martes 17  de  septiembre 2024
TEATRO

Clara y Amado: Dos abuelos cubanos de la generación silenciosa

La obra teatral, escrita por Nitsy Grau y dirigida por Leopoldo Morales, da voz a la generación que ahora tiene más de 75 años
Diario las Américas | GRETHEL DELGADO
Por GRETHEL DELGADO

MIAMI.- Se inicia la sesión de Zoom. Clara y Amado, dos abuelos de más de 70 años, se aventuran a hablar por una videollamada después de muchos años sin verse. Eran adolescentes, vivían en Cuba en los años 60, y estaban enamorados. Pero a él lo enviaron a Miami con la operación Peter Pan y ella nunca lo vio llegar a su casa con flores.

De estos dolores y nostalgias nace la obra de teatro grabada y presentada en Zoom “Clara y Amado”, escrita por Nitsy Grau y dirigida por Leopoldo Morales, con las actuaciones de Judith González (popular por su personaje "Magdalena la Pelúa"), Adrián Más, Alejandra Sánchez y Dante Morales.

Grau y Morales, que forman un equipo en la vida y la escena, al frente de Troop of Actors, recientemente dieron vida al proyecto “Let the Silent Generation Speak”, o “Deja que hable la generación silenciosa”, para abordar desde el teatro a los abuelos. La pieza se presentó de forma gratuita a través de la plataforma Zoom entre los días 12 y 15 de noviembre.

Los teatristas han creado un merecido espacio para quienes peinan canas o, como dijo el propio director tras la tercera función de la obra, los de “la tercera juventud”. Estos “silenciosos” son la generación más antigua que existe, la cual precede a los baby boomers y reúne a los nacidos entre 1925 y 1945. La generación fue nombrada así en 1951 por la revista Time, y si usted se entera ahora, más razón tiene el nombre. Según datos del censo de EEUU, en 2019 eran unos 23 millones de personas.

Los “silenciosos” suelen estar más desconectados de las redes sociales y muchas veces son esos abuelos que están en el cuarto del fondo o en un home (hogar de ancianos) ansiosos por hablar con alguien, porque un familiar los visite, porque algo pase. Y es justamente ese silencio el que dramaturga y director convierten en un recurso dramático para revertir el olvido a través de las conmovedoras reconstrucciones de las biografías de Clara y Amado.

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Clara y Amado se reencuentran por Zoom y reviven el pasado en Cuba.

Clara y Amado se reencuentran por Zoom y reviven el pasado en Cuba.

La pieza se basa en un trabajo de investigación que se alimentó de entrevistas e historias reales, material con el que los teatristas dieron forma a Clara y Amado. Como explicaron a DIARIO LAS AMÉRICAS, esta obra quiere “dar voz a la generación que ahora tiene más de 75 años, caracterizada por la austeridad, el silencio en las redes sociales, por preferir las noticias en los periódicos y por mantener los valores tradicionales, una generación marcada por el aislamiento y la soledad”.

Según explicó Nitsy, “vivo agradecida de mis abuelos y mis padres. Mucho le debemos a la generación silenciosa. Muchos cantos, muchos desvelos, mucha lucha por darnos lo mejor de la comida que había en el refrigerador y sobre todo por transmitirnos valores de familia”.

“Fue una generación sacrificada. No podemos dejarlos ahora en la periferia. Muchos de ellos no tienen acceso a las redes sociales y están aislados, aún más aislados en estos tiempos de pandemia”, agregó, de ahí la importancia de “darle voz a nuestros mayores, de escucharlos, de decirles lo importante que son para nosotros, de abrir los ojos a los más jóvenes para que los vean, para que sepan que es un privilegio tenerlos”.

Asimismo, la dramaturga destacó que el objetivo es “sensibilizar a la comunidad con la generación más antigua que tenemos en este momento; ayudar a enriquecer la memoria colectiva rescatando historias, leyendas, juegos tradicionales, música, bailes y costumbres, que han quedado atrás con el envejecimiento de esta generación”.

Y lo han logrado, con una profunda sensibilidad que parte del respeto a sus propios padres y abuelos. Nos entregan un trabajo con el recuerdo como material, como vitrola que echa a andar el reloj hacia atrás, como armazón de una Cuba que es olor a caña de azúcar, que es boleros y silbidos de novios en el parque. Una época que puedo hacer mía desde lo millennial que soy, porque son de algún modo las historias que me contaron de niña, la reconstrucción de mis abuelos, de los abuelos cubanos.

clara y amado teatro nov 2020
Cartel promocional de la obra

Cartel promocional de la obra "Clara y Amado".

Es tan cuidadoso el trabajo actoral y de puesta en pantalla, que a partir de las particularidades de una videollamada se explota lo teatral con ingenio, sobre todo desde el juego espacial que simula la cercanía entre los personajes.

Resulta curioso cómo ese “teatro espejo” que los teatristas quisieron crear, no sólo logró que los mayores se identificaran con la trama, sino que hasta los más jóvenes puedan verse en esos intercambios lúdicos, porque a fin de cuentas dos septuagenarios que fantasean con escapar de sus silencios y reencontrarse también pueden ser dos niños que urden una travesura.

Ahora, debo hacer una pausa en Judith González y Adrián Más. Los actores trabajan desde la verdad, con las emociones a flor de piel y una ingenuidad juguetona que matiza esa dualidad de ser viejo y niño a la vez. Y esa verdad -lo sabe el espectador- se logra o no se logra, porque se nota. Desde sus habitaciones, sin efectos de luces, de cambios de vestuario o escenográficos, consiguen crear plasticidad desde la palabra, de modo que vemos lo que narran, incluso esos parques y esas costumbres de los años 50 y 60.

Con razón para Judith González este proyecto “ha sido un suero que me reanima a seguir actuando”. Como dijo a DIARIO LAS AMÉRICAS, “que ‘Clara y Amado’ esté ligada a la generación de mis padres y abuelos lo hace doblemente hermoso”.

Trabajo de mesa del equipo de la obra Clara y Amado.jpg
Trabajo de mesa del equipo de la obra Clara y Amado.

Trabajo de mesa del equipo de la obra Clara y Amado.

Adrián Más consideró este trabajo como “muy especial por muchos factores. Trabajar con Leopoldo Morales, el profesor que me graduó en la escuela de arte y mis dos amigas y grandes artistas, Nitsy y Judith, fue un regalo de Dios”. Y por si fuera poco, acotó, “representar como actor esa generación a la que pertenecen mis padres” fue otra gran motivación.

Para el director Leopoldo Morales ha sido un regalo trabajar con Judith y Adrián, “una actriz y un actor a los que admiro y quiero desde que estaban en las aulas de la escuela Nacional de Teatro”. También ha disfrutado “el reencuentro con mi pequeño hijo Dante como actor, el reencuentro como dramaturga y directora con una mujer excepcional a la que amo, Nitsy Grau, el reencuentro conmigo en una era tecnológica a la que me sumo o perezco como creador”.

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