domingo 24  de  marzo 2024
SALUD

Medicare, evolución de un recurso médico imprescindible

Ampliar la cobertura a toda la población del país fue la meta que los legisladores plantearon en los años 1950, para evitar el paso lucrativo de la salud y garantizar el cuidado médico
Por JESÚS HERNÁNDEZ

MIAMI.- A diferencia de otros países desarrollados, en los que el cuidado de la salud pública es subvencionado por todos y abarca a toda la población, Medicare fue concebido inicialmente en 1956 para atender a familiares de miembros del Ejército.

Cinco años después, el saliente presidente Dwight D. Eisenhower (1953-1961) reconoció la necesidad de crear una red de salud pública que atendiera a las personas mayores y el Congreso de la nación adoptó el Social Security Act en 1965, para proveer la necesaria asistencia médica a personas de 65 años o más, independientemente de su historial médico.

Según recogen los archivos del Social Security Administration, alrededor del 60% de las personas mayores entonces contaban con seguro de salud, cuando las primas resultaban ser tres veces más caras para la tercera edad o la cobertura médica era negada para casos preexistentes.

Desde entonces, varias enmiendas han sido aplicadas a Medicare para mejorar o restringir los montos a pagar, que usualmente tienen unas cantidades exentas de pago, mejor conocidas por ‘deducibles’, que pueden variar cada cierto tiempo.

Además, la ley sobre el Medicare ha incorporado otros beneficios, como la atención a pacientes que reciben ciertas terapias o padecen determinadas enfermedades, sin importar la edad, así como la mediación de clínicas o empresas de cuidado médico HMO y el servicio de hospicio.

A, B, C y D

Hoy los servicios de Medicare, que son subvencionados por el Gobierno federal, están comprendidos en cuatro apartados que atienden diferentes asuntos de la salud.

Grosso modo, podemos decir que Medicare A se ocupa de la hospitalización, Medicare B apuesta por servicios y medicamentos, C que se ocupa de planes de salud y D que cubre el coste de los medicamentos que no son pagados por la parte B.

La mayoría de los portadores de Medicare A no paga ninguna mensualidad, pero la llamada parte B, que se ocupa de servicios y medicamentos, requiere un pago mensual que varía cada año y usualmente es substraído del pago de jubilación.

En los casos de personas con pocos recursos o cuyo estándar de vida está por debajo del nivel de pobreza calculado por el Gobierno federal, deben acudir a las autoridades para recibir asistencia suplementaria federal o estatal que les libre del pago mensual.

HMO

Aun cuando millones de personas de la tercera edad optan por someterse a los gastos que Medicare no paga, muchas otras se inclinan por los grupos de servicio médico HMO, que proveen atención médica preventiva y curativa, así como hospitalización y servicios generales por una tarifa fija anual que es saldada por el Social Security Administration.

De esta manera, la persona pasa de ser un paciente asegurado del Medicare A y B, o asegurado libre que acude a una consulta privada, a otro que es miembro de una red de salud HMO, en la que no tendrá que pagar ‘deducibles’ por atención médica, hospitalización o medicamentos.

Usted puede inscribirse en un HMO cualquier día del año, pero tendrá que esperar al período ‘open enrollment’, o inscripción libre, si desea cambiar de red de atención HMO o volver a ser un asegurado libre de Medicare.

Este año, el período de inscripción libre, conocido por las siglas AEP, es convocado entre las fechas del 15 de octubre y el 7 de diciembre.

La gran mayoría de los jubilados deben ahorrar dinero para llegar a fin de mes, así que no pueden afrontar ni tan siquiera pequeños incrementos de gastos. Mucho menos los ciento y tantos dólares que el Gobierno federal no paga de las grandes facturas de una farmacia, un consultorio médico o un hospital.

Por ello tal vez la probabilidad de contar con un grupo de servicio médico HMO podría ser la solución, para evitar tener que lidiar con el aumento paulatino de los precios.

Expansión

Ampliar el servicio de Medicare, hasta abarcar al menos la gran mayoría de la población del país, fue la meta que muchos legisladores plantearon en los años 1950.

No obstante, cinco décadas después de aquel paso de avance, el apresurado paso lucrativo de las firmas farmacéuticas y el consiguiente impacto económico en la red nacional de hospitales y el personal médico han encarecido los servicios de la salud a cifras sin precedentes.

Se habla de ‘medicare universal’, o sea para todos, lo que sería subvencionado con el pago adicional de impuestos, como sucede en Canadá y países de Europa. Pero la propuesta no gana terreno, sea por recelo a pagar más contribuciones al gobierno, aun cuando se pagan altas primas por seguros, o desconfianza a la implementación de una red de salud pública amplia.

Estados Unidos es el país del mundo que más gasta en salud. La población destina el 18 % de su producto interno bruto, mucho más que quienes le siguen, Suecia, Suiza y Francia, que no llegan al 12%.

De hecho, nuestro país es también el que mayor gasto per cápita tiene con cerca de 330 millones de habitantes: 9.500 dólares al año por persona, cuando Suiza reporta 9.700 y Noruega 9.600 con sólo 10 millones de personas.

Hoy la cifra de personas que no tienen ningún tipo de seguro médico ronda los 30 millones, lo que supone algo más del 9% de la población sin atención médica preventiva o incluso hospitalaria.

La inusual combinación de Medicare, seguro médico pagado en parte por empleadores, programas especiales gubernamentales o los altos pagos por cuenta propia, que incluye aquellos que se benefician del Patient Protection & Affordable Care Act (Obamacare), suman los cerca de 300 millones de personas que pueden acudir a un médico.

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