sábado 8  de  noviembre 2025
RESEÑA

"Blue Moon", la belleza que crea y destruye

El actor Ethan Hawke presentó en el festival GEMS su más reciente largometraje Blue Moon, un drama inspirado en el famoso escritor de canciones Lorenz Hart

Diario las Américas | LUIS BOND
Por LUIS BOND
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MIAMI.- Cada vez que pensamos en el Olimpo nos imaginamos a todas las deidades griegas como figuras hermosas y simétricas. Gracias a sus múltiples representaciones e idealización en la pintura y escultura, la voluptuosidad de Afrodita, la delicadeza de Apolo con su lira, la barba perfecta de Zeus o el porte de Hera terminaron definiendo el canon de belleza de Occidente.

Sin embargo, como en toda familia, hay un integrante que funge como la oveja negra del conjunto… Hefesto. Conocido como el dios de los artesanos, esta deidad se diferencia de sus homólogos por ser enano, feo, deforme y cojo. Sus padres lo rechazaron, sus hermanos se burlaron de él, fue engañado por su esposa, pero, a pesar de esto, fue aceptado entre sus iguales gracias a su talento para crear cosas hermosas. Un mito que, como bien lo señalan los arquetipalistas, se repite constantemente en nuestras vidas. Este es precisamente el caso de Blue Moon, la nueva película del laureado director Richard Linklater inspirada en la vida del famoso letrista Lorenz Hart (autor de canciones como Blue Moon, My Funny Valentine, The Lady is a Tramp, entre otras).

Ambientada en la noche del 31 de marzo de 1943 durante el estreno del musical Oklahoma! en Broadway, la película nos presenta uno de los puntos de no retorno de la vida de Lorenz Hart (Ethan Hawke). Deprimido, hundiéndose progresivamente en el alcohol, con un humor negro autodestructivo y mordaz, nuestro protagonista debe lidiar con el éxito de su colaborador habitual Richard Rodgers (Andrew Scott) con un nuevo letrista (Oscar Hammerstein II, interpretado por Simon Delaney) y, al mismo tiempo, el rechazo de su amor platónico y protegida Elizabeth Weiland (Margaret Qualley). Una crisis que, lejos de hacerlo reflexionar, azuza su mal carácter, ínfulas de grandeza y cinismo escondiendo entre cada diálogo que comparte con otros un profundo desdén hacia sí mismo y el mundo que lo rodea.

Como casi todas las películas de Richard Linklater, Blue Moon pone el foco en el estudio del personaje dándole preponderancia a los conflictos internos (psicológicos) sobre los externos (visuales). De hecho, todo el largometraje transcurre casi en tiempo real y en apenas un par de locaciones, emulando una puesta en escena casi teatral donde toda la potencia dramática del guión está escondida en el subtexto de diálogos que salen a borbotones de la boca del protagonista. Casi como un horror vacui trasladado al sonido, Lorenz no para de hablar para evadir el dolor que se va acumulando a cada minuto cuando su anhelo de reconocimiento es pisoteado de forma sistemática por aquellos que ama, pero con los que les cuesta abrir su corazón. Un reto enorme para cualquier actor y que Ethan Hawke, como siempre, lleva a buen puerto (de la mano de una transformación física impresionante y acompañado de un cast de lujo).

Recordando a la Norma Desmond de Sunset Boulevard, Lorenz atraviesa procesos de inflación y depresión, intentando aferrarse a sus éxitos del pasado para sobrellevar la tristeza de un presente que, progresivamente, lo va dejando atrás. A esto se suma su imposibilidad de encajar en un negocio donde el no ser agraciado físicamente, tener habilidades sociales limitadas y ser rechazado por su identidad queer lo transforman en el chivo expiatorio del lugar. A pesar de lo peculiar que es el protagonista y el contexto al que se enfrenta, una de las maravillas de Blue Moon es su cercanía, haciendo que el público empatice con las cuitas de Lorenz e invitándolo, por transitividad, a hacerse preguntas incómodas que solemos evadir: ¿qué puede más en la vida: el talento o la actitud?, ¿por qué nos hacemos daño al empeñarnos en conquistar quimeras?, ¿por qué es tan difícil hablar de lo que sentimos de forma directa y usamos el trabajo como escudo para expresar lo que no nos permitimos decir?, ¿si yo no me acepto a mí mismo otros me pueden aceptar? Las respuestas, posiblemente, dejarán a más de uno con el feeling de estar caminando bajo la lluvia, atravesando calles sucias con un blues de fondo.

Blue Moon expone de forma sutil e inteligente la frustración que experimenta cualquier persona que desciende de golpe del pináculo de su carrera y debe enfrentarse al rechazo. Una situación que, más que un escenario temido, es casi una ley de vida y que la gran mayoría de los biopics exploran de “pasada” (o equilibrando el sufrimiento del protagonista con una promesa de redención a futuro que no siempre es real). Poniéndonos en los zapatos del chivo expiatorio, Blue Moon nos hace sentir el fracaso y la depresión en carne propia sin caer en la lástima, la auto indulgencia o las lecciones morales. De hecho, el largometraje nos recuerda que Lorenz es el responsable de todas las decisiones que ha tomado en la vida (y que han hecho que la gente se aleje de él a pesar de su talento). Obsesionado con fantasías que no puede poseer y lo destruyen —atrapado en un patrón de conducta que, sin lugar a duda, todos hemos tenido alguna vez—, Blue Moon logra que el público pueda empatizar con un Lorenz que, posiblemente, pocos llegaron a conocer. Paradójicamente, su tragedia resuena con el público a un nivel mucho más profundo que la vida aparentemente perfecta de los supuestos “ganadores” de la historia, haciendo que, como Hefesto, descubramos la belleza que también habita en el dolor.

Lo mejor: la transformación física y caracterización de Ethan Hawke. Los diálogos, aparentemente banales, cargados de un subtexto melancólico. Las intervenciones de Andrew Scott, Bobby Cannavale y Margaret Qualley.

Lo malo: visualmente es la película más austera de Richard Linklater, por momentos se siente más cercana al teatro filmado que al cine (a diferencia de otros largometrajes con propuestas parecidas como la trilogía Before).

Sobre el autor

Luis Bond es director, guionista, editor y profesor especializado en cátedras de guion, construcción de personajes, dirección, mitología, arquetipos y lenguaje simbólicos. Desde el 2010 se dedica a la crítica de cine en web, radio y publicaciones impresas. Es Tomatometer-approved critic en Rotten Tomatoes (https://www.rottentomatoes.com/critics/luis-bond/movies ), miembro de LEJA y Florida Film Critics Circle. Su formación en cine se ha complementado con estudios en Psicología Analítica profunda y Simbología.

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