jueves 21  de  marzo 2024
MARCA GOYA

Francisco Unanue: "La comida es el único lazo que no se pierde"

Cada grupo de inmigrantes ha tenido en los productos Goya un reflejo de sus hábitos alimenticios. Todo empezó en Puerto Rico y su presidente en Florida, Francisco Unanue, continúa esa tradición
Diario las Américas | SERGIO OTÁLORA
Por SERGIO OTÁLORA
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MIAMI.- Hace ochenta años el fundador de Goya –Prudencio Unanue- compró esta marca por un dólar. El abuelo de Francisco R. Unanue – el hoy presidente de esta empresa y miembro de la tercera generación de la familia- adquirió ese nombre de su amigo Joe Calderón, de origen español al igual que Prudencio.

“Calderón le ofreció a mi abuelo dos mil cajas de sardinas de Marruecos. Llegaron con la marca Goya. Cuando llegó la guerra civil española y se redujeron los proveedores, llamó a su amigo Joe y le preguntó si podía comprarle la marca. A mi abuelo le gustaba el nombre porque era corto y se podía pronunciar en inglés”, contó Unanue en entrevista exclusiva para DIARIO LAS AMÉRICAS.

Prudenció llegó a Puerto Rico, procedente de España, en 1904. Y cuando tenía 50 años fundó la empresa.

Antes había estado en el negocio de fabricar radios, con un socio alemán hábil para inventarse un modelo mejor que el anterior, pero la aventura resultó en quiebra por un detalle fundamental: “el tipo no era un comerciante y no cambiaba los precios con cada nuevo radio”, indicó Unanue, quien conoció a su abuelo cuando ya estaba muy disminuido por un derrame cerebral que sufrió a los 82 años. “Era un hombre increíble, exigente pero justo, según lo contaban las anécdotas de mi padre y de empleados que trabajaron con él”.

“Mi abuelo empezó por necesidad”, señaló Unanue. Era un español que empezó de cero, con una familia de cuatro hijos que debía sacar adelante. Su propia visión quedó como el ADN de la empresa. Cada vez que llegaba un nuevo grupo de inmigrantes veía la manera de cómo servirlo a través de la comida. “Mi abuelo también fue un fiel creyentes de invertir en publicidad, lo que ganaba en el negocio lo reinvertía en ese campo”, precisó su nieto quien explica, ochenta años después, que cuando siguieron su padre y sus tíos (la segunda generación) el negoció tuvieron la misma concepción del pionero.

“El último lazo que hay entre el nuevo país del inmigrante y el de origen, es la comida. Cambia la manera de vestir, de hablar, pero la comida tiene ese arraigo tan fuerte con el origen de uno, que es increíble”, explicó el presidente de Goya, un hombre de 53 años, quien está al mando de una empresa con 3.200 empleados y plantas de Estados Unidos, Puerto Rico, República Dominicana y España.

-¿Cuál creen ustedes que fue el punto de giro, de despegue, de la empresa para ser lo que es ahora?

No creo que haya uno solo. Ha habido diferentes puntos en momentos críticos a lo largo de la historia de nuestra organización. Diría que en los años 60, cuando entró el grupo que venía de la revolución cubana, ingresó mucho talento a la empresa que nos ayudó a crecer. Después, en los años setenta, hubo un momento en el que se hicieron muchas inversiones en infraestructura y fábricas que nos dieron la ventaja de producir de una manera más eficiente. En los noventa seguimos invirtiendo en fábricas. Esto es como una familia. A mi oficina puede entrar cualquiera, puede ser alguien de ventas, del almacén, de mercadeo, mis hermanos, mis primos. Es una política de puertas abiertas. Y sigue siendo un negocio de familia después de 80 años. Tenemos una visión, pero necesitamos personas que la entiendan y la ejecuten.

-¿Cómo han hecho para mantener durante tantas décadas un negocio de familia?

No es lo más fácil del mundo pero lo hemos logrado. Hay momentos que pueden ser tensos, difíciles, pero a la larga el objetivo común, la visión futura del negocio, puede acomodar las diferencias que puedan existir. No toda la familia trabaja en el negocio. Somos unos cuantos que estamos manejándolo. Hasta ahora ha funcionado esa fórmula.

¿Qué otros detalles tiene esa fórmula para superar el riesgo de ser una empresa familiar?

El riesgo siempre existe y con los años vamos tomando medidas y haciendo ajustes. En un futuro podremos decir que los muchachos que salgan de la universidad tendrán que trabajar cinco años antes de entrar a la empresa familiar. Porque la realidad es que uno no puede darle el cupo a todo el mundo. Yo les digo a mis hijos: yo les pago la educación, pero puede que cuando les toque trabajar no entren directamente como entré yo. Ellos entienden ese concepto. Es la realidad. Esto no es una obra de caridad.

-¿Siempre pensó trabajar en el negocio o alguna vez tuvo la idea de no entrar a la empresa familiar?

Yo personalmente siempre pensé trabajar en el negocio. No todos los de mi generación han pensado así. En Puerto Rico, yo me acuerdo que cuando estaba pequeño iba con mi padre a la fábrica y me encantaba. Era ir un sábado, correr por la fábrica, era como un tremendo premio. Entonces nos turnábamos: un sábado yo y otro sábado alguno de mis hermanos.

-¿A sus hijos les llama la atención los temas de la empresa, los ve metidos ahí en un futuro?

Estoy dejando que crezcan, no quiero que sientan la presión, que se sientan obligados, que si no quieren estar en la empresa yo voy a sentirme defraudado. Prefiero que estudien algo que les guste, que hagan algo que todos los días los haga felices, porque no hay nada peor que levantarte todos los días a hacer algo que no te guste. No están totalmente claros hacia dónde quieren ir.

“Que gane uno u otro candidato no es factor determinante para nosotros”

Cuando entrevistamos a Francisco Unanue, presidente de productos Goya, ninguna de las encuestas nacionales le daban el triunfo, ni en las proyecciones más optimistas, al hoy electo presidente Donald Trump.

El candidato republicano había llevado una campaña que, desde el primer momento, estuvo marcada por la hostilidad hacia los inmigrantes indocumentados, sobre todo de origen mexicano.

“Creemos que Estados Unidos es un país increíble. A lo largo de la historia ha habido cambios de gobierno y el país sigue caminando. Para nosotros no es nada preocupante o que debamos cambiar la manera de administrar el negocio el que gane el uno o la otra”, precisó Unanue.

Su mundo y el de su empresa giran alrededor de la venta de arroz, fríjoles y especies. “Hacemos lo que sabemos hacer. Ya veremos lo que pas[ará] con el que gan[ó]. Este es un país sólido. Parte lo que ha hecho a esta nación tan grande es la independencia que existe entre el gobierno y el sector privado, nos permiten operar a nosotros con libertad”, acotó.

No cree que haya un exceso de regulaciones que deprima la inversión. “Al seguir entrando más gente de países latinoamericanos, no sentimos tanto las regulaciones como otras empresas. Nos seguimos expandiendo dentro de las reglas que existen ahora”, puntualizó.

Pero los productos que vende Goya están inspirados en las distintas tradiciones de América Latina e incluso algunos de sus proveedores están en Perú o Colombia. El tema de los inmigrantes indocumentados, quienes también consumen la oferta de esa empresa, fue desde el principio objetivo de Trump.

Unanue fue contundente al respecto: “Nosotros no nos metemos en los asuntos políticos del país, porque a la larga todo el mundo es nuestro cliente. Si opinamos alguien se va a molestar y alguien se va a poner contento. Tenemos nuestras creencias personales pero no las expresamos. Seguimos dándole a la comunidad lo que necesita y así es como funcionamos nosotros”.

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