jueves 13  de  noviembre 2025
RESEÑA LITERARIA

Inmortalidad del arte

El libro está estructurado en dos secciones. En una aparecen los cuentos, y en otra algo más extensa, los poemas

Por LUIS DE LA PAZ

La escritora y editora Josefina Ezpeleta concibió la idea de un libro donde poetas y narradores escribieran sobre la impresión que les causó una obra de arte escultórico que pusieron a su consideración para evaluarla.

De esa manera surge Inmortalidad (2023) donde 30 escritores se acercan a las obras que Ezpeleta seleccionó de acuerdo a su gusto y que puso en manos de estos autores para que surgiera “una simbiosis entre las dos artes, la escultura y la literatura, matizadas por las diferentes vivencias, sensibilidades, edades y experiencias de vida de cada uno de ellos”.

Según la antóloga, que hizo la selección y recopilación de las piezas y los textos literarios, el propósito primario fue hacer un pequeño homenaje “a la hermosa disciplina de Bellas Artes”.

El libro está estructurado en dos secciones. En una aparecen los cuentos, y en otra algo más extensa, los poemas. Sin embargo requieren una mirada particular las piezas seleccionadas, muchas de ellas poco conocidas. Esculturas dispersas por todo el mundo que la sensibilidad de Josefina Ezpeleta prefirió distinguir. Por lo tanto hay un mérito esencial, primario, en este libro, y son las figuras que con muy buen tino escogió, luego puso en manos de los escritores que invitó a participar en su libro y que una vez completado el proceso de edición, imprimió en colores, por lo que cada escultura resalta aún más.

No queda claro sin las obras seleccionadas fueron descubiertas y fotografiadas por la antóloga a lo largo de los años y de los viajes, o si son piezas que le han impactado y seleccionó a su gusto. De cualquier manera eso no es importante. Lo grandioso radica en el ojo artístico de Ezpeleta y en la cosmovisión de cada poeta y narrador que la valora artísticamente.

En algunos de los textos se describe lo que se ven; en otros los autores elaboran ideas a partir de la imagen y en algunos casos se crea una comunión emocional entre escultura y poema, entre escultura y cuento.

Sobre la obra Corre el riesgo de Nicolas Lavarenne, el poeta Alex Schweg escribe escueta pero intensamente: “El pie sobre la cuerda del horizonte. El hombre hará equilibrio donde el cielo y el mar se juntan en armonía inviolable, azul de vastedades eternas. Caminará sobre el hilo invisible que alguna vez cruzaremos…”. El anterior es un buen ejemplo de la tónica del libro y la proximidad del autor.

Vale mencionar que la foto de cada escultura va acompañada de datos sobre su creador y ubicación, lo que ayuda al lector a establecer un contacto más cercano con la obra y a buscar más sobre el artista. Sin embargo no hay datos particulares de los poetas y narradores, lo que reafirma que la concepción primaria del libro se concentra en las esculturas.

Se hacen sentir los textos de Manuel Vázquez Portal, Joaquín Gálvez, Uva de Aragón, Juan C. Recio, Franky de Varona, Rolando Lorié, Adaliz de León, Pablo Socorro, Efraín Riverón y Maite Glaría, por solo mencionar algunos de los 30 colaboradores.

De las esculturas sobresalen la de Jerzy Kalina, que se encuentra en Varsovia; la de Paige Bradley, localizada en una colección privada en Nueva York; la de Bruno Catalano, en Marsella, Francia; la esculpida por Jaume Barba, situada en un cementerio en Barcelona; así como las de Chong Fah Cheong, en Singapur y la de Lorenzo Quinn, en el Gran Canal de Venecia.

No hay otra manera de acercarse a Inmortalidad que teniéndola en las manos y dejar que las imágenes y las palabras discurran placenteramente por los ojos.

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