La semana pasada vimos como Juan Manuel Santos hizo una gira por EEUU buscando apoyos para financiar la paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el post-conflicto. Santos tuvo reuniones importantes: con el Presidente Barack Obama y por supuesto, con empresarios de la región para convencerlos de que seguir invirtiendo en Colombia es el camino correcto a pesar de que los hechos demuestran lo contrario.
Según Santos, su paz mentirosa con las FARC le brindará armonía al país y acabará con años de conflicto en Colombia lo cual sería muy bueno si en realidad fuera eso lo que se va a lograr. Pero todos los colombianos nos preguntamos: ¿acaso las FARC no tienen dinero producto del narcotráfico para financiar parte de su reinserción en la vida civil? ¿Por qué debe ser la sociedad civil, empresarios y víctimas quienes financien la paz de las FARC con sus impuestos? ¿Por qué los contribuyentes de EEUU deben financiar a las FARC sin que estos aporten ni un centavo del dinero ilícito de la droga?
Para todas estas preguntas las respuestas son: primero, no se debe financiar la paz de Santos-FARC con los impuestos de los contribuyentes, ni colombianos ni estadounidenses; y segundo, las FARC deben indemnizar a sus víctimas con los dineros que han usufructuado del secuestro, narcotráfico y extorsión durante tantos años. ¿Será que ahora nos vendrán con el cuento que son unos angelitos de la caridad y que no tienen dinero para pagar por sus crímenes? Definitivamente Santos no solo se burla del país sino que le miente a la comunidad internacional acerca de la realidad de Colombia.
Pero definitivamente la pregunta más importante es, ¿y en dónde se queda el Ejército de Liberación Nacional (ELN)? ¿Será que este gobierno solo busca hacer la paz con las FARC para que después tengamos otro grupo con que negociar? Pues si yo fuese el ELN haría lo mismo que las FARC. Buscaría secuestrar más policías y militares, hacer más actos terroristas, acabar con la infraestructura del país, seguir con el negocio del narcotráfico y después pedir sentarse a la mesa cuando estén en una posición más fuerte para negociar pidiendo esta vida y la otra como lo ha hecho las FARC.
Lo irónico es que las FARC pidió todo sin estar fuertes, pero claro los líderes políticos que dirigen las FARC detrás de bambalinas se aseguraron de que este grupo recibiera todo lo que está pidiendo para consolidar su futuro no solo económico sino político, y Juan Manuel Santos, por su puesto, les entregó todo en bandeja de plata. Lo curioso es que a Santos le afana hacer la paz con las FARC pero no con el ELN. Es claro que en Colombia el delito paga, y ya vemos como en el caso de las FARC esto queda demostrado. Seguramente con otro gobierno veremos otro show para legalizar al ELN, y el crimen reinará por encima de la ley.
El ELN seguirá creciendo si no es legalizado ahora, y tendremos esta guerra mentirosa por más años gracias a la farsa de proceso de paz que Juan Manuel Santos le ha vendido al país. Y peor, en su afán por debilitar al ejército, el ELN se nos crecerá y será el brazo armado no solo de los políticos que la dirigen, sino de la misma FARC quien tendrá derechos políticos y de bono tendrá la posibilidad de seguir con el negocio ilícito de la droga hasta que algún día podamos ver al ELN también incluido en una negociación de paz. Y cuando tengamos que defender al país, tendremos un ejército débil y sin argumentos para enfrentar las amenazas que surgirán de este acuerdo nefasto para Colombia.
Resulta ingenuo decir que habrá paz y que habrá post-conflicto, cuando ni siquiera se habla de un proceso de paz con el ELN. Son muchas las excusas para realmente hacer un proceso con el ELN, pero la única verdad es que Colombia necesita una paz seria, sin mentiras y sin absurdos que permitan más farsas como la de La Habana.
Es hora de exigir un final a la guerra, pero no a medias como lo pretende Santos: o todos en la cama, o nada. No más mentiras y exijamos también la paz con el ELN, para por fin hablar de post-conflicto.