MIAMI.-REDACCIÓN
Un destino ideal para admirar la naturaleza, explorar sus senderos y reflexionar en medio de la espiritualidad de sus templos
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FOTOS: dpa
Kalaw, situada en el centro de Birmania, es un lugar muy tranquilo. La localidad está ubicada en el estado de Shan, una de las siete regiones administrativas del país asiático que siguen luchando por su autonomía. Las posibilidades de hacer excursiones y la cercanía al gran lago Inle con sus jardines flotantes han atraído más turistas en los últimos años.
El viaje desde la antigua capital birmana, Ragún, por sus carreteras agrietadas resulta agotador. Y como es habitual en los autobuses que transitan por esta región del mundo, se escucha el karaoke que acompaña a los turistas y nativos. Hace frío en las alturas y en las estaciones de ómnibus muchos birmanos llevan bufanda y guantes.
Hay varias ofertas de senderismo, en función del tiempo disponible y de la condición física. La ruta más popular va de Kalaw a Nyaung Shwe, a orillas del lago Inle, un trayecto de unos 50 kilómetros. Se necesitan tres días para realizar este recorrido. En vez de hoteles y restaurantes, hay naturaleza salvaje y mucha tranquilidad.
Uno de los grupos turísticos está integrado por cuatro suizos, dos austriacos y dos alemanes. James, el guía de casi 60 años de edad, organiza excursiones desde que los primeros turistas llegaron a este valle pintoresco. Está acompañado por Oscar, que se está formando como planificador de rutas, y tres cocineros que salen antes en sus motocicletas con cazuelas e ingredientes frescos.
El primer destino es un pequeño monasterio. Los panoramas montañosos se alternan con pequeños pueblos de los que siempre salen al encuentro con los senderistas niños gritando alegremente "¡Mingalaba!", es decir, "¡Hola!". Las madres ordenan la cosecha y cuidan de sus retoños. La electrónica y la electricidad aún no han llegado a esta región. Los pueblerinos no se desplazan en carro sino en bicicletas o carretas tiradas por bueyes.
A primera hora de la tarde llegaron al alojamiento donde pasaron la noche, un pequeño pueblo donde no eran los únicos huéspedes. Las familias cobran un poco de dinero por hospedar a los senderistas. La hora del aseo carece de una ducha caliente. La única opción para limpiar el sudor y el polvo es el agua de la fuente del pueblo. Unas cubetas de agua fría es justamente lo necesario después de una larga jornada.
Cada casa alberga varias generaciones y mientras preparan la cena, huele a especias frescas y exóticas. Hay curry de cacahuete, pan y aguacate. Y arroz, desde luego. La comida se prepara en un fogón al aire libre. Sabe deliciosa.
Al día siguiente, los viajeros se despiertan friolentos al despuntar el alba. En esta región puede hacer mucho frío durante la noche. Sin embargo, la salida del sol detrás de las montañas con los valles cubiertos de niebla lo compensa todo. A lo lejos se divisa la meta propuesta para el recorrido del día, un punto blanco con un techo dorado: la pagoda que pertenece al monasterio. Por todas partes en este país se alzan sobre el paisaje templos dorados. Myanmar es conocido por sus pagodas.
El camino discurre por campos de cultivo y una naturaleza salvaje despoblada. Hacia el mediodía llegan a un riachuelo que serpentea por el valle, y de repente ven a un pastor bañando a su búfalo. Rápidamente entran al agua fría y el animal no parece molesto. El pastor le frota la piel para limpiarlo después de que éste se revolcara en el agua.
Cuanto más se acercan al monasterio, más personas encuentran en el sendero. "Esta noche es luna llena, por lo que los habitantes se van a dirigir a los monasterios para hacer ofrendas", explica James.
En la tarde llegan al monasterio, situado a los pies de la montaña, que funciona también como orfanato. Más de 30 niños viven allí. Después de un largo partido de fútbol entre monjes y turistas, los religiosos reciben las ofrendas de los habitantes de los pueblos aledaños. Al final, todos rezan, cantan y comen conjuntamente.
La noche, nuevamente fría, termina a la las 04:30 horas. Después del desayuno, el grupo de senderistas se dirige al lago Inle. El paisaje se alterna entre pinares y terrazas de arroz. Después de un par de horas llegan al destino, donde termina la excursión. Un barco lleva a los agotados caminantes por el gran lago Inle a Nyaung Shwe pasando delante de jardines flotantes y pescadores.
A tomar en cuenta:
Cómo llegar: No hay vuelos directos desde Europa. La forma más sencilla de viajar a Birmania es tomar un vuelo a Bangkok y desde allí otro con destino a Rangún o Mandalay.
Cuándo viajar: Birmania tiene un clima tropical. La estación seca comprende los meses de octubre hasta mayo. La temporada alta para el turismo es el período de noviembre a febrero.