MIAMI.- Solo dos cartas escribió Federico García Lorca a sus padres en los tres meses que pasó en Cuba, en 1930. Llegó a decirles que si se llegara a perder, que lo buscaran en esa isla caribeña que le transmitió una enorme alegría. Sobre la etapa más cubana de Lorca indaga el escritor y periodista español Víctor Amela en su libro Si yo me pierdo (Destino, Planeta, 2022).
Como explica la nota editorial, este libro aborda “los 98 días más felices y desconocidos de la vida de Federico García Lorca en la Cuba dorada de 1930”. Desembarcó en Cuba el 7 de marzo de 1930 tras una estancia en Nueva York (donde escribió el famoso libro Poeta en Nueva York), con una invitación para impartir unas conferencias en la isla durante una semana. Las principales conferencias las dio en el Teatro Principal de la Comedia, entre las calles Ánimas y Zulueta, La Habana Vieja.
Víctor Amela lleva al lector de la mano en un apasionante viaje para buscar la voz de Lorca, y va detrás de esa voz poética, de esa huella espiritual tan poderosa que se refleja en los misterios que encontraremos en el libro. De hecho, la única persona con vida que aún podría verificar la autenticidad de la voz de Lorca, en caso de que existiera alguna grabación (lo que se sabrá en la novela), es su sobrina Vicenta Fernández-Montesinos, Tica, que tiene 92 años y a la que Amela dedicó el libro.
Esta mezcla de novela y crónica nos presenta dos viajes, el de Lorca en 1930 y el de Amela tras los pasos del poeta entre 2020 y 2021. La narración paralela entre los años 30 y la actualidad nos ayuda a ver el cambio de una misma Cuba, de modo que tenemos en las manos dos libros unidos por la pasión de investigar y encontrar cada resquicio humano del enigmático autor de Romancero gitano.
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El autor Víctor Amela con Tica, sobrina de Federico García Lorca.
Cortesía/Víctor Amela
Siendo fiel a la miríada de emociones que sintió Lorca en Cuba, y de cómo el intercambio con los cubanos le enseñó a disfrutar cada instante, el autor hace hincapié en ese viaje sensorial de un Lorca asombrado, seducido por el ritmo de tambores, el sabor de negros y mulatos, y los colores de una isla que florece y le sonríe. “Si yo me pierdo, que me busquen en Andalucía o en Cuba”, escribió en una carta a sus padres, y demoró tres meses en regresar a España.
Amela logra transmitir al lector la emoción de quien hurga en la historia con devoción y respeto por una figura tan importante. Asimismo, el valor de las fotos anexadas al final del libro es descomunal en tanto aportan la necesaria referencia visual de esta investigación. Lo es también la cronología que agrega al cierre, que nos permite organizar las actividades de Lorca que vemos en la novela ficcionada en distintos niveles.
Están aquí las huellas del poeta, sus objetos más queridos, las personas que conoció, los sitios que lo enamoraron de ese país donde escribió la alucinante pieza de teatro El público.
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Federico García Lorca con niños en Matanzas.
Cortesía/Víctor Amela
El lector encontrará ese vaso azul con estrellitas donde Lorca solía beber whisky con soda; las descripciones de sitios como el hotel La Unión (La Habana) o la Casa Encantada de los hermanos Loynaz, en el Vedado habanero; los paseos con Flor Loynaz en su Fiat de 1930; la experiencia de Lorca con Lydia Cabrera en una ceremonia de santería afrocubana; su viaje a Pinar del Río, donde conoció a unos guajiros que eran “lo más bondadoso de la isla”; sus charlas con José Lezama Lima, Juan Marinello, Emilio Roig de Leuchsenring, Francisco Ichaso, Jorge Mañach; su encuentro con los niños Lydia y Orlando en el mirador de Yumurí, Matanzas; el encanto de una función en el Teatro Alhambra; el traje de drill cien que el poeta compró en La Habana; su visita a la tumba de Martí en Santiago de Cuba; y tantos tesoros históricos que nos transportan a una época llena de luz.
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Hotel La Unión en La Habana.
Cortesía/Víctor Amela
Vale destacar que este libro forma parte de una investigación de largo aliento que Amela realiza, que ya ha dejado frutos con su libro Yo pude salvar a Lorca (2018). “Yo pude salvar a Lorca”, dijo antes de morir el abuelo materno de Amela, Manuel Bonilla, quien conoció al poeta en 1936.
Aquí puede encontrar el libro: https://www.planetadelibros.com.
Más sobre el autor
Víctor Amela (Barcelona, 1960)es periodista y novelista. Cocreador de «La Contra» de La Vanguardia, lleva publicadas 3.000 entrevistas en los últimos veinticinco años. Es autor de una docena de libros sobre periodismo y de cuatro novelas: El Cátaro imperfecto (2013), Amor contra Roma (2014), La hija del capitán Groc (Premio Ramon Llull 2016) y Yo pude salvar a Lorca (2018).
Es colaborador habitual en programas de radio y televisión, imparte clases magistrales de periodismo y comunicación y ha sido distinguido con numerosos premios, entre ellos el de la Asociación de la Prensa de Madrid, el del Gremi d'Editors de Catalunya, el Protagonistas, dos Micrófonos de Plata, el Antonio Mompeón Motos, el Catalunya de Comunicació i Relacions Públiques, el Ferrer Eguizábal de Periodismo, el Angel de Bronze de la Comunicació, el Goliads y el Premi La Llança 2011 de Omnium Cultural.
Su amor por Federico García Lorca le ha llevado a explorar la epifanía vital del poeta en la Cuba de 1930, y el resultado es su quinta novela: Si yo me pierdo (2022).