MIAMI- Primero la pandemia y ahora la guerra en Ucrania. Ambos sucesos han beneficiado a China, el primero de forma directa y el segundo indirectamente.
MIAMI- Primero la pandemia y ahora la guerra en Ucrania. Ambos sucesos han beneficiado a China, el primero de forma directa y el segundo indirectamente.
Cuando Estados Unidos le tendió la mano al régimen comunista de China en una política de acercamiento y expansión comercial frente a la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en medio de la Guerra Fría, analistas ultraconservadores alertaron a la Casa Blanca del peligro de esa estrategia: “EEUU fortalecería un régimen comunista que jamás sería aliado”.
Después de que el presidente Richard Nixon visitara la República de China en 1972, el primer paso para normalizar las relaciones oficiales en 1979, aquellos que olieron el peligro en ese cambio de estrategia estadounidense nunca se equivocaron.
China dejó de ser el país “agradecido” que en algún momento pareció ser para convertirse en la segunda potencia económica del mundo, cuyo único objetivo siempre ha sido destruir la hegemonía de Estados Unidos (EEUU) y desmembrar el capitalismo occidental.
Desde aquel entonces, China no se ha detenido y ha aprovechado cada puerta abierta. Los llamados Institutos Confucio para “supuestamente” aprender la cultura china y el idioma mandarín en Estados Unidos ya suman 100 en todo el país. Su objetivo real: permear el sistema educacional estadounidense con tendencias maoístas socialistas entre adolescentes y jóvenes, y despertar su admiración por los éxitos del gigante asiático.
La decisión del Departamento de Estado ha sido no clausurarlos. Los pone bajo vigilancia y alienta a las universidades estadounidenses a terminar sus relaciones con ellos.
La expansión de China
Desde la captación de grandes empresas mediante incentivos hasta el espionaje cibernético, conforman las acciones que han completado el programa bien estructurado de China para su penetración en EEUU y en América Latina durante décadas.
BlackRock y otros grandes fondos de gestión de activos de EEUU han invertido miles de millones de dólares en acciones de empresas chinas que apoyan los aparatos militares y de seguridad del Partido Comunista de China.
En una carta a 10 gobernadores, el director ejecutivo de Consumers’ Research, William Hild, instó a investigar “los múltiples riesgos que plantean las amplias inversiones de BlackRock en empresas chinas, desde el punto de vista ético como de la responsabilidad fiduciaria que se les debe a los titulares de pensiones y jubilados estadounidenses".
Los 10 estados cuyos fondos públicos de pensiones tienen más inversiones en BlackRock son Washington, Florida, Nueva York, Nevada, Nebraska, Carolina del Sur, Oklahoma, Pennsylvania, Montana y West Virginia.
La respuesta del gobernador de Florida, Ron DeSantis, fue tajante: ordenó una revisión de las inversiones del Sistema de Pensiones de Florida para determinar cuánto se ha invertido en firmas chinas. El estado posee uno de los planes públicos de jubilación más grandes en Norteamérica.
“Creo que EEUU en general debería desvincularse de China”, dijo DeSantis durante una reunión con directivos de la agencia federal Small Business Administration (SBA) a finales de diciembre. “Pero, desde luego, nuestras inversiones deben desvincularse”.
BlackRock tiene importantes inversiones en empresas que refuerzan el desarrollo tecnológico del ejército chino, incluidas Tencent, Semiconductor Manufacturing International Corporation, China Telecom y China SpaceSat.
La empresa de gestión de activos también ha invertido en dos compañías, Hikvision e iFlytek, que se encuentran en la lista negra de Washington por abusos de derechos humanos contra los uigures en la región occidental de Xinjiang.
Chantaje y espionaje
China posee más de 1,6 billones de dólares en títulos de deuda estadounidense, el 28% del total que recae en manos extranjeras. De ahí la respuesta a ciertas concesiones sumamente peligrosas al enemigo número uno de EEUU y su influencia marcada en la Bolsa de Valores de Nueva York mediante grandes multinacionales tecnológicas y de otros sectores.
Expertos en inteligencia cibernética afirman que China “está utilizando como arma la información personal [de los estadounidenses]” a través de datos robados e inteligencia artificial (IA) y mediante su programa Ruta de la Seda Digital.
Pero China está en todas los frentes en disputa del planeta, hasta en la silenciosa guerra por las rutas del Ártico en busca de más vías de comercio y a mejores costos.
“Vemos una China que no le dice al mundo que está debilitada [económicamente]”, dijo Bob Gourley, pionero de la inteligencia cibernética y exdirector de tecnología de la Agencia de Inteligencia de Defensa. “Va a generar mucho estrés y presión en ellos [tener que] buscar nuevas fuentes de ingresos”.
El Centro Nacional de Contrainteligencia y Seguridad en EEUU (NCSC, por sus siglas en inglés) dijo que Pekín ha utilizado inversiones en compañías estadounidenses de biotecnología y asociaciones con hospitales y universidades para obtener acceso a datos genéticos y de atención médica de EEUU.
Según el NCSC, grandes cantidades de información genómica pueden impulsar los avances en el vanguardista campo de la medicina de precisión, lo que permitiría a China superar a EEUU y convertirse en líder mundial de la biotecnología. Estos datos también pueden ser utilizados como arma para seleccionar individuos para operaciones militares y de inteligencia.
China se ha hecho de un monopolio virtual en la fabricación de productos de alta tecnología, porque produce el 75% de los teléfonos celulares en el mundo y el 90% de las computadoras personales, además de fabricar la mayoría de las piezas y materiales de los que depende el Ejército de EEUU.
Desde adentro
Pero el peligro no radica únicamente en los ataques directos o encubiertos del régimen chino, sino en acciones internas en el país como revela un reciente libro titulado “Peril” (Peligro) de los periodistas Bob Woodward y Robert Costa y que involucra al jefe del Estado Mayor del Ejército de EEUU, Mark Milley.
Según la publicación, Milley actuó a espaldas del entonces presidente Donald Trump y en contubernio con la líder demócrata de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi.
Los periodistas en el mencionado volumen describen que el general Milley se puso en contacto con las autoridades chinas, sin el conocimiento ni autorización del Comandante en Jefe del Ejército (Presidente Trump) para evitar un supuesto “conflicto armado a gran escala”.
“General Li, usted y yo nos conocemos desde hace cinco años. Si vamos a atacar, le llamaré con antelación. No va a ser una sorpresa”, son parte de las supuestas declaraciones de Milley a su homólogo chino.
Cada 10 horas, el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) abre un nuevo caso de contrainteligencia vinculado con China. Y cada año, EEUU pierde entre 225.000 millones de dólares y 600.000 millones de dólares el robo de propiedad intelectual, según cifras de la Comisión sobre el Robo de Propiedad Intelectual Estadounidense.
Durante una entrevista con DIARIO LAS AMÉRICAS sobre su libro: “América 2.0, la guerra de independencia contra China”, el economista y analista Rafael Marrero afirma que “China ha tomado la delantera por ejemplo en los buques de guerra, los submarinos atómicos, el control de los mares y el espacio virtual. Eso lo convierte en un reto estratégico muy serio para EEUU y es algo que concierne a todas las generaciones”.
“Para nosotros los ‘baby boomers’ es más fácil entenderlo porque sabemos lo que es la Guerra Fría, el conflicto Occidente vs. Oriente y la lucha contra el comunismo a nivel global y su influencia e impacto al penetrar el capitalismo occidental”.
“Hablamos de un país que se ha desarrollado económicamente con la ayuda de EEUU. El 24% de todo lo que se consume en EEUU proviene de China, eso es espantoso y estamos pagando un costo altísimo”.
Otro sonado escándalo en altas esferas de EEUU vinculado a China y convertido en absoluto silencio es el caso de Hunter Biden, hijo del actual presidente estadounidense Joe Biden.
Un informe del Comité de Seguridad del Senado dijo que encontró pruebas de las cuestionables relaciones del hijo de Biden con empresarios y altos funcionarios de varios gobiernos cuando su padre era vicepresidente de EEUU en la administración de Barack Husseim Obama, además de pagos en transacciones millonarias en efectivo.
El documento reveló que Hunter Biden tenía asociaciones comerciales con ciudadanos chinos vinculados al gobierno comunista y al Ejército Popular de Liberación. Las relaciones comerciales también habrían ocurrido con Ucrania, Rusia y Kazajistán, relaciones que implicarían conflictos de intereses.
El informe se basa en revisiones de más de 45,000 páginas de registros de la administración de Barack Obama y ocho entrevistas con funcionarios y exfuncionarios estadounidenses.
De acuerdo con el reporte, Hunter Biden trazó una red de negocios con empresarios políticamente conectados en China, Kazajistán y Rusia durante el transcurso del mandato de su padre como vicepresidente de la administración de Barack Obama.
Hunter Biden -según la pesquisa- recibió 3,5 millones de dólares de Elena Batúrina, segunda esposa del exalcalde de Moscú, Yuri Luzhkov y ligada al crimen organizado, en particular a la organización Solntsevo, una de las más poderosas en Rusia.
En Ucrania, "Hunter Biden aceptó un puesto lucrativo en la Junta Directiva de una empresa de energía ucraniana (Burisma), con una extensa reputación de corrupción. Todo mientras su padre era vicepresidente de EEUU y la cara pública en el manejo de la política hacia Ucrania por parte de la administración Obama".
Además del pago de 3,5 millones de dólares por "consultoría" de Baturina, Biden también ganó millones de dólares al asociarse con ricos empresarios chinos relacionados con el Partido Comunista de China y el Ejército Popular de Liberación, para solicitar inversiones chinas en empresas extranjeras.
Peter Schweizer, presidente del Government Accountability Institute, columnista, escritor y consultor político, indicó en un libro que en total "la familia Biden recibió unos 31 millones de dólares de empresarios chinos vinculados con altos niveles de inteligencia china durante y después del mandato de Joe Biden como vicepresidente".
Schweizer manifestó además que el otrora vicepresidente estadounidense se "reunía con los clientes de su hijo, en especial los de China y Ucrania, durante encuentros extraoficiales".
Guerra y poder
El brote del virus de COVID-19 surgió en el centro de una guerra comercial entre los dos mayores motores del planeta, en la que China se vio obligada a ceder parte de sus reclamos y firmar un acuerdo con la Casa Blanca a mediados de enero del 2020. Durante más de año y medio la disputa afectó el comercio global.
Uno de los compromisos de China en el pacto fue que compraría 200.000 millones de dólares adicionales en bienes estadounidenses en los próximos dos años. Pero la alarma sobre el SARS-COV-2, no saltó por ninguna parte.
A finales de diciembre un oftalmólogo chino alertó al mundo, a través de un video con su celular, de una inminente catástrofe sanitaria si no se actuaba con celeridad. No fue hasta el 23 de enero que el gobierno asiático decidió cerrar la ciudad de Wuhan, con unos 10 millones de habitantes y una población flotante de casi 5 millones.
El doctor Li Wenliang recibió amenazas de la policía de que sería procesado judicialmente si volvía a referirse públicamente al peligro del virus. Wenliang, de apenas 34 años, murió por un supuesto contagio el 7 de febrero.
Un informe del Servicio Federal de Inteligencia Alemán afirmó que el presidente chino Xi Jinping pidió al Director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom, que “retrasara una advertencia global” sobre la amenaza de COVID-19.
Según el reporte, publicado en el diario alemán “Der Spiegel”, "el 21 de enero, el líder chino Xi Jinping pidió al jefe de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, que retuviera la información sobre la transmisión entre humanos y que retrasara la advertencia de una pandemia”, publica el portal ADN Cuba.
Por supuesto, horas después de que la noticia saliera a la luz, la OMS emitió calificó la información como “infundada e incorrecta”.
La pandemia y la guerra en Ucrania no solo han beneficiado económicamente a China al dejar una estela mayor de dependencia global del gigante asiático, sino que Rusia podría dirigir su mercado de exportaciones de gas, petróleo y materiales importantes para la industria hacia Pekín frente a la ola de sanciones económicas de EEUU y Europa.
Otros expertos consideran que la urgencia del gas y el petróleo ruso en Europa, casi insustituible según la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP y OPEP+), no obligaría a Rusia a mover su engranaje financiero y comercial hacia el régimen chino al menos por ahora, pero en un futuro cercano la hipótesis tendría tal vez otro análisis.
Tanto el rublo como las exportaciones rusas se mantienen sin variación perjudicial, pese a las sanciones.
Lo verdaderamente notable es que el mundo observa movimientos dudosos para algunos y acelerados y preocupantes para otros, respecto al llamado Nuevo Orden Mundial.
La inflación entre las grandes potencias, arrastradas por el alto nivel de precios en EEUU, la pandemia, la intensidad de las élites por más control y poder y el conflicto bélico en una región trascendente para la economía mundial hacen pensar que entramos en una etapa de múltiples cambios e incalculables sorpresas.