MIAMI.- Para muchos cineastas y teóricos, el terror es uno de los géneros más difíciles de llevar a buen puerto. El moverse como un funambulista entre la delgada línea de asustar o hacer el ridículo, el desprecio con el que ha sido visto por la academia y la sobreexplotación del mismo en cartelera lo ha llevado a sufrir de una suerte de agotamiento narrativo y estético.
Inclusive, a pesar de tener una cantidad enorme de sub-géneros que se desprenden de él (como horror, gore, slasher, home invasion, zombies, etc), es difícil conseguir propuestas frescas que no se pierdan en clichés y jump scares. Aunque no hay nada nuevo bajo el sol —y vivimos en tiempos de secuelas y precuelas—, ¿se puede realmente contar algo 'nuevo' con las mismas piezas de siempre? La respuesta automática suele ser no, pero de pronto aparece una que otra película que subvierte nuestras expectativas y revitaliza el género dándole una mirada fresca. Este es el caso de In a Violent Nature, lo más reciente de IFC Films y Shudder.
La película nos pone en los zapatos de Johnny (Ry Barrett), una especie de entidad sobrenatural —a mitad de camino entre Jason y Michael Myers— que es despertado de su letargo por un grupo de jóvenes irresponsables que están de vacaciones. Sediento de sangre y obsesionado por una suerte de recuerdo infantil que le fue robado, Johnny comenzará a cazar poco a poco cada uno de los integrantes del grupo para asesinarlos de las formas más terribles posibles.
película "In a Violent Nature"
Escena de la película "In a Violent Nature".
Cortesía/IFC Films y Shudder
La película
Dirigida y escrita por Chris Nash (quien posee una amplia trayectoria como cortometrajista y trabajando en el departamento de efectos especiales), In a Violent Nature es el clásico ejemplo que uno suele conseguirse en los libros de guion… lo importante no es lo que se cuenta sino cómo se cuenta. Estructuralmente hablando, el largometraje tiene todos los tropos de un slasher: una entidad maligna, invencible y misteriosa (con una historia de orígenes donde se confunden la realidad con la fantasía), un grupo de jóvenes completamente genérico —con los que poco empatizamos—, un setting 'paradisíaco' (una casita en el medio del bosque) que se vuelve terrorífico, muertes ascendentes en horror (con todo tipo de objetos), toneladas de sangre y gore.
La novedad que la película aporta al género es cambiar el punto de vista de la víctima al victimario, deconstruyendo ciertas convenciones al mostrarnos cómo funcionan desde adentro. Es así como entendemos que el asesino no 'aparece mágicamente' detrás de sus presas, al contrario, se toma su tiempo en cazarlas (y estas caen por su propio descuido). Este switch de perspectivas hace que se cambie el factor sorpresa de los asesinatos a la tensión de acercarnos hacia lo inevitable con parsimonia. Al mismo tiempo, todo el halo de misterio que envuelve a Johnny nos hace sumergirnos en la historia para ir atajando retazos de conversaciones en busca de las grandes respuestas que mueven la trama (¿quién es Johnny?, ¿por qué mata gente?, ¿es alguien real o un monstruo?, ¿qué está buscando?). Y, siguiendo con las convenciones del género, aunque siempre estamos en los zapatos del monstruo, nunca empatizamos con él y sentimos angustia cuando alcanza finalmente a sus víctimas.
Aun cuando In a Violent Nature es una ópera prima, la dirección es su principal atractivo por conseguir una propuesta visual que está acorde con su premisa. La puesta en escena de Nash hace que la cámara asuma una perspectiva de tercera persona que sigue de espaldas a Johnny (como si de un videojuego se tratara), utilizando valores de planos abiertos para poder observar la relación que tiene con su entorno (evitando mostrar su cara para así aumentar la sensación de despersonalización y el misterio de cómo luce el 'monstruo' típico del género). Esto se ve potenciado por el formato del cuadro que limita nuestro rango de visión del típico rectángulo del 16:9 al cuadrado de 4:3, transmitiéndonos una sensación de encierro que sirve de metáfora de la psique de Johnny. El feeling termina siendo casi como una suerte de documental donde seguimos a un animal salvaje que está de cazar en el medio del bosque sin ningún tipo de miramientos. Por supuesto, una vez que Johnny las alcanza, todas las secuencias de gore hacen que haya valido la pena la espera (y sorprenden por lo creativas y explícitas que son).
Dirección
La cinematografía de Pierce Derks (V/HS/94, Teddy Bomb, Allie & Lara Make a Horror Movie, ABCs of Death 2) le da a la película un look de cine B de los 80s hasta el punto de desdibujar la época en la cuál se desarrolla la historia (y en la que nos ubicamos solamente por los autos o uno que otro artefacto tecnológico). Además, compone cada cuadro (sobre todo, los planos generales y enteros) jugando con la profundidad de campo y la ubicación de diferentes elementos en el foreground, middle ground y background, invitando al espectador a escudriñar cada centímetro del encuadre en busca de información sobre la siguiente acción de Johnny. Al mismo tiempo, juega con el espacio fuera de cuadro con los pocos planos cerrados que tiene la historia poniendo a volar nuestra imaginación. En paralelo, hace que cada tiempo (mañana, tarde, noche) sea estéticamente atractivo y lo suficientemente tenebroso para no perder el suspenso.
El montaje de Alex Jacobs (V/H/S/85, V/H/S/99), emula la cadencia de Johnny, utilizando un montaje que se apoya en encuadres abiertos y de larga duración para hacernos sentir que estamos condenados —como Johnny— a vagar perennemente por el campo abierto sin ningún tipo de referente. Sin valerse de ningún jump scare o demasiados valores de planos que contrasten, Jacobs logra crear tensión jugando con las expectativas que tenemos como público frente a una historia que nos es familiar. Es así como In a Violent Nature se cose a fuego lento jugando con la impaciencia del público más que con el factor sorpresa, creando un ritmo atípico para el género, pero siempre manteniéndonos en tensión. Por supuesto, hay que hacer una mención especial a Michael W. Hamilton en los efectos especiales y al maquillaje de Sumer Mellon, que le dan a Johnny unos rasgos físicos aterradores y hacen que cada uno de sus asesinatos sea más perturbador que el otro.
película "In a Violent Nature".
Escena de la película "In a Violent Nature".
Cortesía/IFC Films y Shudder
In a Violent Nature logra algo que parece imposible en un género sumamente explotado: sorprendernos usando las convenciones y el setting que conocemos casi de memoria. Su éxito, lejos de ser un artificio narrativo sumamente elaborado, recae por completo en la perspectiva que asume y cómo ella dicta todo el desarrollo de la historia. Cuando creíamos que lo habíamos visto todo, Chris Nash le da un vuelco de 180 grados (literalmente) a cómo se cuenta el típico slasher y nos da una película que, aunque es idéntica a miles, al mismo tiempo, no se parece a nada que hayamos disfrutado en el cine. Algo que se agradece muchísimo en estos tiempos de cacofonía narrativa donde los realizadores se rehusan a tomar riesgos. Sí, es una película incómoda y que reta al espectador a salir de su zona de confort, pero al mismo tiempo es de los pocos largometrajes que jamás vamos a olvidar una vez que se termina la proyección (una característica de la que pocos autores pueden ufanarse).
Lo mejor: su propuesta visual y narrativa que deconstruye el género slasher valiéndose de las mismas convenciones y puesta en escena que hemos visto cientos de veces. El manejo de la tensión y el juego de perspectivas. La construcción del mito de Johnny y las muertes gore.
Lo malo: es una película para un nicho muy específico y aunque la premisa que vende el tráiler es bastante clara, descolocará a más de uno en la sala. Su ritmo lento, ausencia de jump scares y la perspectiva que asume la película puede aburrir a los que solo quieren sustos y ya.
Sobre el autor
Luis Bond es director, guionista, editor y profesor. Desde el 2010 se dedica a la crítica de cine en web, radio y publicaciones impresas. Es Tomatometer-approved critic en Rotten Tomatoes (https://www.rottentomatoes.com/critics/luis-bond/movies ). Su formación en cine se ha complementado con estudios en psicología analítica profunda y simbología.
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