afectan la capacidad del cuerpo para absorber vitamina A, como ciertos problemas hepáticos, las cirugías en el páncreas o en el hígado y los padecimientos intestinales.

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