El juez Michael Nachmanoff fijó el 5 de enero como fecha de inicio del juicio.
Por su parte, la fiscal general de Nueva York, Letitia James, activista de extrema izquierda que persiguió y acosó judicialmente al entonces expresidente Donald J. Trump, ahora enfrenta cargos penales por fraude hipotecario, reportaron medios estadounidenses.
La acusación fue presentada ante un gran jurado de Virginia, donde previamente se había imputado a otro acosador y enemigo acérrimo de Trump, el exdirector del FBI James Comey, quien nunca presentó cargos contra Hillary Clinton por el escándalo de decenas de miles de emails borrados, pero sí fue parte del complot político en la inventada trama de Rusia para destituir al entonces presidente electo en 2016.
La acusación contra la fiscal de ultraizquierda de 66 años es por fraude hipotecario y asuntos relacionados con otra propiedad que ayudó a comprar a su sobrina en Virginia, en 2023, falsificando información personal y datos para su beneficio.
Comey y James ahora como acusados
De ser hallado culpable enfrentaría hasta cinco años en prisión.
Respecto a James, la fiscal del distrito este de Virginia, Lindsey Halligan, dijo que "los cargos en este caso representan actos criminales intencionales y graves violaciones a la confianza pública".
James fue la máxima acusadora de un juicio civil contra Trump por supuestamente "inflar" el valor de sus propiedades para obtener mejores préstamos e intereses bancarios. En la sentencia del juez activista de izquierda, Trump fue obligado a pagar una descomunal e insólita multa superior a los 400 millones de dólares, un monto que fue desestimado por otro juez tras la apelación de la defensa de Trump.
Ella formó parte de una campaña de cargos federales subjetivos e insólitos dentro de la historia de la justicia y fáciles de contrastar. Poco a poco todos se fueron desmantelando por su propio peso y el actuar ilegítimo, antiético y deshonesto de los acusadores contra el entonces exmandatario Trump. Todos, además, movidos por el mismo interés político común: impedir que Trump llegara otra vez a la Casa Blanca y desarticular la estructura del movimiento MAGA (Make America Great Again), creado e impulsado por él y líderes conservadores.
Con ese objetivo se gestó, de forma ilegítima como denunciaron los dirigentes republicanos en el Congreso, la llamada Comisión del 6 de Enero y el resto de las imputaciones en su contra. Luego se usó la oposición de los resultados electorales por parte de Trump y sus seguidores como método para presentar cargos sobre una presunta obstrucción de la constitucionalidad del país y de las leyes electorales junto al archivo de documentos secretos de la Casa Blanca, un pretexto que utilizó el FBI para allanar -como otra acción inédita contra un presidente de la nación- la residencia de Mar-a-Lago, en Florida.
¿Sarcasmo, venganza o justicia?
La defensa de Comey piensa presentar al menos cinco mociones en busca de que el caso sea desestimado.
Resulta sarcástico que ahora los abogados de Comey y de James denuncian que el Departamento de Justicia está politizado cuando fue el gobierno de Joe Biden, los jueces y fiscales de la extrema izquierda quienes verdaderamente politizaron esa instancia jurídica contra Trump, sus colaboradores cercanos y activistas conservadores.
Pero como dice un refrán popular “al que a hierro mata, a hierro muere”. La situación para la ultraizquierda dio un giro de 180 grados y el hostigado, acusado, sentenciado y víctima de una cacería política sin precedentes en la historia de EEUU ahora es nuevamente el presidente del país y todas las acusaciones a las que tuvo que enfrentarse se convierten en un boomerang, para quienes cambiaron [de forma ilícita e inconstitucional] la misión y la esencia del Departamento de Justicia.
En estos momentos, James Comey y Letitia James deben saber también que nadie está por encima de la ley y que deberán enfrentar sus acusaciones como mismo lo hizo el entonces expresidente de la nación, a quien los demócratas, la prensa liberal, fiscales y jueces le recordaban casi a diario la misma frase: "Nadie está por encima de la ley". Tampoco, un exdirector del FBI ni una fiscal general.
El exjefe de la policía federal fue destituido por Trump en 2017, durante su primer mandato, mientras el FBI investigaba una posible injerencia rusa en la campaña electoral de 2016, que resultó ser una patraña política para destituir a Trump, tras ganar de forma inesperada las elecciones frente a Hillary Clinton.
Clinton se refirió en diversas entrevistas que Trump era “un presidente ilegítimo” y nunca reconoció su derrota electoral.
La investigación del fiscal especial Robert Mueller desenmascaró a Comey, quien se había alineado de forma visible al gobierno de Barack Obama e hizo todo lo posible porque Trump primero perdiera las elecciones presidenciales y luego fuera destituido del cargo mediante el [invento de la trama rusa]. Comey y James, ambos enemigos jurados de Trump, ahora se sientan en el banquillo de los acusados.
Culpar al otro de su propia culpabilidad
El abogado de Comey, Pat Fitzgerald, tiene escasa memoria. Lo mismo que alega hoy frente a la Justicia, debió decirlo durante el gobierno de Joe Biden. Dice Fitzgerald que la acusación “es vengativa, ordenada por el presidente Trump mediante el uso escandaloso de un Gran Jurado”.
Esa serie de Hollywood, tristemente real, la vio el pueblo estadounidense en los últimos cuatro años, y entre otras razones, este fue uno de los grandes motivos de los electores estadounidenses en noviembre de 2024 para darle la victoria a Trump y a los republicanos.
Fiscales activistas y jueces de extrema izquierda acusaron y condenaron a 1.500 ciudadanos estadounidenses conservadores y pro-Trump por la masiva protesta del el 6 de enero frente al Capitolio en Washington. A muchos los condenaron hasta con penas superiores a los 20 años de prisión como el caso del líder de Proud Boys, Enrique Tarrío, sentenciado a 22 años de encierro e indultado junto a cientos de manifestantes luego de una orden ejecutiva del presidente Donald J. Trump.
Hoy se sabe que el FBI, a modo de incentivar la violencia, infiltró a 274 agentes dentro de los manifestantes que actuaron como agitadores e insurgentes para provocar el caos.
“Se acaba de revelar que el FBI infiltró, contrario a todas las normas, reglamentos y estándares A 274 agentes entre la multitud de la farsa del 6 de enero en Washington”, escribió Trump en su red Truth Social.
“Probablemente actuaron como agitadores e insurrectos, pero no como agentes del orden”, agregó.
En múltiples ocasiones, Trump les advirtió a los demócratas con su agenda radical: “Están creando un peligroso precedente para la Justicia en EEUU, que también les va a rebotar a ustedes”.
La hoja de servicio
En septiembre, el presidente estadounidense reclamó públicamente a su secretaria de Justicia, Pam Bondi, por qué Comey aún no había sido acusado.
Comey fue el artífice de no imponer cargos contra Hillary Clinton semanas antes de las elecciones presidenciales de noviembre de 2016, después del escándalo de la eliminación de decenas de miles de correos electrónicos que la comprometían a ella y a altos funcionarios del gobierno de Barack Obama sobre asuntos muy delicados. Entre ellos, el polémico ataque a la embajada de EEUU en Bengasi, Libia, en la que murieron varios estadounidenses, y el embajador, Chris Stevens. La cuestionable respuesta de Clinton antes y durante el atentado aún permanecen sin la transparencia que exigía gran parte del pueblo estadounidense.
Meses atrás, la imagen de un mensaje hecho por Comey en la arena de una playa y que publicó en internet se hizo viral, debido a que fue interpretada como un código militar utilizado para dar luz verde a la eliminación física de un objetivo. Muchos consideraron este mensaje como un supuesto llamado a asesinar al presidente Trump, después de que éste exigiera una investigación federal contra el exjefe del FBI.
Otra de las novedades ocurridas en el caso Comey fue la dimisión del fiscal del distrito este de Virginia, Erik Siebert, quien prácticamente congeló las investigaciones y la imposición de cargos judiciales a Comey, con una dudosa reputación dentro del Buró Federal de Investigaciones. El presidente Trump ordenó su reemplazo con, Lindsey Halligan, exasesora de la Casa Blanca y quien se uniera al equipo legal del entonces expresidente en 2022.
Halligan inició las acciones legales que condujeron a la imputación de Comey, de 64 años, el 25 de septiembre, en relación con su testimonio oral ante el Senado en septiembre de 2020.
Se le acusa de negar ante el Senado que autorizó a su adjunto a declarar de forma anónima en medios de comunicación sobre investigaciones delicadas llevadas a cabo por el FBI contra aliados de Trump y conservadores.
La "injerencia" de Rusia
Más tarde el FBI implementó la operación política, anticonstitucional y antidemocrática Artic Frost contra 92 adversarios políticos de la extrema izquierda en EEUU, entre ellos casi todos los exasesores y aliados principales de Trump.
"¡JUSTICIA EN ESTADOS UNIDOS!", destacó el presidente Donald Trump en su red Truth Social, tras el anuncio de la acusación de Comey, a quien describió como "uno de los peores seres humanos a los que este país ha estado expuesto".
"No tengo miedo", respondió Comey, lo mismo dijo Letitia James. "El miedo es el arma de los tiranos", publicó en su cuenta de Instagram demostrando una vez más el odio visceral contra Trump.
Tras la destitución de Comey, la investigación sobre la injerencia rusa fue confiada al fiscal especial Robert Mueller, que lo reemplazó como director del FBI.
Mueller concluyó que no había pruebas de colusión entre Moscú y el equipo de Trump, y dijo que "acusar a Trump de un crimen sin pruebas no debió ser nunca una opción".
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FUENTE: Con información de AFP, New York Post, The Epoch Times, Fox News, Newsmax y otros.