lunes 12  de  mayo 2025
CRISIS INFLACIONARIA

El petróleo, la peor pesadilla para la Casa Blanca

El precio nacional promedio de la gasolina en Estados Unidos se ubica ahora en la cifra récord de 4,60 dólares el galón regular 
Por Leonardo Morales

MIAMI- Ninguna de las medidas ordenadas por la Casa Blanca para intentar contener el precio de la gasolina en Estados Unidos ha dado señales de efectividad. Por el contrario, ha seguido en aumento y ahora el promedio nacional se situaba a mediados de mayo en la cifra récord de 4,60 dólares el galón regular.

En algunos estados del Norte (al este y oeste), los conductores pagan más de 6 dólares por la misma cantidad y por el menor octanaje.

El valor del petróleo no logra mantenerse estable y menos por debajo de los 100 dólares el barril, pero no es el final. Los expertos consideran que el precio del crudo seguirá en ascenso por las presiones de China, la guerra en Ucrania, las sanciones a Rusia y el anuncio de la Unión Europea de embargar el crudo de Moscú.

El rechazo

Después de más de un año sin hacer caso a la escalada de precios en EEUU, causada por el propio gobierno de Joe Biden y sus restricciones a la producción y exportación del petróleo estadounidense y del fructífero comercio con Canadá, la Casa Blanca busca ahora con desesperación reducir los altos costos del combustible para los estadounidenses, en un año de decisivas elecciones legislativas de medio término.

Los demócratas, notablemente preocupados por los bajos niveles de aceptación de Biden y las consecuencias de sus fallidas políticas económicas, buscan algún incentivo que logre revertir siquiera alguna parte del gran descontento popular, que se ha vuelto tan alto y crónico en contra de la Casa Blanca que los medios liberales apenas mencionan las encuestas.

Los últimos sondeos arrojan entre un 33% y 35%, el más bajo para un Presidente de EEUU, incluso por encima de Jimmy Carter, cuyo mandato estuvo permeado por una economía debilitada, una inflación descontrolada y tasas de interés de dos dígitos.

La única opción que le ha quedado a Biden frente a la opinión pública y las presiones de los consumidores es culpar a Rusia. Sin embargo, semanas antes de la invasión de Vladimir Putin a Ucrania el precio del barril de petróleo rondaba los 100 dólares en EEUU, incluso en dos ocasiones llegó ese nivel. En Europa superaba a diario esa barrera.

“Nuestros precios están subiendo por las acciones de Putin. No hay suficiente oferta y si queremos precios más bajos de la gasolina, necesitamos tener un mayor suministro de petróleo en este momento", dijo Biden para sorpresa de legisladores republicanos y empresarios petroleros en EEUU.

La promesa

Una de las promesas de Biden en su campaña electoral fue comenzar con intensidad en EEUU la transición del petróleo a las llamadas energías limpias para [eliminar la industria de los combustibles fósiles] (crudo y sus derivados, gas, carbón y otros). Sus declaraciones fueron tan sorprendentes que su contrincante Donald Trump pensó que lo decía en broma.

“Basta de la dependencia de los combustibles fósiles, del petróleo, tenemos que dejar atrás eso y que nuestro país solo produzca energías limpias”, espetó Biden en el último debate televisivo de su campaña.

Desde el primer día en la Oficina Oval, el mandatario firmó más de 11 órdenes ejecutivas para limitar la producción de petróleo, gas y carbón; restringir las extracciones y uso de terrenos y zonas marítimas, retirar las subvenciones federales y luego pedir al Congreso la aprobación de suficientes fondos para potenciar las energías eólica, eléctrica y solar. Además, mantuvo las ayudas del gobierno por más de 2 billones de dólares y mandó a imprimir en el 2021 una cifra récord de billetes sin respaldo: ¡más de 6 billones de dólares!

Las regulaciones causaron un freno en la producción petrolera en EEUU y en las exportaciones. Las consecuencias fueron devastadoras: una escalada histórica de precios y la peor inflación en casi 50 años. Y como remate, la guerra en Ucrania y sanciones a Rusia, el tercer exportador de crudo con más de 7 millones de barriles diarios, además de abastacer casi el 50% del gas que consume Europa.

Giro de 180º

En un cambio radical y desesperado, el mandatario rogó a las compañías que incrementaran la producción de combustible, cuando un año atrás les había sugerido lo contrario y los había exhortado a dejar las inversiones petroleras para desarrollar la energía eólica, solar y eléctrica.

Contradictoriamente a su férrea política de cambio climático, Biden quiere ahora que la producción de petróleo aumente en un millón de barriles adicionales diarios. EEUU produce unos 12 millones de barriles diarios y consume entre 19 y 21 millones por día.

Biden solicitó a varios países de la industria producir más con el fin de contrarrestar las exportaciones rusas, pero su pedido quedó en un limbo y la respuesta de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP y OPEP+) fue que en estos momentos no existe ninguna posibilidad de suprimir los 7 millones de barriles diarios que exportan los rusos. Se bajó entonces la gran barrera para los planes de Washington de mermar los precios.

Los acuerdos petroleros firmados entre EEUU y Canadá, durante el gobierno del expresidente Trump, unido al aumento de la producción y exportación estadounidenses lograron mantener a raya los precios del petróleo no sólo en Norteamérica, sino a nivel internacional. Biden revirtió ese logro e hizo dependiente otra vez a EEUU de los precios y las normas de la OPEC.

El caos

La Casa Blanca ha ordenado tres liberaciones de combustible de la Reserva Estratégica: la primera en noviembre del 2021 (50 millones de barriles), la segunda el 1ro de marzo (30 millones de barriles) y la tercera a mediados de abril (180 millones en un período de seis meses, un millón diario).

El precio del petróleo y la gasolina siguen en aumento, sin ningún efecto visible que indique una tendencia estable al descenso.

Los altos precios que han desencadenado una inflación récord de 8,5 en marzo y 8,3 en abril han frenado el consumo. El ejemplo reciente es el desalentador informe de la cadena minorista Target y de otras grandes empresas, que hizo desplomar la Bolsa de Nueva York 1.100 (-3,6%) puntos el 18 de mayo.

El S&P 500 descendió 4%, su declive más pronunciado desde junio de 2020. El índice de referencia se encuentra ahora más de 18% por debajo del récord máximo que alcanzó al empezar el año. Eso se ubica cerca del 20% de declive, que ya se considera que el [mercado está en una fase bajista].

Wall Street cumple su séptima semana consecutiva de fuertes pérdidas por la alta y sostenida inflación, una mayor agresividad de la Reserva Federal con más subidas de tasas de interés, las presiones en su beneficio que hace China en estos momentos con el pretexto de cero casos de COVID-19, y la agudizada desaceleración económica y del consumo en EEUU.

El 68% del Producto Interno Bruto (PIB) estadounidense depende del gasto nacional, pero los niveles inflacionarios llegaron a un punto intolerable para las calificaciones crediticias de EEUU, la confianza de los inversionistas y el sufrimiento –[por casi año y medio]- de los consumidores estadounidenses.

El gobierno de Joe Biden se ha puesto la soga al cuello con su desacertada visión económica y se la ha ajustado a la mayoría de los estadounidenses. Lo peor es que las posibles soluciones en este momento [no son] a corto plazo, lo que empeora y extiende la agonía.

“Mucha gente está tratando de dilucidar dónde parará esto”, dijo Sam Stovall, estratega jefe de la firma de investigación de inversiones CFRA. Por supuesto, la Casa Blanca tampoco sabe.

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