MIAMI.- El teatro del absurdo conserva su vigencia con tanta fuerza que continúa sobrecogiendo a los espectadores. Al menos así se vio durante el estreno en Miami de La soprano calva de Eugène Ionesco, obra emblemática del teatro del absurdo, bajo la dirección de Larry Villanueva, en una producción de Arca Images, en el On Stage Black Box del Miami-Dade County Auditorium.
Quizás porque el absurdo es lo más próximo a la comedia, al estilo de las situaciones de humor que brotan del cine silente (Charlie Chaplin y Buster Keaton), esta obra icónica de Ionesco, conserva toda la esencia de cuando se estrenó en 1950, en París.
Sin duda, el estreno de La soprano calva es todo un grato acontecimiento en el Miami de hoy. Su anterior presentación en la ciudad fue en 1984 bajo la dirección de Tony Wagner. Desde entonces, al menos una generación no ha tenido la oportunidad de valorar esta obra tan reveladora de una corriente artística que tiene sus antecedentes en otras, como el surrealismo y el dadaísmo. El teatro del absurdo dejó otras notables huellas como Esperando a Godot, de Samuel Beckett, (estrenada en 1953) y en Cuba, Virgilio Piñera cultivó el género a lo largo de su carrera. Con su obra Falsa alarma, escrita en 1948, pero estrenada en 1957, ya Piñera se anticipaba a La soprano calva.
Bajo la dirección de Larry Villanueva, la puesta de La soprano calva bien podría catalogarse como la gran puesta del año, y no dejo de pensar en otra vista recientemente en Miami del mismo género, La caja vacía de zapatos, de Virgilio Piñera estrenada meses atrás por Erom Jimmy Cuesta. Creo que la diferencia radica en el apego al texto por parte de Villanueva, mientras Jimmy Cuesta se encaminó por una versión (hasta en el título).
Larry Villanueva se acerca a la pieza de Ionesco tal y como la concibió el dramaturgo y eso ha sido lo más sabio que ha podido hacer como director, pues es una obra tan perfectamente armonizada, que cualquier ajuste podría entorpecer la fluidez del texto original concebido dramatúrgicamente como un mecanismo de reloj suizo. La mano del director llega al final, con un toque mágico y preciso, que la engrandece y la catapulta un paso más allá dentro del propio absurdo.
La obra gira alrededor de una familia tradicional británica, los Smith, que se aprestan a recibir la visita de otra pareja tradicional, los Martin. Todo transcurre en una sala muy inglesa. Los cuatro personajes, más la criada de los Smith y el arribo inesperado del capitán de bomberos, son el marco para una serie de situaciones y diálogos delirantes. Es decir, lo que marca el teatro del absurdo.
Es La soprano calva un texto tan difícil que solo actores muy experimentados pueden interpretar con éxito. Y así se logró la magia del teatro con una Alexa Kuve en control absoluto de su personaje de la Sra. Smith. Nunca había visto a esta actriz tan engrandecida en escena. Gilberto Reyes como el Sr. Smith, dominante en cada movimiento. Ariel Texidó y Claudia Tomás, como los señores Martín soberbios, mientras Andy Barbosa como El capitán de bomberos, hacer gala de un desempeño de altura, en un papel muy demandante. El personaje de la criada, que parece menor, lo interpreta Laura Alemán, marcando con sus entradas y salidas parte del poderoso ritmo narrativo y escénico que pide La soprano calva.
El trabajo técnico impecable de Ernesto Pinto en las luces, de Gema Valdés en el vestuario y la escenografía de William Vallenilla, contribuyeron a la perfección de esta puesta.
Esta es de esas puestas en escena que quedan para siempre en la memoria colectiva, y marcan un hito en el teatro local, un teatro que tanto aislamiento sufre y que tanta calidad posee.