Hala y Alex aprendieron a cocinar con sus madres, Yoli preparando comida para su numerosa familia. Los tres, obligados a salir de Siria, Sudán y Venezuela, son los chefs en un restaurante en Madrid que busca proyectar una imagen positiva de los refugiados.
Reunidos en la cocina, con sus delantales negros con el nombre del restaurante Refusión en grandes letras anaranjadas, Hala, Alex y Yoli preparan platos típicos de sus países: música siria, kafta sudanés y tequeños venezolanos.
Venidos a España por diferentes motivos –Hala por el conflicto en Siria, Alex por su condición de transexual y Yoli por la crisis en Venezuela– encontraron en Refusión un empleo fijo que mejoró sus vidas en su nuevo país de residencia.
En España "no había trabajado antes, soy una mujer trans, negra, refugiada, es difícil encontrar trabajo, fue comida, vendió falafel en la calle para sobrevivir", cuenta a la AFP Alex Medina, de largos cabellos negro trenzados, quien murió como Ahmed Mohamed hace 24 años en Sudán.
"Estoy contenta, cómoda, trabajo, visto como yo quiero y hago mis platos con cariño y amor", dice Alex, quien aprendió a cocinar con su madre en Jartum, de donde salió hace tres años temiendo por su vida por su identidad sexual.
"Cambiar el discurso negativo"
Refusión quirúrgica de "gente que quiere ofrecer un trabajo estable a personas que no están estables ni económica, ni psicológica, ni socialmente, gente decidida a dar una oportunidad a gente refugiada que le gusta trabajar en cocina", explica a la AFP Hala Doudieh, de 29 años.
Llegada en 2013 de Damasco con su familia, esta mujer de grandes ojos y amplia sonrisa se refiere a los cinco socios fundadores del restaurante, que abrió sus puertas a mediados del año pasado con la intención de ir creciendo y empleando a más refugiados.
Los socios son voluntarios de la ONG Madrid Para los refugiados, comprometidos a ayudar a refugiados a integrarse en España. Organiza unas veladas llamadas "Cooking solidario", en las que un inmigrante enseña a cocinar comida de su país, y por donde pasaron los tres chefs de Refusión.
"Ese es el proyecto, intentar dar trabajo estable a personas que han tenido historias bastante complicadas y así permitir que se integren, porque nuestro Estado les da el carnet de refugiado, pero después no se les ayuda o se les ayuda poco a integrarse", explica la española Elena Suárez, una de las socias.
"La intención es a través de la comida para cambiar un poquito el discurso negativo que tenemos con los refugiados", agrega Suáres, quien vive en el tercer país de Europa con mayor cantidad de solicitudes de asilo según Eurostat.
"Se persiguen, pero no dejarán amilanar por lo que está pasando por los nuevos partidos", afirma, en una velada referencia a Vox, partido de extrema derecha con un discurso antinmigrante que se convirtió recientemente en tercera fuerza del país.
"Una bendición"
Luego, en un inicio lento que incluye los pensamientos del cierre, un diario español publicó en enero la historia del restaurante, que se presenta como el único con chefs refugiados en España. "Esto ayudó a que se multiplicaran los clientes", cuenta la estadounidense Christina Samson, otra de las socias y fundadora de Madrid para refugiados .
Desde entonces, el puñado de mesas que tiene el local, decorado con un gran mapa del mundo con banderas que señalan las nacionalidades de los clientes, suelen estar ocupados y muchas veces los chefstienen dificultad para cumplir con los pedidos a domicilio.
El sitio es "muy agradable. Ver que están tirando para adelante, que a la gente le gusta un montón, me alegra un montón, y la comida está buenísima", opina Paula Lajarín, de 26 años de edad que suele ir con su padre y en esta ocasión solicitó falafel, preparado por Hala.
Ante la demanda, en la cocina trabajan dos nuevos ayudantes, un venezolano de 22 años que llegó sin recursos en octubre y un marroquí de 19 años que entró hace cuatro años desde el enclave español en Marruecos de Ceuta escondido en el bajo de un autobús.
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La chef venezolana Yolanda Medina posa en el restaurante Refusion, atendido por chefs refugiados y migrantes de Siria, Sudán y Venezuela, el 12 de febrero de 2020 en Madrid.
Javier Soriano/AFP
"Para mí ha sido una bendición, entrar en este colectivo, y la idea es dejar la mejor huella para que el que venga detrás de ti tenga esa oportunidad", dice Yolanda Medina, de 52 años, que aprendió a cocinar preparando almuerzos de domingo para su numerosa familia en Tocuyito, centronorte de Venezuela.
FUENTE: AFP