La residencia, que no fue utilizada por Isabel II como vivienda habitual, ha sido renovada y conserva el estilo tradicional campestre británico
El rey Carlos III de Gran Bretaña llega al Aeropuerto Internacional de Sydney el 18 de octubre de 2024, para una visita real de seis días con la reina Camilla a Sydney y Canberra.
AFP/Brook MitchellMIAMI.- El rey Carlos III ha sorprendido con una nueva estrategia para rentabilizar su patrimonio personal, poner en alquiler una de las casas más queridas por su madre, la reina Isabel II, dentro de la finca privada de Sandringham, en Norfolk.
La propiedad, que alguna vez fue el hogar del jefe de jardineros de la difunta monarca, ha sido completamente restaurada y está disponible para turistas a través de la agencia Oliver’s Travels. El precio por semana ronda las 5.150 libras esterlinas, es decir, unos 6.500 euros, lo que la convierte en una opción exclusiva dentro del turismo británico de lujo.
La residencia, que no fue utilizada por Isabel II como vivienda habitual pero formaba parte de su entorno personal, ha sido renovada y conserva el estilo tradicional campestre británico. Con capacidad para ocho personas, cuenta con cuatro dormitorios, tres baños, cocina totalmente equipada, sala de estar y comedor, además de un jardín que ofrece vistas a los bosques centenarios de Sandringham.
Sandringham, a diferencia de otras residencias reales como el Palacio de Buckingham o Windsor, es una propiedad privada del monarca. Tras heredarla en 2022, Carlos III ha comenzado a explorar formas de hacerla rentable, manteniendo el equilibrio entre preservación histórica y sostenibilidad económica.
La medida forma parte de un plan más amplio para generar ingresos privados sin recurrir a fondos públicos, una línea que el rey ha impulsado desde el inicio de su reinado. Según medios británicos, con este tipo de alquileres de lujo el monarca podría obtener más de un millón de libras anuales.
Esta no es la primera vez que se ofrece alojamiento dentro de propiedades vinculadas a la familia real. Anteriormente, otras residencias como Wood Farm, también en Sandringham, han servido como espacios de retiro para miembros de la realeza, y ahora se suman al creciente interés turístico por vivir una experiencia real.
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