MIAMI.– El asesor de Seguridad Nacional, Michael Flynn, mantuvo conversaciones secretas no autorizadas con el embajador ruso en Washington antes de la toma de posesión del presidente Donald J. Trump, durante las cuales aparentemente abordó el futuro de las sanciones de Washington a Moscú implantadas por el expresidente Barack Obama.
El contacto constituye una violación flagrante del Acta Logan, aprobada el 30 de enero de 1799, una ley federal que prohíbe a ciudadanos no autorizados por el Gobierno a negociar con gobiernos extranjeros que mantienen un diferendo con Estados Unidos. El objetivo del acta es evitar que el Gobierno se vea en una posición de inferioridad.
Pero el caso de Flynn se agrava porque al momento de los contactos con el embajador ruso Sergey Kislyak, efectuados en persona, por teléfono y mensajes de texto, el exgeneral todavía no tenía un cargo oficial sino que era una persona privada, como sus explicaciones llevaron al ahora vicepresidente Mike Pence a mentir a la prensa, dijeron varias fuentes de la administración Trump al diario The Washington Post.
Las conversaciones con el embajador ruso, que comenzaron antes de las elecciones del 8 de noviembre y se prolongaron durante el mes de diciembre, condujeron al diplomático a pensar que pudiera haber una alteración en las sanciones que Obama impuso a Moscú, tras enterarse de que el presidente Vladimir Putin habría autorizado la interferencia rusa en el pasado proceso electoral estadounidense, dijeron las fuentes.
Los contactos llegaron al conocimiento de la Casa Blanca de Obama a través de la intercepción habitual que los servicios de inteligencia de Estados Unidos realizan a las comunicaciones de los diplomáticos rusos, lo cual ha desencadenado una investigación del FBI, agregaron las fuentes del rotativo. Sin embargo, afianzaron, es muy difícil de determinar la ilación que el embajador ruso hubiera sacado del contacto con Flynn.
“Lo único que se sabe es que cuando Obama expulsó a los diplomáticos rusos y cerró dos instalaciones suyas en la costa este, al contrario de lo que era su hábito, Putin se quedó quieto como deferencia a la administración Trump que tomaría posesión en dos semanas”, agregó el exanalista de inteligencia Mark Bonner, a la cadena CNN.
Donde dije Diego…
Cuando las primeras versiones del contacto de Flynn con Kislyak salieron a relucir en diciembre, el actual asesor de Seguridad Nacional negó que hubiera hablado con el diplomático. Sin embargo, el miércoles Flynn admitió en una entrevista la existencia de los contactos pero negó, dos veces, que hubieran conversado sobre las sanciones.
Este jueves, hizo marcha atrás de nuevo y a través de un portavoz negó lo dicho el día anterior. El portavoz precisó que Flynn “ha indicado que no se acuerda haber conversado sobre las sanciones y tampoco puede asegurar al 100% si el asunto salió alguna vez a colación”. Pero no ha precisado de qué hablaron entonces.
Esto plantea un problema para el vicepresidente porque cuando en diciembre se habló por primera vez del asunto en los medios de comunicación, Pence le preguntó a Flynn si era verdad y éste le dijo que no. A consecuencia de ello, Mike Pence apareció en un programa dominical de la cadena CBS a desmentir las versiones de prensa del que, en esa altura era apenas un ciudadano privado y consejero electoral de Trump, y el embajador ruso en Washington, algo que entra en el marco del Acta Logan.
Flynn siempre se ha jactado de tener una relación personal con el presidente ruso Vladimir Putin. También, siendo director de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés), visitó varias veces Moscú y en una ocasión fue recibido dentro de las instalaciones del GRU, la contrainteligencia militar rusa, fuerte adversaria de los servicios de inteligencia estadounidenses desde siempre. En esa ocasión, Flynn dijo que intentaba establecer una relación personal con el director del GRU.
Por otro lado, desde que el Acta Logan fue aprobada en 1799, jamás ha sido aplicada porque nunca ha sucedido nada parecido a los contactos de Flynn con Kislyak, por lo cual, si el Departamento de Justicia decide procesarlo, no tiene un antecedente jurídico en que ampararse más allá del contenido de la ley en sí. Aun así, estiman observadores y analistas, es muy difícil que Trump autorice al secretario de Justicia a llevar a Flynn a los tribunales.
“Debiera dimitirlo. Nunca creí que estuviera preparado para el cargo, nunca debió haber sido nombrado. No tiene ni capacidad ni sagacidad para ello, es un desastre”, comentó a la cadena MsNBC, el senador demócrata Chris Van Hollen.
