WILMA HERNÁNDEZ
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@whernan
La muestra "Green Machine: The Art of Carlos Luna", que se exhibe hasta el 13 de septiembre en el museo Patricia & Phillip Frost de la Universidad Internacional de la Florida, abarca gran parte de la obra del artista cubano
WILMA HERNÁNDEZ
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Con motivo de la exposición de su obra en el museo Patricia & Phillip Frost de la Universidad Internacional de la Florida, el artista cubano Carlos Luna habló con DIARIO LAS AMÉRICAS sobre su arte y cómo sus vivencias han inspirado sus pinturas.
_ ¿Qué denota a la muestra Green Machine: The Art of Carlos Luna?
Green Machine es el resultado de casi cuatro años de trabajo. Bárbaro Martinez Ruíz, el curador con el que he trabajado los últimos tres años, tiene la idea de que yo soy una maquina en evolución hablando de mi origen. Se refiere a la continuidad de la producción de esa máquina que tiene como génesis el campo, al yo ser de [la provincia] Pinar del Río, porque constantemente he estado hablando orgullosamente del campo. La muestra cubre los últimos cinco años de mi trayectoria. Es una selección de esa obra, que además es muy experimental porque he probado con muchas técnicas nuevas que han enriquecido mi trabajo y que hablan del dinamismo que tiene mi trabajo desde el punto de vista expresivo. El haber trabajado los tapetes para mi es perfecto porque la tesis de mi trabajo es ser contemporáneo sobre una tradición histórica. El arte de la Talavera es una tradición que se sigue trabajando actualmente. Constantemente estoy trayendo al presente cosas que a lo mejor para otros están en desuso pero que para mí están más vigentes ahora que cuando se hicieron, y además enriquecen mi trabajo de una manera visual.
_ ¿Representa algo de la sociedad de los tres países donde ha vivido?
Sí, creo que soy un reflejo exacto de eso. Mi trabajo se ha premiado de cada uno de esos lugares donde he vivido, y en cada uno he vivido mucho de lo que hay en este trabajo. El Gran Mambo es una pieza introspectiva donde hablo de mi salida de Cuba, mi paso por México y mi llegada a EEUU, por eso tiene la forma estructural de un ojo, y en el centro dice ‘Mírame siempre’. Es como si yo me mirara hacia adentro y reanalizara de dónde vengo, dónde estoy y para donde voy.
_ ¿Qué podrías destacar de estos países en relación con tu arte?
No necesito decir que soy cubano. De ahí vengo y eso está en todo mi trabajo. México es un país de tantas capas que descubrir y con tantos velos que develar. Tiene tanto que explorar que de muchas maneras enriqueció mi trabajo, no solamente técnicamente o por las referencias del uso de un elemento u otro, sino por el espíritu del país que amplió el bagaje cultural de mi trabajo durante esos 13 años que estuve y a donde continúo regresando. Llegar a México y entrar en contacto directo con la obra de José Guadalupe Posada fue importante. También fue importante ver la obra de Rufino Tamayo, sobre cómo afrontó situaciones de su momento histórico y cómo logró plasmarlo. Después en EEUU, si algo agradezco de este país es poderme expresar libremente, poder construir el legado de mi carrera en un espacio libre sin estar sujeto a política culturales o a la política en sí. Entendí que este es un país de vías donde todo está conectado. Entonces comencé a crear nuevas vías para mi trabajo. Este país me permite diversificar y enviar mi obra a muchas latitudes, y exponer mi trabajo a un público más amplio, porque hay inmigrantes de todas partes del mundo.
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_ ¿Qué significa hoy en día ser un artista cubano en Miami?
Me siento más cubano que la bandera y que el himno, pero cuando salí de Cuba me convertí en un artista del mundo. No tengo ningún problema con decir que soy un artista cubano, o mexicano o cubanoamericano, o mexicoamericano. Creo que mi trabajo entró en un dialogo universal que es el discurso del arte. Elegí convertirme en un ciudadano del mundo y de eso habla mi trabajo de la identidad de un cubano hablando como ente por el resto del mundo. Para mí el arte no tiene fronteras, es uno sólo. Su génesis, su punto de partida le va a imprimir características propias que tienen que ver con su lugar de origen, pero al igual que la literatura, es universal.
_ En cuanto al proceso creativo, ¿cómo ocurre la magia?
No lo sé. Cuando me pongo a trabajar hago muchos bocetos. Yo creo que la magia de crear algo está dada por la disciplina de todos los días. Yo no creo en el talento ni en las habilidades, ni en la suerte. Puedes tener habilidad para hacer algo pero si no lo haces constante, el fruto es poco. Una planta no da frutos de un día para otro.
_ Entonces ¿no crees en la inspiración?
La inspiración es una mujer demandante al escándalo, pero no te va a mostrar nada si no te pones a hacerlo, si no estás dispuesto a entregarle el alma, y entregarle el alma es entregarle tu vida. Es trabajar a diario. Yo no creo en la musa. Ese cuento lo inventó alguien para beneficiarse de los artistas. Yo no creo en eso. Si existe la musa, si existe la inspiración, me tiene que encontrar trabajando. Me tiene que encontrar afrontando problemas todos los días en mi estudio.
_ ¿Cómo surge Empingated?
Los cubanos, en general los latinos, somos dados al doble sentido, al chiste. Este es un spanglish igual que lo es guajiro o gringo, que se le ocurrió a un amigo haciendo una paella, y me pareció una frase genial que debí usar yo para crear algo. Además fue basado en una experiencia terrible que tuve cuando vivía en México que entraron a robar en una galería y casi me matan. Entonces en esencia, Empingated se basó en mi análisis de aquella situación, porque es una realidad que todo ser vivo nació para morir. Y aunque no puedes elegir cómo vas a morir, sí puedes vivir escoger cómo vivir. Yo elijo que mi vida sea intensa. Mi trabajo está cargado de doble sentido. Empingated También es una frase que usamos los cubanos en particular cuando algo está muy bueno.
_ ¿Tuviste una inclinación hacia el arte desde temprana edad?
Yo siempre dibujé. Mi abuela tenía en su altar a la Caridad del Cobre, a Santa Bárbara y San Lázaro, y junto a ese altar de imágenes religiosas había imágenes muy notorias de la historia del arte de varios cristos y algunas de los beatos sobre la Apocalipsis. No supe cómo llegaron esas imágenes a mi abuela, pero me atraían tremendamente y desde pequeño comencé a hacer dibujos y retratos. Tenía una necesidad de expresarme a través del dibujo, del color, de las formas. Aunque no era consciente de que iba a ser artista. Esta carrera me descubre a mí y me descubro yo con ella, ejercitando y estudiando hasta que un día elegí que esto es lo que quiero hacer por el resto de mi vida.