Por Omar Claro
Por Omar Claro
En la celebrada San Salvador del Bayamo, segunda de las siete villas creadas en Cuba por el español Diego Velázquez, cada piedra atesora un sitial en la historia. Ciudad Monumento. Tierra de hombres nobles. De mambises y generales del ejército libertador cubano. Cuna del Padre de la Patria y del primer presidente de la República de Cuba en Armas, Carlos Manuel de Céspedes. Perucho Figueredo, autor del Himno Nacional cubano, también vio luz en la Ciudad de los Coches.
La lista de ilustres bayameses aún estaba incompleta. Faltaba una celebridad en la narración deportiva... y este vástago de pura cepa terminó por superar aquella asignatura pendiente.
Al paso de siete décadas, el distinguido timbre de este ínclito bayamés no tiene comparación… se trata del genio inmortal en la narración deportiva: Rafael Felo Ramírez Árias.
Paradojas del destino. Estuvo a un tilín de hacer carrera como baladista. Se emocionaba tanto con las letras de las canciones románticas que no alcanzaba a contener las lágrimas hasta que finalmente… le tocaron la campana al mejor estilo de La Corte Suprema del Arte.
Los escenarios perdían a un futuro cantante, pero la crónica radial deportiva recibía a la próxima Estrella Naciente de la narración. Quizás, el más brillante relator criollo de todos los tiempos.
Y mira que relumbraba desafiante aquella enciclopedia del micrófono deportivo nacional… Manolo Fernández de la Reguera, el Premier, estandarte de RHC Cadena Azul. Orlando Sánchez Diago, as de Unión Radio. Carlos Cuco Conde. Jess Lozada. Fernandito Menéndez. Gabino Delgado. René Cañizares…
En cualquier época siempre habrá grandes narradores. Pero, todos estaremos de acuerdo que la historia de la radio recogerá a un solo Rafael Felo Ramírez Árias.
Soberano del micrófono que redefinió la categoría de narrador deportivo con una fórmula muy sencilla: Inimitable estilo, voz, carisma, improvisación y un trato muy campechano y agradable.
El talento ciclópeo de Felo no se forjó en ninguna facultad o seminario universitario. Ocurrió en la calle.
Todavía no había cumplido los 16 años de edad y ya se buscaba el sostén con el megáfono y unas bocinas prestadas que amplificaban su modulada y disciplinada voz por las calles de su natal Bayamo.
Gracias a una impecable dicción se le abrieron las puertas para anunciar las películas del teatro Bayamo y los comerciales de negocios.
Luego vendría la campaña electoral junto al entonces aspirante a la alcaldía municipal Alberto “Beto” Samuel Soto (1908-1991), quien conquistó la magistratura por mayoría abrumadora y luego sería ratificado por otro período de cuatro anos. En su momento, el mismísimo “Beto” Samuel le daría animo a su coterráneo para que diera el salto hacia la urbe capitalina.
Por aquellos años y sin transmisión radial, Felo narraba los encuentros de béisbol que se escenificaban en el ya desaparecido terreno La Lechera los fines de semana, en los alrededores de la terminal de ferrocarriles de la oriental tierra de Bayamo. Algo así como contarle a los fanáticos lo que ellos veían con sus propios ojos.
En 1945, siete décadas atrás -exactamente 72 años- el último marajá del micrófono deportivo caribeño desembarcó en la capital cubana.
La radio cubana vivía su etapa romántica. Las estrellas internacionales y del patio desfilaban día y noche por los programas radiales en vivo. Aquella radio apenas conocía la palabra grabación.
La televisión entonces no pasaba de ser un proyecto. Las grandes voces se daban banquete y se peleaban, día a día, la preferencia de los oyentes. Los narradores deportivos actuaban en primera fila. Cada emisora se jactaba de presentar en el dial al mejor staff de la narración deportiva.
Y había material suficiente para las trasmisiones nacionales. Solo en el pasatiempo nacional se difundía la Liga de Baseball Profesional, la Liga Nacional de Baseball Amateur, la Liga Social y la Liga Semiprofesional.
Radio Salas, histórica planta de los hermanos Manolo y Guillermo localizada en San Rafael #108 y Consulado, le ofreció la primera oportunidad en 1945 para narrar encuentros en vivo de la tan popular liga amateur.
El bayamés se consagró en su temporada inaugural y la Asociación de la Crónica Radial Impresa (ACRI) no encontró ningún reparo en otorgarle la estatuilla al narrador deportivo mas aclamado del año.
El desempeño de Felo detrás del micrófono comenzó a dispararse por todo el dial de la radio. En 1946, al año siguiente de su debut, el propietario del diario El Crisol, Julio Cesar González Rebull, quien acababa de adquirir los derechos de la COCO que entonces trasmitía desde los altos del propio edificio de El Crisol en la calle Lealtad, le hace un guiño al novato oriental y El Periódico del Aire… se llevo la cerca. De los $80 dólares que cobraba en radio Salas el salario de Felo se disparó a $300 mensuales, una cifra incontestable para la época.
*Fragmentos del libro en preparación Los 94 innings de Felo Ramírez de Omar Claro, homenaje póstumo al campeón de la crónica radial cubana, latinoamericana y mundial.