jueves 28  de  noviembre 2024
RESEÑA

"Ezra": el drama arquetípico de lo paterno

Escrita por Tony Spiridakis, "Ezra", la película que clausuró la edición 41 del Miami Film Festival, está inspirada en algunas de sus vivencias con su hijo

Diario las Américas | LUIS BOND
Por LUIS BOND
Embed

MIAMI.- Los tiempos van cambiando y la visión que tenemos de la paternidad también. A pesar de esto, la gran mayoría de los hombres alrededor del mundo crecen con la idea de que su rol en el hogar es exclusivamente el de proveer y proteger a sus hijos. De igual forma, por transitividad, ellos esperan que su prole sea capaz de valerse por sí misma y llevar a su linaje “un paso más allá”. Una actitud que viene acuñada por ideas tan recalcitrantes como que el hombre debe ser fuerte, centrado, hábil con las manos, incapaz de llorar, siempre en control, etc.

Todos estos paradigmas terminan generando un tropel de “tullidos afectivos” que no saben qué hacer con lo que sienten y que toman decisiones desafortunadas creyendo conocer qué es lo mejor para sus suyos (perpetuando así una cadena de insatisfacciones y sacrificios estériles que, en muchos casos, termina haciendo daño de generación en generación ¿Cómo lidiar con la frustración de no poder alcanzar los estándares que la sociedad nos impone y ver que nuestros hijos tampoco podrán?, ¿cómo se puede ser un buen padre cuando la relación con nuestros progenitores no es la mejor?, ¿cómo lidiar con el sentimiento de invalidez que genera la vulnerabilidad? Estas son algunas de las preguntas que explora Ezra, el nuevo largometraje de Tony Goldwyn que cerró con broche de oro la edición 41 del Miami Film Festival.

Ezra explora los conflictos que emergen entre Max (Bobby Cannavale) y su exesposa Jenna (Rose Byrne) a la hora de ponerse de acuerdo en cómo llevar la crianza de su hijo Ezra (un simpático e inteligente chico que está dentro del espectro autista). Por un lado Max, que está soltero y vive de bar en bar haciendo stand up comedy todas las noches, quiere que su hijo tenga una vida “normal” —como cualquier otro chico de su edad. En la otra antípoda, Jenna, que tiene una pareja y trabajo estable, busca sobre proteger a su hijo y cubrir todas sus necesidades “especiales” —evitándole la mayor cantidad de fricción posible. Las cosas se complican cuando ambos deben tomar una decisión sobre la educación de Ezra y elegir si lo envían a una escuela para niños con necesidades especiales o siguen intentando que su hijo encaje en un colegio tradicional (con profesores que no le tienen paciencia, retos en la curva de aprendizaje, problemas para socializar, bullying, etc). Una dicotomía que desencadenará un torbellino de complicaciones, pero que servirá de excusa para que Ezra y Max puedan compartir un viaje que cambiará sus vidas para siempre.

Escrita por Tony Spiridakis (Greenport, Falcone, The Heights) e inspirada en algunas de sus vivencias con su hijo, Ezra es un dramedy/road movie que pone el foco en la paternidad y el lado más vulnerable de lo masculino. Temas que, aunque están sumamente vigentes en la palestra pública, no se han explorado con tanto rigor en la ficción contemporánea. Aunque pareciera que la relación de un padre (tomado por el complejo de Puer Aeternus) con su hijo autista es algo que solo puede interesarle a un nicho específico, el guion de Ezra nos demuestra que la dinámica entre ambos expone conflictos que nos persiguen a todos desde hace siglos. A través del humor negro, diálogos mordaces, malos entendidos y situaciones que se salen de control, la historia despliega —con una amplia gamma de grises— los vaivenes inherentes a la paternidad, dándole un giro a sus protagonistas (y al espectador) al demostrar que un niño dentro del espectro autista puede tener mayor madurez emocional —y comunicarse de forma más efectiva— que un padre cuarentón. Todo esto rehuyendo de los discursos aleccionadores o los “guionazos” que nos obligan a hacer reflexiones forzadas en escenas cursis. Y, sí, aunque tiene toda la impronta de película indie, su ritmo es tan fluido que en ningún momento aburre.

Como es de esperarse, la dirección de Tony Goldwyn (Scandal, Chambers, Conviction, Dexter, Law & Order) pone el acento en la actuación. Sin embargo, no lo hace a expensas de la estética en cada cuadro: Ezra tiene la mezcla justa entre momentos contemplativos sumamente

poéticos (donde la cámara “flota” y capta la belleza espontánea de la vida) y una puesta en escena que favorece a las interpretaciones (dejando que los actores se luzcan sin mayor complicación). De la misma manera, Goldwyn se mueve como pez en el agua entre la risa y el llanto, evitando banalizar situaciones duras o dejándose seducir por la vía fácil del melodrama. De lejos, este es su trabajo más maduro y donde hace el mejor despliegue de todo su abanico de recursos como director sabiendo cuándo apoyarse en el ritmo interno de cada cuadro adornado por el preciosismo de la cinematografía de Daniel Moder (Dead to Me, The Normal Heart) o cuando generar tensión con el ritmo externo y montaje dinámico que crea Sabine Hoffman (Pachinko, Passing). Sea en una discusión llena de gritos y zarandeos o en la delicadeza de un simple abrazo, Ezra siempre logra mantenernos hipnotizados.

Más allá de su puesta en escena, Ezra sobresale gracias a su cast de lujo. Bobby Cannavale nos regala la mejor interpretación de su carrera hasta el momento, encarnando a un padre que utiliza el sarcasmo para ocultar su sensibilidad y que, durante el desarrollo de la historia, lucha por no quebrarse para conectar con su hijo mientras la vida lo confronta con sus peores miedos. A su lado tenemos a William A. Fitzgerald, la gran sorpresa de la película. Un joven actor que está dentro del espectro autista y que nos cautiva profundamente desde su primera aparición en pantalla. Lejos del típico personaje introvertido que nos conmueve por su condición, William es divertido, políticamente hablando incorrecto (recita pasajes de Breaking Bad y se disfraza de Big Lebowski) y atraviesa un arco de transformación maravilloso donde explora una gran gamma de registros actorales —que nada tiene que envidiarle a sus otros compañeros. Acompañándolos tenemos a una Rose Byrne que, aunque a veces opera como figura antagónica, logra que empaticemos con ella en todo momento gracias a su naturalidad. A esta triada se suma el maestro Robert De Niro que, por más redundante que suene, está perfecto (consiguiendo el tono ideal entre viejo malhumorado y padre introspectivo). Cada escena que comparte con Bobby Cannavale y Rose Byrne vale oro. Las pequeñas —pero potentes— apariciones de Whoopi Goldberg, Vera Farmiga, Tony Goldwyn y Rainn Wilson no se quedan atrás, todos tienen algún diálogo o momento que los hace brillar.

Ezra es una de las grandes sorpresas del 2024. Contrario a lo que podría pensarse, su premisa no la circunscribe a familias con hijos dentro del espectro autista: es una historia profundamente humana que explora temas que nos atañen a todos. Las diferencias y similitudes entre generaciones, los intríngulis entre padres divorciados, la delgada línea que hay entre “cuidar” y “castrar”, el humor como mecanismo de defensa, el complejo mundo de la vulnerabilidad masculina, la inefable relación entre padres e hijos, los mecanismos de compensación que terminan haciendo mella en nuestras relaciones interpersonales, las ansias de redención a través de nuestro legado, son algunas de las aristas que este largometraje aborda con una sutileza envidiable. Conmoviéndonos y haciéndonos sonreír, las aventuras de Ezra y Max nos llevan a reflexionar sobre nuestros roles en la familia, invitándonos a sanar viejas heridas, escuchar y atender las necesidades de nuestros seres queridos para construir puentes que nos unan a través del amor.

Lo mejor: su cast y actuaciones de lujo. El desarrollo del guion y la sutileza con la que va explorando temas sumamente complejos. Sus diálogos inteligentes llenos de humor y sinceridad. La dirección de Tony Goldwyn y el registro que consigue con la historia.

Lo malo: el póster de la película no le hace para nada justicia. Aunque la escena post-créditos es divertida, termina siendo más un chiste meta-ficcional que un epílogo de la historia (que termina restándole fuerza a la potente resolución que tiene la historia).

Sobre el autor

Luis Bond es director, guionista, editor y profesor. Desde el 2010 se dedica a la crítica de cine en web, radio y publicaciones impresas. Es Tomatometer-approved critic en Rotten Tomatoes (https://www.rottentomatoes.com/critics/luis-bond/movies ). Su formación en cine se ha complementado con estudios en psicología analítica profunda y simbología.

¡Recibe las últimas noticias en tus propias manos!

Descarga LA APP

Deja tu comentario

Te puede interesar