jueves 23  de  enero 2025
Florida

La Pequeña Habana: barrio, cultura y tradición

Bill Fuller, presidente de la junta directiva de Viernes Cultural, comparte su historia como protector de uno de los barrios más emblemáticos de Miami
Diario las Américas | CÉSAR MENÉNDEZ
Por CÉSAR MENÉNDEZ

Las ciudades son un organismo cambiante, que se va renovando, adaptando a las nuevas necesidades de quienes la habitan. Incorporan nuevos elementos arquitectónicos, nuevos diseños que modifican su epidermis y su forma de vida. Las ciudades son portadoras de un contenido cultural e histórico, un ambiente que las hace únicas y les imprime la magia de su identidad.

El urbanismo moderno establece el equilibrio entre las nuevas fuerzas destructivas del desarrollo y las zonas urbanas tradicionales, portadoras del carácter único de cada núcleo urbano. Restaurar, conservar, proteger es tan necesario como renovar, construir y modificar.

DIARIO LAS AMERICAS conversó con Bill Fuller, presidente de la junta directiva de Viernes Culturales y CEO de Burlington Group, quien nos contó su historia como “protector” de la Pequeña Habana.

Cubanoamericano

Fuller se considera cubanoamericano, su madre llegó en los 60 a Estados Unidos siendo una niña como miembro de la operación Pedro Pan -14.000 niños fueron enviados por sus padres a EEUU para evitar el comunismo- , y su padre nació en Cuba, donde su familia se radicó proveniente de EEUU en 1902.

“Soy cubanoamericano, mis abuelos vivían en Holguín, tuvieron un negocio de maderas hasta que triunfó la revolución. Incluso a un tío mío lo fusilaron tras alzarse sin éxito contra Fidel Castro”.

“Yo nací aquí, pero me crié en un ambiente cubano. Desde pequeño recibí de mi familia el amor por Cuba, por su gente, sus tradiciones. En mi familia existe un culto por esa tierra donde confiesan haber vivido los mejores días de su existencia”.

“Yo soy fruto de la añoranza, de los desayunos con churros con mis abuelos, de las Nochebuenas en familia y del puerco asado con hojas de plátano, del trabajo honesto, el ahorro y el orgullo de mi abuela, quien tuvo que reinventarse como camarera del Hotel Deauville cuando emigró a Miami”, así cuenta su historia Fuller.

Real Estate

Desde que comenzó el negocio de Real Estate con su empresa Burlington Group, Fuller centró sus esfuerzos en el área de la Pequeña Habana. “Fue la primera zona que me vino a la cabeza. Yo la conocía y me sentía cómodo acá. Donde la gente veía peligro y altos índices de delincuencia, yo percibía la zona de mi infancia, la casa de mis abuelos”.

El joven empresario aprovechó su conocimiento de la Pequeña Habana y el hecho de compartir la idiosincracia local para hacer sus primeros negocios. “Tenía una ventaja competitiva con otras empresas que trataron de adquirir propiedades aquí. Yo era visto como un miembro de la comunidad y pude comprar casas muy baratas. Mi primera propiedad la compré en la 1 Calle del NW y la 10 Avenida. Allí viví porque quería estar cerca de mis inquilinos. Eso fue por el 2004”, recordó.

Pero no fue hasta que se dedicó a la inversión en propiedades comerciales que visualizó la importancia del concepto de Pequeña Habana como elemento potenciador del desarrollo local. “Compré un negocio en Calle Ocho y la 15 y me pregunté cómo influir para que el área represente lo mejor de la cultura cubana en el exilio, el arte, la música y la cocina. En esa época la zona atraía unos 200.000 visitantes anuales, pero muchos se iban decepcionados tras su experiencia. Aquí encontraban borrachos, delincuencia, edificios semidestruidos, una total decadencia”.

La oportunidad

En la respuesta a la interrogante Fuller halla una oportunidad. “Comencé a comprar más edificios y locales. Tenía un objetivo claro: los negocios que aquí se creen tendrían que estar impregnados de barrio y de efervescencia cubana. Tenían que rescatar la cultura latina, tan popular en los años 60. Estaba seguro de que el propio concepto cultural fomentaría los negocios y protegería las tradiciones locales”.

“Actualmente, la zona es visitada por entre 3.5 y 4 millones de turistas al año. La afluencia ha aumentado 10 veces desde que comenzamos con este empeño en 2007. A lo largo de la Calle Ocho, la gente viene a disfrutar de las galerías de arte, los numerosos restaurantes, los tabacos hechos a mano, la música en vivo, la pequeña tienda, los locales como Azúcar Ice Cream, Ball & Chain, Furutama, Cuba Ocho, Old Havana, el parque del dominó, las puestas en escena del Teatro Tower y otros más”.

“Este mismo edificio donde estamos hablando estuvo vacío, abandonado, durante tres años hasta que lo adquirí en 2011. Antes había sido una oficina de una empresa constructora. Nosotros lo renovamos y lo convertimos en una institución cultural, “Futurama”. Aquí 18 artistas tienen sus galerías y existen oficinas y espacios para creativos. También es la sede de Viernes Cultural y de Burlington Group. En la zona tenemos trabajando más de 50 artistas, tenemos dos estudios de baile y un grupo de teatro”, añadió.

Viernes Cultural

El próximo año, en 2020, el Viernes Cultural cumplirá su segunda década de existencia. Es una iniciativa creada por los negocios locales, el Condado y la Ciudad para potenciar la cultura de Calle Ocho. Tiene lugar una vez al mes, durante el tercer viernes, se realizan ferias con música tradicional en vivo. Tienen lugar exhibiciones de arte y los restaurantes brindan degustaciones de platos tradicionales. “En gran medida los turistas y visitantes vienen a esta parte de la ciudad atraídos por el Viernes Cultural”.

Amenazas

La zona ha mejorado, ha recobrado su imagen de antaño. Ahora se puede pasear tranquilamente, está más limpia, apenas se cometen delitos y acoge 4 millones de turistas al año. “Su éxito es su Talón de Aquiles”. Los grandes negocios como Wendy, Starbucks y los bancos quieren una parte del pastel. Pero son negocios que no tienen nada que ver con el atractivo concepto de Calle Ocho. El visitante espera encontrar algo único, tradicional, un barrio con magia. Nada que puedan tener en sus lugares de origen o en una gran ciudad. La mayor amenaza es que se vulgarice el concepto que distingue a Calle Ocho”, puntualizó.

Por otra parte están los constructores. “Ellos quieren levantar torres. La idea generalizada es que “Brickell viene para acá”. Ya en la 19 avenida y Calle Ocho levantaron edificio alto. Creo que es bueno que la zona se desarrolle, no nos oponemos. Pero quisiéramos preservar estas cinco cuadras que son el corazón de nuestras tradiciones y cuentan la historia de nuestra ciudad”.

El edificio de Futurama que fue construido en el año 1937, el Ball & Chain en 1943, el Azúcar Ice Cream en el 39, cuentan, no solamente la historia de los cubanos emigrantes que aquí se radicaron, sino la historia de quienes llegaron antes y los construyeron, son un resumen de la herencia de nuestra ciudad. Para nosotros es vital preservar, proteger y promocionar los valores históricos de esta área. Esa es nuestra lucha

A la pregunta de quién va ganando esa lucha, Fuller respondió:

Siempre existirá la lucha y la contradicción. Mis vecinos tienen derecho a pensar diferente a nosotros. Nuestra idea de barrio no la tiene que compartir todo el mundo. Si a mi vecino le pagan un buen dinero por su local para hacer un edificio, seguramente lo venderá. Pero hasta ahora eso no está sucediendo. Yo he dedicado mi vida entera a este concepto. En diciembre abriremos un hotel en un edificio construido en 1926 que se llama Tower Hotel. Estamos empeñados en cambiar la experiencia de quienes nos visitan. Queremos que se queden un rato con nosotros y vivan el barrio. Lo importante en esta lucha es tener sensibilidad con la gente que vive en la zona, para que no se sientan desplazados, para que reciban los beneficios de vivir en un lugar tan mágico. Al final, ellos serán los ganadores de esta lucha”.

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