Cuando se menciona a “The Sopranos” ("Los Soprano") en la actualidad, suele ser por la forma nebulosa en la que terminó: el ahora famoso corte a negro en una cena llena de gente mientras se escucha “Don’t Stop Believin’” de Journey. Si Tony Soprano vivió o murió sigue siendo un debate.
La muerte en la vida real del gran James Gandolfini en 2013 acabó con las esperanzas de aclarar esa duda, pero David Chase, el creador y productor ejecutivo de “The Sopranos”, ha mantenido la serie enigmáticamente viva con una nueva precuela cinematográfica, “The Many Saints of Newark” ("Los santos de la mafia").
Es enigmático principalmente porque la película revive a uno de los más grandes personajes creados para televisión pero no lo pone en el papel principal. Tony Soprano sólo tiene un cameo en la película sobre su origen.
En vez, el protagonista de la historia es el llamado tío de Tony, Dickie Moltisanti, interpretado con verdadero ímpetu por Alessandro Nivola. El jefe de la mafia Moltisanti es el tipo al que admira el joven Tony. Pero está lleno de las mismas fallas que pronto Tony compartirá: es posesivo, se enoja fácilmente, es metódico y a la vez impulsivo, propenso a los amoríos y dispuesto a consumir grandes cantidades de productos de puerco.
En un toque genial, el mayor de los dos jóvenes Tony Soprano en la película es interpretado por Michael Gandolfini, el hijo del difunto actor que comparte los grandes y expresivos ojos de su padre, así como su constitución física maciza. Es fascinante.
Y la vieja pandilla, ahora compuesta de jóvenes actores nuevos, está aquí: el tío June, Livia Soprano, Paulie Walnuts, Silvio Dante, Pussy Bonpensiero, Janice Soprano, Jackie Aprile, Carmela e incluso Christopher Moltisanti, el hijo de Dickie Moltisanti.
Michael Imperioli está de vuelta como el joven Moltisanti y parece estar un poco molesto pues su mentor, Tony Soprano, lo estranguló hasta morir en 2007. Así que narra en voz en off desde la tumba.
Esto lleva a uno de los momentos más graciosos de la película, cuando un Moltisanti niño es presentado por su madre a la familia pero, cuando se acerca demasiado Tony, el bebé se pone a llorar. “Es como si lo asusto o algo”, dice Tony confundido.
El peligro es que los nuevos actores tienen una idea de cómo se verán sus personajes y cómo sonarán en el futuro. La mayor parte del tiempo evitan ser caricaturescos, como Vera Farmiga en el papel de la aterradora madre de Tony y Corey Stoll, quien captura brillantemente al mezquino e irritable Junior. Pero John Magaro tontea demasiado como Silvio, el consejero de Stevie Van Zandt.
Un problema aquí es el tiempo, algo con lo que obviamente juega la película. “The Many Saints of Newark” se estrena 14 años después de que “The Sopranos” terminó y quizá eso es demasiado tarde para cualquiera, incluso para los fans más fervientes. El cerebro se agota tratando de conectar los rostros nuevos con los viejos.
La trama transcurre en unos pocos años alrededor de Newark, Nueva Jersey, a finales de la década de 1960 y comienzos de los 70. La familia criminal DiMeo — a la que pertenecen los Soprano — trata de mantenerse a flote durante la agitación civil que incluye disturbios mortales de 1967. Pero la película se siente lenta en muchas partes, nuca logra la tensión enfocada de la serie y a menudo parece sin rumbo. Si no eres un fan, podría parecer una versión light de “Goodfellas” (“Buenos muchachos”).
Un magnífico Leslie Odom Jr. interpreta a Harold McBrayer, un cobrador de bajo nivel que pronto tratará de tener su propia pandilla. Ray Liotta da vida maravillosamente no a uno sino a dos personajes: el padre de Dickie de ojos apagados y también el tío filosófico y encarcelado de Dickie. Si eres fan de “The Sopranos” sabrás que Dickie Moltisanti no aparece en la serie de HBO y verás por qué.
Pero, ¿qué hay de Tony Soprano? ¿Cómo se convierte en un mafioso con ansiedad y padre atrapado entre las viejas costumbres y las nuevas, capaz de darle una paliza a un informante y de ponerse a llorar escuchando “Oh Girl” de The Chi-Lite en su auto?
Lo dejamos en la cúspide de la hombría, decidiéndose entre la criminalidad y la inocencia. Sí, ayuda a secuestrar el camión de helado de Mr. Softee, pero regala todo el helado. Sí, toma unas bocinas robadas, pero se arrepiente. “Trato de ser bueno”, le dice a su tío.
Hay una revelación de lo que será su temperamento irritable, pero también una disposición para recibir ayuda en temas de salud mental, lo que algún día lo llevará al asiento de su psiquiatra. Tiene unos 20 años cuando termina la película, demasiado pronto para ver qué fue realmente lo que lo creó.
Hay que reconocer a “The Many Saints of Newark” — con un guion de Chase y Lawrence Konner, y dirigida por el asiduo de la serie Alan Taylor — por intentar abordar la violencia generacional, el racismo estructural y abrir una historia para agregar algo más que italo-estadounidenses disparándose entre sí mientras comen platos de gabagool (capicola), un embutido parecido al salami.
Pero no es suficiente. Tony es tan misterioso al final de “The Many Saints of Newark” como en el abrupto final de “The Sopranos”. Quizás así deba ser. Quizás haya espacio para otra precuela.
“The Many Saints of Newark”, un estreno de New Line Cinema, tiene una clasificación R (que requiere que los menores de 17 años la vean acompañados de un padre o tutor) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por su fuerte violencia, lenguaje perverso, contenido sexual y algo de desnudez. Se estrena el viernes en cines y HBO Max. Duración: 120 minutos. Dos estrellas y media de cuatro.
FUENTE: AP