“Se va elevando…, se va elevando…, y la bola… se llevó la cerca”.
“Se va elevando…, se va elevando…, y la bola… se llevó la cerca”.
Así, con una voz entre hueca y recia, el narrador Felo Ramírez describía el momento cúspide del béisbol, ese instante fantástico en el que un jugador batea la pelota de jonrón, recorre las cuatro bases y llega al home para celebrar la hazaña.
Aunque era parte de su rutina diaria, en sus palabras siempre había un dejo especial de magia y misterio. Pero esa voz se ha apagado y el inconfundible Felo, cariñoso y sonriente como será recordado por siempre, ha partido de este mundo a la edad de 94 años.
Durante más de siete décadas, el reconocido comunicador se caracterizó por ofrecerle a la audiencia un estilo propio y una descripción fidedigna de lo que ocurría en el terreno de juego como si el oyente estuviera en las gradas del estadio, en medio de vendedores de cervezas de voces altisonantes y gritos exacerbados de aficionados que coreaban: “Go fish. Go fish”.
El veterano locutor cubano convalecía desde hace varios meses luego de sufrir una caída durante uno de sus tantos viajes de trabajo con la novena de los Marlins, de quien era su "voz en español". Desde entonces, su narración fiel dejó de escucharse a través de Radio Mambí, de la cadena Univision y, no es para menos, hoy el deporte de la pelota chica está de luto.
Un comunicado de los Marlins es una prueba fehaciente del gran amor que todos sentían por Felo: “La organización de los Marlins está sumida en la tristeza por la muerte de un gran amigo, Salón de la Fama e ícono de la comunidad, Felo Ramírez. Desde nuestra temporada inaugural, narró prácticamente todos los momentos mágicos de la franquicia a generaciones de fanáticos".
Sus inicios
Felo recordaba con profunda nostalgia los hechos que rodearon su salida de la isla, en 1961. “Fue muy difícil para mí separarme de mis padres. A mamá nunca más la volví a ver y solo me conformo pensando que a mi padre sí pude verlo. Uno de mis grandes sueños ha sido narrar para millones de aficionados en una Cuba libre, un partido en el Estadio del Cerro”, nos dijo en una cálida entrevista en el año 2013.
Comenzó a hacer radio a los 16 años. “Mi padre quería que yo fuera abogado para ganar suficiente dinero”. Pero como las inclinaciones hacia un oficio o una profesión no las determina ni el más estricto de los padres, ni el mismo Dios algunas veces, Rafael “Felo” Ramírez nació para vivir en una cabina de radio, entre micrófonos, cables y frente a un diamante con 22 jugadores esperanzados en sacar del parque una pelota no más grande que una naranja.
Su fama germinó con la célebre “Cabalgata Gillette”, de la cadena internacional NBC, en 1950, en su natal Cuba. Desde ese momento, la voz de Felo se escuchó en las radios de todo el continente, donde compartió micrófonos con el argentino “Buck” Canel, el de aquella famosa frase en los recuerdos de los amantes de la pelota: “No se vayan, que esto se pone bueno”.
La seguridad y gracia natural para narrar béisbol hicieron de este cubano, nacido en Bayamo, en el oriente de la isla, el 22 de junio de 1923, una leyenda viva de la radio.
Los grandes momentos de este prodigioso bayamés fueron tanto muchos como variados. Entre las hazañas que le tocó narrar se cuentan el partido perfecto lanzado por Don Larsen, en la Serie Mundial de 1956; el hit 3.000 del boricua Roberto Clemente y el cuadrangular 715 de Hank Aaron.
No por casualidad, ni coincidencia, su nombre está escrito en el Salón de la Fama de Cooperstown, al que fue elevado 5 de agosto del 2001 después de ganar el premio Ford C. Frick.
Un dolor
Jamás pudo reponerse de la muerte de Luisa, su esposa, cariñosamente conocida como Fela. “Ella fue todo en mi vida, y a quien, a pesar del paso de los años, aún tengo metida en mi corazón. Con ella compartí 55 hermosos años”.
El día de esa confesión, Felo cumplía 90 años y se encontraba en la ciudad de San Francisco, haciendo lo que más disfrutaba: narrar pelota.
“Allá [en Miami] me esperan sobrinos y muchos parientes, que son parte esencial de mi vida, una vida que no ha sido ni será igual desde que se despidió de mí lo que más he querido, mi esposa Luisa”, recordó Felo.
Miami ahora llora su partida y celebra el jonrón con bases llenas que fue toda su vida.