El profesor de artes plásticas de su padre, su pueblo natal en Cuba, el coqueteo de la luna con el río Ariguanabo y hasta las mascotas que han pasado por su casa, encontraron cabida en esta muestra titulada Cerámica, que llega acompañada en de un catálogo homónimo.
“Todas son piezas originales con una temática bastante singular porque trabajo desde la infancia. Y algunos de esos personajes que he recreado en estas piezas me han acompañado a lo largo de mi vida, que son mis vecinos, amigos de la infancia, profesores de arte de mi padre, o mi pueblo natal, las mascotas que he tenido. Son una constante que he trabajado para toda la vida, una poesía que siempre llevaré metafóricamente”, expuso Fredy Villamil durante una entrevista que concedió a DIARIO LAS AMÉRICAS.
“Rubén Suárez Quidiello, así se llama una de las piezas, fue profesor de pintura de mi padre en los años 50 y gozaba del respeto de ese pequeño pueblo de San Antonio de los Baños, un pueblo mágico que lo atraviesa un río. Otra es Luna ariguanabense, esa luna que todos miramos cuando la nostalgia nos interrumpe, esa luna que se refleja en las aguas de mi río Ariguanabo; esas pequeñas casas del siglo XVIII que están alrededor de ese arroyuelo, esa es otra de las obras”, añadió.
Para el artista, quien se exilió en Miami tras llegar a la ciudad en el 2010 por medio del llamado intercambio cultural, la nostalgia y el amor han sido temas recurrentes en su obra.
“Todo esto tiene mucha nostalgia. Es una recopilación de toda mi vida, llevado del pincel a la cerámica y de la mano del amor; es todo un sentimiento, una fusión. Siempre me baso en lo que es la vida; sé que a nadie le ha tocado una vida fácil y la mía no ha sido distinta. He tenido momentos muy difíciles, perdí a mi padre siendo bastante joven. Y eso me tocó tan fuerte que he llevado a mi arte muchísimos símbolos de aquella época hasta la actualidad”, contó.
“También me tocó dejar a mi hija atrás con cuatro años y no pude reencontrarme con ella hasta que cumplió ocho. Entonces esas cosas van marcando y después de mucho dolor se convierten en símbolos, pero también en metas que he podido lograr y alegrías que se han podido generar a través del arte”, añadió.
Recuerdos y colores
La pérdida, la distancia y la separación son reflejados en el arte de Fredy Villamil a través del azul y los tonos sobrios.
“El azul marino para mí es lo más hermoso que pueda existir en el mundo del arte. Es un color que inspira lo que es la nostalgia. Hubo una etapa en la que empleé mucho el azul y fue cuando estuve separado de mi hija por cuatro años”, reveló.
Asimismo, Fredy Villamil comentó que también se inspira en el recuerdo de su padre para dar color a sus piezas.
“Hay muchas obras en azules. Hay una serie que es en blanco y negro porque como decía mi padre: la vida no es color de rosa", dijo.
“La colección mantiene una unidad de lo que es mi forma de ver la vida. Mi papá era profesor de artes plásticas y en homenaje a él desde algún tiempo en mis obras doy unos grises de fondo, porque siempre decía que la vida no es color de rosa. Y llevar esto a mi paleta es una de las formas de siempre llevarlo en mi corazón, porque mi paleta, mi padre y yo somos lo mismo”.
En la exhibición Cerámica de Fredy Villamil también destaca su admiraciones por genios del arte, entre ellos Picasso.
“Hay un par de piezas que están juntas que titulo Homenaje al maestro. Pablo Picasso es uno de los grandes que admiro muchísimo y que tienen una obra que inspira y ha dejado una huella enorme”.
Pero también le hace un guiño a la ciudad donde renació artísticamente y donde su arte ha encontrado gran aceptación.
“También toco a Miami, porque si mi corazón pertenece a San Antonio de los Baños, pues Miami son las arterias. Miami me hizo persona. Y gracias a Dios he podido dar los pasos que he dado por el calor humano que hay aquí y la gente que se ha enamorado de mi trabajo, que se han identificado, porque a quien no le ha tocado dar esos primeros pasos del inmigrante en este país que fue fundado por inmigrantes”, expuso Fredy Villamil.
“Mentiría si digo que fue fácil. Siempre hay obstáculos y como diría el poeta: me encontré muchas piedras en el camino, pero con ellas construí un muro. Y hoy me puedo sentar en ese muro, subir los escalones para quizás ver el camino con otra perspectiva. No me cansé y seguí trabajando, convertí las cosas malas que me pasaban en buenas. Y gracias a Dios vivo de mi trabajo, de lo que me apasiona, así que soy feliz”, agregó.
Un renacer en la cerámica
Fredy Villamil, a quien la cerámica no le era desconocida, quiso volver a ella por pura necesidad.
“Ya había trabajado la cerámica en otras ocasiones, pero tenía la sed y la necesidad de expandirme y que en un buen catálogo se recogiera lo que estoy haciendo ahora por muchas razones. Antes no tenía los preparativos para enfrentarme a un trabajo de esta magnitud . Es una sed creativa que no sacias. Desde la época de las cavernas ya se plasmaba arte en arcillas y con pigmentos. La venus de Willendorf fue una de las primeras esculturas que apareció en el mundo”, explicó.
Siguiendo los pasos de su padre, Villamil se interesó por las artes plásticas desde temprana edad.
“A mí me cuidaban en la casa de la cultura de mi pueblo, mis juguetes eran las cartulinas y los pinceles. Empecé a pintar desde pequeño, de hecho, acá en mi taller en Miami tengo obras de cuando tenía 9 años. Ya tengo 30 años pintando, por supuesto en la adolescencia deje de pintar, hasta que la pasión real me haló y el arte y yo no nos hemos vuelto a separar”, recordó.
La exhibición Cerámica de Fredy Villamil se podrá visitar con cita previa durante un mes en el museo adentro del Gus Machado Auditorium en la St. Thomas University, ubicada en 16401 NW 37th Ave, en Miami Gardens. Y luego a través del portal online www.stu.edu. Para más información, llame al 305 628 6769.