MIAMI.- DPA
El joven venezolano ha sido una de las revelaciones de la Copa América Centenario
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Con sus galopadas por la banda izquierda y su manera de eludir rivales en espacios reducidos, el joven de 19 años Adalberto Peñaranda ha sido una de las claves de la sorpresiva Venezuela y una de las revelaciones de la Copa América Centenario de fútbol.
El espigado jugador venezolano posee un estilo de juego singular: es un derecho que juega a banda cambiada por la izquierda, donde se aprovecha de su velocidad para desbordar a sus rivales hasta pisar el área enemiga, pero también siendo capaz de aguantar y burlar rivales pisando la pelota, recordando un poco al volante argentino Juan Riquelme.
Tras el triunfo 1-0 frente a Uruguay que clasificó a Venezuela a los cuartos de final de la Copa América rompiendo con todos los pronósticos, el seleccionador venezolano, Rafael Dudamel, fue directamente a buscar a Peñaranda para felicitarlo por su gran desempeño: "!Cada día mejor, cada día más grande!".
De momento no ha podido anotar, aunque Peñaranda coqueteó con el gol en un mano a mano con el portero uruguayo Fernando Muslera, pero el guardameta le ganó el duelo.
Tras su llegada al banquillo de la selección "vinotinto" en abril, Dudamel ha apostado de manera decidida por Peñaranda, a quien no sólo lo colocó en el once abridor de los últimos dos compromisos sino que además le permitió usar la camisa 18, aquella que usara el volante Juan Arango, el más grande futbolista venezolano de la historia.
Sin embargo, la carrera de Peñaranda estuvo cerca de haber llegado a un súbito y precoz final cuando fue víctima de la inseguridad de Caracas, una de las ciudades más violentas del mundo según varios estudios.
En mayo del año pasado, a pocos días de cumplir los 18 años, Peñaranda fue herido de bala en un intento de robo cuando salía junto con su compañero de equipo Charlis Ortiz de una fiesta en la capital venezolana.
Para fortuna del jugador nacido en el pueblo andino de El Vigía, la herida que sufrió en el muslo izquierdo fue "limpia", es decir, que entró y salió sin dañar tejidos que afectaran su calidad de vida ni su desempeño deportivo. Ortiz, que sigue activo como futbolista, tuvo menos suerte y le tocó pasar por el quirófano para remover los dos disparos que recibió.
Pese a ello, la experiencia marcó la vida del adolescente. "Pude haber muerto", comentó posteriormente Peñaranda.
Pero la providencia tuvo otros planes para el volante, quien posteriormente sería vendido por el Deportivo La Guaira al Granada español, un recién ascendido a la primera división española donde comenzaría su meteórico ascenso.
El joven tuvo que conformarse con arrancar la temporada con el filial, pero ya para noviembre el entonces entrenador del Granada, José Ramón Sandoval, decidió darle la oportunidad de debutar.
"Lo he dicho, ¿no? La gente del filial tiene que llamar a la puerta y derrumbarla para poder jugar en el primer equipo y yo creo que hoy este chico la ha derrumbado a todas, todas, ha demostrado alma, ha demostrado ser jugador igual que los demás de primera división a pesar de su juventud, ese descaro, ese desparpajo", dijo Sandoval.
Esa noche, Peñaranda se convirtió en el jugador más joven en debutar con el Granada en primera división y él respondería a la confianza peleando cada balón y haciendo goles que fueron decisivos para salvar al equipo andaluz del descenso.
Peñaranda incluso tuvo el descaro de romper un récord de Lionel Messi, el rival que enfrentará el sábado en los cuartos de final de la Copa América, al convertirse este año en el extranjero más joven en anotar un doblete en la liga española, con 18 años y 195 días.
De cara a la Copa América, la misión de Peñaranda es dar una nueva sorpresa y dejar afuera a la poderosa selección argentina de Messi, que tras haber sido la única en haber ganado sus tres partidos en la primera fase, se erige como la gran favorita a alzarse con el certamen.
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