RUI FERREIRA
Especial
@ruiefe
Clinton hace campaña en Tennessee antes de las elecciones del Super Tuesday, en la que se llevarán a cabo más de una docena de primarias estatales
RUI FERREIRA
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Y llegó el Super Tuesday, el gran día anticipado de las presidenciales estadounidenses donde todos los candidatos se lo juegan el todo por el todo.
En el campo demócrata, la ex secretaria de Estado, Hillary Clinton, llega con ventaja después de haber obtenido en Carolina del Sur una victoria arrolladora frente a su rival, el senador Bernie Senders. Pero nada de que preocuparse. En los 13 estados en disputa y el territorio de Guam, ella parece tener la mayoría de los delegados y tendría una victoria suave.
Lo mismo no pasa en el campo republicano donde los tres principales candidatos que quedan, los senadores Ted Cruz y Marco Rubio y el empresario Donald Trump, tendrán que dividir los votos que elegirán a los delegados que los nominarán en la convención del partido en julio. Cruz llega con enorme dificultad, dentro de su campaña lo critican por no haber atendido a los estados claves y haberse concentrado en atacar únicamente a Trump.
Lo cual, dicho sea de paso, es también la estrategia de Marco Rubio, que si bien nunca se concentró en los temas, desde el último debate republicano se ha orientado únicamente a atacar al empresario neoyorquino y ha llevado al desespero a los líderes republicanos. “Hay que concentrarse en los temas”, dijo el líder de la Cámara de Representantes, Paul Ryan.
Rubio ha llevado la controversia con Trump hasta el nivel personal, descuidando sus bases por la falta de presencia en momentos claves, como la inauguración de su sede de campaña en la ciudad de Miami, en Florida, su estado natal. En las últimas semanas varios observadores en Florida se han preguntado en la radio y televisión ¿dónde está Marco Rubio?, a quien le parece más importante atacar por detalles sin gran importancia a Trump que, a fin de cuentas y según los últimos sondeos, tiene 56% de los votos republicanos en este Super Tuesday.
Si Trump logra, al final de la jornada, acaparar la mayoría de los 596 delegados, su campaña entra en una espiral ascendente y no es previsible que haya quien lo pare. No importa que en las últimas horas hayan salido versiones de un pasado del empresario cómplice con los grupos supremacistas blancos, su discurso sigue siendo lo suficientemente cautivante para un electorado que cree que Estados Unidos es un país en decadencia.
Ni Cruz ni Rubio han logrado frenar ese discurso, por el contrario, han azuzado más esa hoguera con los ataques personales. A todas luces, su plan de atacar en conjunto a Trump en el último debate republicano, si bien tuvo éxito inmediato ese día, se acaba de diluir con el apoyo arrollador que el empresario tuvo en las primeras horas de la votación de este Super Tuesday, el cual ha contabilizado una de las menores asistencias a las urnas de los últimos ciclos electorales. Pero le favorece, en el campo republicano, a Trump.
Del lado de los demócratas, Clinton no tiene mucho que preocuparse. Su adelanto en relación a Sanders es confortable y, curiosamente, su única preocupación es arrebatarle votos a Trump en aquellos estados indecisos. Por eso, en la mañana del martes, sus voluntarios de campaña están alertando a los electores hacia la posibilidad de que los republicanos puedan interferir. Particularmente en Massachusetts donde los dos candidatos demócratas están virtualmente empatados, según los sondeos, y se está registrando un alto nivel de cambio de partido, de demócratas hacia los republicanos, en las últimas horas. Y, naturalmente, la gente de Clinton sospecha que es para votar por Trump. Recuérdese que Massachusetts es un estado tradicionalmente demócrata pero en el caso de Mitt Romney, ex candidato presidencial republicano, lo eligió como gobernador.
“Yo no creo que Estados Unidos haya dejado de ser grande. Pienso que debemos devolver a Estados Unidos su unidad”, dijo Clinton. Una obvia referencia a Trump y su consigna de “devolver a Estados Unidos su grandeza”.
En estas primarias multiestatales, los demócratas elegirán 19% de sus delegados y los republicanos el 24%.
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