MIAMI.-Artistas plásticos contemporáneos de varias nacionalidades exploran la maldad en sus muy diversas formas en la exposición "El mal: un acto intencional", inaugurada esta semana en el Museo Judío de Florida.
MIAMI.-Artistas plásticos contemporáneos de varias nacionalidades exploran la maldad en sus muy diversas formas en la exposición "El mal: un acto intencional", inaugurada esta semana en el Museo Judío de Florida.
El tema es repelente pero real. "Queremos demostrar la intención de la gente que hace el mal y tratamos de que las personas actúen", dice a Efe con todo convencimiento Jackie Goldstein, curador de la exposición en Miami Beach.
Son 54 obras y otras tantas maneras de expresar o representar la maldad no como "un accidente cósmico", sino como un acto deliberado. La mayor parte de las obras provienen de una exposición sobre el mismo tema presentada en el Hebrew Union College Jewish Institute of Religion de Nueva York a finales de 2015.
Goldstein ofrece una explicación justo al lado de un maniquí a escala humana que soporta una túnica ceremonial del Ku Klux Klan (KKK), la organización estadounidense creada a finales de la Guerra de Secesión para perseguir y exterminar afroamericanos.
Cerca se ve una fotografía de 1955 donde aparece una reunión del KKK en las calles de Tallahassee, la capital de Florida.
"Esta exposición abarca la maldad en general: la violencia contra las mujeres, el KKK, el terrorismo. No es solo un reflejo del antisemitismo que, por cierto, se manifiesta también hoy en día en los Estados Unidos", afirma la especialista del museo.
Goldstein ha montado las obras en un espacio mediano para que el espectador se enfrente con la maldad a corta distancia.
Abre la muestra "Boy with a gun: Saturday Nigth Special" (Niño con un arma: Especial de sábado por la noche), de la artista neoyorquina Grace Graupe-Pillard, pastel sobre lienzo de grandes dimensiones firmado en 1992.
Otra obra destacada es "The Missed Train in 1941", realizada en 2015 por Riva Bell, sobreviviente del Holocausto en Polonia, y que muestra la soledad de una niña frente al tren que lleva a sus padres deportados a Siberia.
O una litografía de la norteamericana Elizabeth Langer sobre una foto de prensa tomada a "The Mothers of Beslan" (Las madres de Beslan).
Sus rostros reflejan el drama del secuestro por parte de separatistas islámicos en 2004 de una escuela en Beslán, en la República de Osetia del Norte, en el que murieron 334 personas -186 niños-.
Quizá las obras de arte más valiosas sean unos dibujos, precisamente de escolares. Es el caso de "Child's Drawing from Darfur" (Dibujos infantiles de Darfur, de 2009), realizados por niños de esa región de Sudán en un campo de refugiados y que transmiten el horror vivido.
Unos dibujos que sirvieron de prueba en el Tribunal Internacional de Justicia de la Haya para someter a la justicia a los autores del genocidio de Darfur, que comenzó en 2003.
"Debemos entender que estas cosas hay que mirarlas directamente, y de cerca, porque el horror continúa en el mundo", asevera la especialista del Museo Judío de la Florida.
FUENTE: EFE