MIAMI.- El tema de la muerte asistida, la eutanasia, es un tema médico, social y humano que conmueve. Es un suicidio sin lo catastrófico que representa en muchos casos quitarse la vida de un disparo, la horca, infringirse herida, el salto al abismo o ingerir grandes dosis de un medicamento. La eutanasia es como “ponerse a dormir”, de la misma manera que se dispone de la vida de un querido animalito, pero, como muerte al fin, encierra una gran carga emocional. Este tema es el que aborda la obra Almuerzo con Sonia, escrita y dirigida por Federico Restrepo Jaramillo y Denis Greber López, que formó parte de las presentaciones de la 37 edición del Festival internacional de Teatro Hispano de Miami.
La propuesta de esta compañía neoyorquina, enmascarada como representación de Colombia (válida sutilezas del lenguaje), marca un regreso al Festival de un grupo de otra ciudad de Estados Unidos, después de muchos años excluidos de la cita miamense por razones nunca aclaradas.
Sin duda Almuerzo con Sonia es una pieza visualmente agradable, pues no hay excesos, ni escenas de dramatismo, ni discusiones de tipo ético, religioso o filosófico, por el contrario la pieza comienza con la decisión ya tomada por Sonia de entregarse a la muerte el 26 de septiembre del 2012, en su casa en Bogotá.
Mientras llega la fecha, Sonia cita a sus hijos y nietos, a otros familiares y amigos para despedirse. Los invita a almorzar. En algunos momentos recibe alguna frase para desalentarla, pero el peso del texto no es trágico, sino el de una fiesta que se conoce como terminará.
El desarrollo escénico lo dominan marionetas y sus titiriteros; la danza contemporánea y la multimedia; un narrador y voces en off. Es una realización bien resuelta desde el punto de vista visual, que cumple con su propósito de proyectarse como un espectáculo multidisciplinario (sin duda propio para un festival), pero dramatúrgicamente no se llega a percibir como una obra de teatro propiamente dicha.
A Almuerzo con Sonia le falta diálogo, emociones, interacción, conflictos. Tuvo aciertos cuando la “voz” de Sonia expresa que hay que poner fin cuando uno “considera al cuerpo como un enemigo personal”.
El personaje de Sonia, una marioneta de tamaño natural, de hecho más alta que una mujer promedio, baila un tango, mientras en una pantalla, como una clase de gastronomía por televisión, que dura casi toda la obra, unos cocineros preparan unos chuletones y una salsa chimichurri.
Son pocas las escenas donde hay interrelación entre los danzantes y son escasas las ocasiones en las que otros actores/marionetistas expresan algo verbalmente. Todo brota de una grabación que llena la sala. Lo que se presenta en escena, no es necesariamente el teatro como se conoce, pero tampoco es una nueva pauta dentro de las tablas. Hay aciertos, como evocar los recuerdos de Sonia joven, en Medellín en los años sesenta, resuelto a través de una bailarina.
Almuerzo con Sonia es un espectáculo de danza y marionetas, con seis bailarines en escena que se desplazan, mueven banquetas, maniobran a Sonia y entran y salen con varios títeres. Todo un trabajo coreográfico que está visualmente muy bien resuelto, conduciendo a un espectáculo basado en la simbología, más que en la acción y las palabras.
Un concepto válido que los directores Federico Restrepo Jaramillo y Denis Greber López han traído al Festival. Personalmente me gustó la propuesta, pero como observador distante, debo asumir mis dudas sobre su teatralidad.