miércoles 4  de  diciembre 2024
RESEÑA

Libro relata penosa travesía del Holocausto al comunismo

Con su libro “La sombra exiliada”, Norman Manea repasa los traumas de un campo de concentración y una dictadura comunista en Rumanía, hasta su salida al exilio

Diario las Américas | GRETHEL DELGADO
Por GRETHEL DELGADO

MIAMI.- De niño, Norman Manea, de origen judío, experimentó los traumas de un campo de concentración (el Transnistria, en la actual Ucrania), y del comunismo en Rumanía, hasta que pudo instalarse en Estados Unidos. Con su libro La sombra exiliada (Galaxia Gutenberg, 2022) Manea desentraña desde interesantes aristas estas dolorosas vivencias. Como indica la nota editorial, esta novela psicológica e intelectual es “un collage que entrecruza la vida de un superviviente del Holocausto, su existencia posterior en una dictadura comunista y el exilio en América, con sus obsesiones, las de un apasionado de la literatura”.

El discurso narrativo, añade, se desarrolla en varios niveles, “dominado por su pasión por los libros y la intensa intimidad con su hermanastra, con la que compartió el horror del campo. La amistad entre el protagonista -el Nómada Misántropo- y Günther, un rumano de etnia alemana, exiliado en Berlín, obsesionado por el Holocausto y la culpa alemana, marca una retrospectiva de los dramáticos acontecimientos del siglo XX, el nacionalismo, el fascismo, el comunismo y el exilio”.

El libro, traducido del rumano por Marian Ochoa de Eribe, resalta esa metáfora de la sombra como “portadora de la identidad” y elemento constante que refuerza la sensación del exiliado como un extraño. Pero sobre todo ahonda en la relevancia de la literatura como un punto esencial definitorio de esa identidad tan preciada. Vale destacar que Manea, ese “nómada melancólico e irónico”, cita al clásico alemán de Adelbert von Chamisso, autor de El hombre que vendió su sombra.

El lector se podrá adentrar en un desglose histórico inusual no solo del movimiento geográfico que implica el exilio, lo que Bertolt Brecht llamó “frenética dialéctica del cambio”, sino de esas sacudidas psicológicas que se dan lugar en el cuerpo exiliado. Además, se trata de una novela extraña, que se mueve hacia el ensayo filosófico, pero lavado con líneas de pensamiento que parecerían desordenadas o arbitrarias. Pero estos juegos de introspección no hacen más que reflejar la fragmentación de un alma vagabunda, nómada, como el propio personaje infiere.

Hay una añoranza por el primer sitio, por esa tierra de la que se aleja el personaje, y es un eco que se repite en la distancia: “Aquí, en el lugar en el que he sufrido y amado, aprendí a hablar, a escribir y, sobre todo, a leer, aquí vi el mar. El despachador del destino no me permite tener otro ADN que el de los trashumantes”.

Como explica el autor más adelante, “el campo de concentración me hirió en lo más profundo, luego el comunismo empeoró la herida. Así que no tenía ya confianza en la realidad. La sustituí por los libros”. Esta mirada de rechazo hacia el pasado se advierte con claridad cuando al protagonista, una vez en Estados Unidos (“la América de los exiliados”), una persona le dice: “Siempre me ha preocupado la comunidad”. A lo que este responde: “¿Co-mu-ni-dad? He vivido cuarenta años en un Estado que se decía comunista. Ya no puedo oír esa palabra”.

Y profundiza en su identidad: “Soy un don nadie, un estudioso sin título; tampoco un poeta de talento, nada; no tengo nada, ni siquiera una patria que incluso el hombre más pobre tiene. No tengo sombra…” Como dice en otro momento en torno a la sombra, “todos perdemos nuestra sombra”. Amplía en otra ocasión: “La sombra parece una metáfora de la patria, de la lengua, de las raíces o de todo aquello relacionado con la pertenencia”.

Son punzantes sus análisis sobre el Holocausto, sobre todo porque apunta a la herida humana más allá de los recovecos del terror y la política. Al recordar un ensayo de Alan Berger sobre Elie Wiesel, titulado “El escritor como testigo en y sobre el exilio”, cita una imagen in extremis del desarraigo: “Los judíos fueron exiliados de la existencia.

Expulsado de la historia y el tiempo, el pueblo judío se ha enfrentado a la extinción por el ‘crimen’ de haber nacido… El Holocausto es la última forma del exilio”. Puede encontrar el libro en este enlace.

Más sobre el autor

Norman Manea nació en la región rumana de Bucovina en 1936. Fue deportado en la infancia, junto con su familia, de origen judío, al campo de concentración de Transnistria, en la actualidad Ucrania, del que regresó en 1945. Ingeniero de formación, durante los años sesenta se dio a conocer como escritor en la Rumanía comunista. Distanciado del régimen, en 1986 aceptó una beca para estudiar en Berlín occidental y al año siguiente se instaló en Estados Unidos.

Actualmente vive en Nueva York y combina su actividad literaria con la docencia en el Bard College. Su obra ha sido traducida a muchos idiomas y ha recibido numerosos galardones, como el MacArthur Prize 1992, el National Jewish Book Award 1993, el Nonino 2001, el Napoli 2004, el Médicis Étranger 2006 y el Nelly Sachs 2011. Miembro de la Academia de Arte de Berlín y de la British Royal Society, también ha sido distinguido por el Ministerio de Cultura francés con el título de Comendador de la Orden de las Artes y las Letras.

Su mirada crítica y el distanciamiento irónico son dos constantes de sus libros tanto de narrativa como de ensayo, entre los que podemos destacar las recopilaciones de cuentos Felicidad obligatoria (2007) y El té de Proust (2010), las novelas El sobre negro (1986) y La guarida (2006), el volumen de memorias El retorno del húligan (2005), y los ensayos Payasos. El dictador y el artista (1995) y La quinta imposibilidad (2015) con el que obtuvo el premio Palau i Fabre de Ensayo. Recientemente, Galaxia Gutenberg ha publicado su última novela La sombra exiliada (2022).

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