lunes 16  de  septiembre 2024
LETRAS

Píter Ortega y el lastre de una isla que hace aguas

El joven ensayista presenta el libro El peso de una isla en el amor de un pueblo, en la librería Books & Books

ANTONIO CORREA IGLESIAS
Especial

¿No sería prudente, atinado acaso superar la agonía de una insularidad gravitatoria? ¿No sería razonable –aunque por un instante sea- pasar la agónica página asociada a Cuba? Porque el sentido de la memoria prevalece como una acidez en nuestros reflejos condicionados. Creo que este texto ha comenzado con demasiadas preguntas para ser publicado en un periódico local.

El martes 10, a las 8 p.m., se estará presentando en Books & Books el libro El peso de una isla en el amor de un pueblo,  del escritor, ensayista y crítico de arte Píter Ortega. Para ser mas exactos y justos, el próximo 10 de noviembre se estará presentando este libro en la tarde noche de nuestra ciudad. Ha sido muy grato leer el libro de Píter que poco o nada tiene que ver con ese empeño de banalidad y sí mucho con un ejercicio de pensamiento.

No es frecuente este tipo de ejercicio en una generación que ha sido diezmada, disipada y re-contextualizada y en estas condiciones, la insipidez se ha apoderado de ella, haciendo suyo un activismo fatuo que sí mucho tiene que ver con la fanfarria y la performatividad. El libro de Píter es una bocanada de aire fresco en un ambiente tóxicamente politizado, amparado por un civismo que se escuda en la guapería, cierta o incierta exegesis y esclerosis diagnosticada.

“El peso de una isla en el amor de un pueblo” dista mucho de ser un texto donde se aglutinan críticas sobre procesos “concretos” en el arte. Píter Ortega logra hilvanar un universo que va más allá del socorrido “déjame velo Lola que no te lo voy a enseñar Carlota” tan frecuente en los medios locales cuando de Cuba se trata. Y es que el autor “sale” del socorrido espacio insular para dialogar con ímpetu heterodoxo con procesos que tangencialmente han comenzado a operar un cambio de sensibilidad en la producción del arte más contemporáneo.

Puede ser un lugar común pensar que el arte es un espacio generador de sentido. Sin embargo, Píter Ortega, -siempre asociado a estos procesos- no ha ejercido la crítica solo como un vehículo intelectivo, sino como un medio que ha revelado la capacidad y sagacidad de un creador y de cómo este se inserta en una maquinaria de socialización de un producto simbólico. Sus dos últimos libros lo demuestran. Nos guste o no, Píter es un crítico con criterio de renovación. Las últimas décadas no ha conocido muchos de ellos. Me sobran dedos de una mano para contarlos. Piter se inscribe con derecho propio en esa triada –¿hegeliana?- que integran Elvia Rosa Castro y el difunto - bendito sea- Rufo Caballero.

De la generación de críticos que ha tenido a la década del ochenta como punto de referencia, esta triada –que no es lo mismo que un trío- no solo ha superado el sentido de fascinación que aun gravita desde crítica y estética sino que también ha logrado –y esto es lo verdaderamente significativo- construir un manejo conceptual y lingüístico más allá de una experiencia sensorial. Eso es o relevante cuando de texto y curaduría se trata en este o en cualquier caso. Podemos estar de acuerdo o no con sus presupuestos y maneras, mas no se puede ser indiferente.

Y es que no se puede ser más post-critico. Píter Ortega encarna ese ideal de sujeto apodíctico que se mueve con destreza en los ámbitos del pensamiento y la cultura popular: “aquí no hay vida para los mareaos…”. Y es que hay personas que escriben textos y hay otros que ejercen la crítica como ejercicio, como disposición intelectiva. Piter Ortega se inscribe con derecho propio en este segundo grupo.

“El peso de una isla en el amor de un pueblo” intenta recoger el espíritu de una producción simbólica que no siempre ha hecho eco en el establishment de la socialización. “El peso de una isla en el amor de un pueblo” es un libro que potencia una comprensión del arte, mas allá del riesgo que esta supone en términos de perplejidad. “No es casual entonces que muchos anduvieran desavisados por estos complejos territorios y salieran como bola poltronera ante un espectáculo tan poco figurativo”. Me comentaba un amigo común cuando asistíamos a una de las exhibiciones que por La Habana Píter curaba.

Píter Ortega ha recogido en los últimos años toda la vocación kamikaze de la producción simbólica de la década de los ochenta en Cuba. Haciendo volar en mil pedazos las frágiles estructuras que se agazapaban en una solidez solo evidente para establishment. Su ejercicio y su vocación crítica ha ayudado a encausar a generaciones que han hecho suyo el cambio, más allá del reconocimiento de éste desde la institucionalidad. Un caudal imaginativo y productivo ha estado presente en cada uno de sus textos; haciendo suyas transformaciones que ya no podían ser –aunque quisieran- soslayados.

Píter Ortega ha hecho suya –como nunca antes- una producción simbólica en lo absoluto reñida con lo analítico; al tiempo que –sin ánimo de complacencia- ha establecido patrones poco frecuentes en los modos en que se ha entendido y evolucionado la crítica de arte en Cubita la Bella. Esto es, precisamente esto lo que el lector encontrará en “El peso de una isla en el amor de un pueblo”.

Ya imagino los sobresaltos por el peso de la isla en peso. Ya imagino los resoplos de los que miran –cuando creen que observan- desde un fortín de acero como van perdiendo de vista la contemplación de lo telúrico. Ya imagino los exabruptos de una academia cubana que cada día se distancia de los procesos y se distiende por la ingesta de saberes apoltronados en saberes exactos y calcinados.

Para quienes vivimos –Gracias a Dios- de este lado de la orilla, “El peso de una isla en el amor de un pueblo” no es un libro más sobre crítica de arte. En todo caso, sus textos logran adentrarse en cuestiones relativas a la propia estructura lógica de la constitución de las obras, así como a sus niveles lingüísticos o a su mejor o peor disposición para el control empírico. Ojalá la presencia de Píter y sus razonamientos contribuyan a hacer menos escenográfica a esta ciudad. Ojalá su agudeza haga entrar en cintura el sentido de feria y pastiche que acompaña a cierta o incierta eventualidad en torno al arte. Ojalá su presencia disipe los coloretes y los consabidos terciopelos.

Píter Ortega y su libro “El peso de una isla en el amor de un pueblo” si bien no resuelve el complejo acertijo que guarda una oxidada cerradura, pone el ojo transgresor y abre una puerta resquebrajada por el silencio.

Presentación del libro  El peso de una isla en el amor de un pueblo, martes 10 de noviembre, 8 p.m., en la librería Books & Books, 265 Aragon Avenue, Coral Gables.

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