La exhibición es “un merecido homenaje al legado” de Seinuk (La Habana, 1931 - Nueva York, 2010), y cuenta con materiales como videos, fotografías, planos, dibujos, maquetas, objetos, libros, revistas y recuerdos.
En la noche del cóctel de apertura estuvieron presentes decenas de invitados y familiares de Seinuk.
“Para mí es un orgullo, pero al mismo tiempo siento mucha humildad”, dijo a DIARIO LAS AMÉRICAS la viuda de Ysrael, Fanny Seinuk. “Como su esposa, siempre conocía de la riqueza de su pensamiento y su imaginación, pero ver que otra gente reconoce eso y que han querido mantener viva su memoria es una sensación muy especial, algo que no todo el mundo recibe. Eso para mí ha sido una cosa muy grande”, añadió.
De hecho, “uno de los arquitectos con quien él trabajó, Philip Johnson, una vez se acercó y me dijo: ‘your husband is a genius’. Él era especial y me alegra ver que el mundo piensa de la misma forma”.
Pero ese profesional respetado nunca perdió su cubanía, resaltó su viuda: “era muy dicharachero, imagínate, nació en Luyanó, y siempre llevaba eso como una bandera, y todo lo cubano era para él especial. Salimos como salieron todos, y él, gracias a Dios, levantó. Tuvo la oportunidad de prosperar y poder desarrollar su obra”.
Asimismo, durante una charla previa a la apertura del salón de la exposición, Fanny recordó “cuando Castro llegó a La Habana y comenzó su famoso discurso con palomas volando alrededor. Lo estábamos viendo en la sala por la televisión y, cuando terminó, mi padre dijo: ‘chicos, nos tenemos que ir’. Le preguntamos por qué, y respondió: “escuché ese discurso antes”. Resulta que había estado en la Plaza Roja escuchando a Lenin una vez. ‘Esto es una traducción de aquello’, nos alertó”.
Beatriz Seinuk-Ackerman, hija de Ysrael, afirmó que es “muy emocionante ver que todavía se mantiene su nombre, que sigue siendo querido por los cubanos, que para él eran sus hermanos, y el hecho de que este lugar se llama ‘museo de la diáspora cubana’. Para él su Cuba, su juventud, eran de máxima importancia. Ver en un museo así que están reconociendo su obra y su vida, para él hubiera sido uno de los hitos de su carrera. Esta gente del museo ha trabajado con tanto esmero, intensivamente, con tanto amor, que de verdad ha sido un privilegio conocer a cada uno de ellos”.
Una de las frases que su hija Beatriz rememora con más cariño es la que Seinuk decía cuando alguien celebraba sus logros: “nada mal para un cubanito pobre de Luyanó”. Así lo guarda en su memoria, amante de la música cubana, con un gran sentido del humor que combinaba con su rigor en el trabajo.
Esto último quedó demostrado con una anécdota que la propia Beatriz reveló y que hizo reír a carcajadas al público. Cuando ella trabajaba en la compañía de su padre, en un mismo edificio y con oficinas en diferentes plantas, él la llamó por teléfono para que bajara a su oficina a una reunión. Como ella tardó un poco en bajar, ya él estaba en la puerta esperando por ella, y la recibió con estas palabras: “la próxima vez toma el ascensor”.
El artista de la plástica Baruj Salinas, quien mantuvo una relación de amistad con Seinuk por muchos años, describió el profundo amor del ingeniero por el arte, con una enorme sensibilidad a la hora de apreciar la creación. “Lo extraño mucho, la verdad”, admitió.
Otro artista que compartió algunas memorias con los asistentes fue Humberto Calzada. “Nos conectamos inmediatamente”, dijo sobre el momento en que se conocieron. “Un cubanazo y otro cubanazo, la mezcla perfecta”, bromeó.
Sobre la niñez del ingeniero en Cuba, Calzada señaló que un babalawo le dijo una vez a Seinuk que si orinaba en las monedas de las ofrendas de los orishas se las podía llevar sin problemas. “Yo era el único que sabía eso, así que siempre tenía el bolsillo lleno de monedas”, le dijo Seinuk una vez.
Algo parecido ocurrió “cuando él estaba construyendo el Hotel Riviera, que tenía un suelo de concreto verde para los autos. Cada noche iban y destruían el trabajo. A la tercera vez, dijo: ‘voy a resolver esto’. Fue a una tienda y compró algo de pollo, un lazo rojo, y puso todo eso en la obra, con unas monedas”. Beatriz agregó que al otro día Seinuk fue a quitar lo que había puesto para seguir con el trabajo y alguien del equipo le gritó, asustado: ‘¡ingeniero, no toque eso!’”
Por su parte, Marcell Felipe, al frente del Museo Americano de la Diáspora Cubana, destacó que “la vida de Seinuk, si no se documenta, parecería una exageración porque no es normal que una persona tenga tantos éxitos en una sola vida”. En ese sentido, afirmó que “los cubanos hemos tenido tantos logros, tan superlativos, que a veces se confunden con leyendas, con nuestra habilidad criolla de exagerar las cosas, y es importante documentar los logros que ha tenido esa pequeña isla”.
Sumó que “en un momento en que nuestra isla vive un ataque tan grande a su autoestima, empujado a propósito por un gobierno que le quiere quitar la dignidad al pueblo —porque si no tienes dignidad no te puedes indignar—, es importante devolverles esa dignidad, que sepan que son herederos de uno de los países y una de las repúblicas más prometedoras en la historia del mundo moderno, y que depende de ellos retomarla. Queremos recordarles que ellos son parte de ese legado”.
Felipe reconoció el trabajo del equipo que hizo posible esta cuidadosa exhibición, que contó con la curaduría de Rafael Fornés, el diseño de imágenes de Jorge Rodríguez, el trabajo técnico y de contenidos de Lorraine Cepeda, la coordinación de Jesús Rosado, y el montaje de William Ríos e Ismael Gómez Peralta.
Un cubanoamericano entre rascacielos de Nueva York
Seinuk nació en La Habana, Cuba en 1931. Era el único hijo de Jaime Seinuk, quien había emigrado a Cuba desde Lituania, y Sara Seinuk. Seinuk estudió en la Universidad de La Habana y se graduó en 1954 como ingeniero civil. En 1953, Seinuk formó parte del equipo que diseñó Focsa en La Habana, el edificio más alto de Cuba y el segundo edificio de hormigón armado más grande del mundo en ese momento.
Después de que Fidel Castro se apoderó de Cuba con un régimen comunista en 1959, Seinuk marchó al exilio y llegó a Nueva York. En un pequeño espacio la familia de exiliados comenzaba una nueva vida.
En Nueva York, Seinuk se unió a la firma de ingeniería de Abrams, Hertzberg & Cantor. Más tarde se convirtió en socio designado de lo que se conoció como Cantor Seinuk. También fundó la firma Ysrael A. Seinuk, P.C., en 1977.
Algunos de los edificios en los que perduran sus aportes son: Adrienne Arsht Center for the Performing Arts (Miami), Torre Mayor (México), Messeturm Tower (Alemania), Levinstein Tower (Israel),y la torre 014 (Dubai). En Nueva York, la firma de Seinuk diseñó las estructuras de The Lipstick Building, Trump Tower, Trump International, Trump World Tower, Rockefeller University Research Building, Time Warner Center, Hearst Tower, The Westin Hotel, entre otros.
Como dijo una vez el expresidente Donald Trump, "Ysrael Seinuk y su personal son los mejores en el negocio". Nombrado por la revista Time como uno de los 25 "Hispanos más influyentes de Estados Unidos", el judío cubanoamericano Ysrael Abraham Seinuk fue un brillante ingeniero estructural que cambió la forma en que se construyen los rascacielos y diseñó las estructuras de muchos de los lugares más emblemáticos de Nueva York y de todo el mundo.
Seinuk se convirtió en uno de los principales expertos del mundo en el diseño estructural de rascacielos. The New York Times escribió que Seinuk "hizo posible que muchos de los edificios nuevos más altos de la ciudad de Nueva York resistieran el viento, la gravedad e incluso los terremotos".
Se le atribuyen innovaciones en el uso de hormigón armado como material estructural en rascacielos. Elizabeth O'Donnell, decana asociada de arquitectura de Cooper Union, lo llamó "la persona que trajo el hormigón armado a la ciudad de Nueva York, porque esta era principalmente una ciudad donde sus rascacielos estaban estructurados en acero".
Sin embargo, uno de sus logros más satisfactorios era la enseñanza. Impartió clases de ingeniería estructural en la escuela de arquitectura The Cooper Union. Como se lee en la página de este centro educativo, “después del 11 de septiembre, Seinuk fue el único diseñador estadounidense invitado por la Institución de Ingenieros Estructurales de Gran Bretaña a participar en la publicación de Safety in Tall Buildings: Standards for Tall Building Design for the European Union.
En 2004, Real Estate Weekly dijo sobre él: "No se puede caminar por las calles de Manhattan sin ver un edificio que el famoso ingeniero estructural Ysrael Seinuk no ha tocado".
Seinuk y su empresa diseñaron más de 50 oficinas de gran altura, edificios y cientos de estructuras de apartamentos en Nueva York. Fue apodado ‘Mr. New York’ por su ingeniería de los rascacielos de esa ciudad”.