MIAMI.- Eileen Higgins es una ingeniera mecánica nacida en Nuevo México, pero se considera “floridana por adopción. Vivo hace diez años en Miami, quiero ser parte de este lugar y que este lugar sea parte de mi”, afirmó para explicar por qué se postula para ser comisionada por el Distrito 5 del condado Miami-Dade.
Pero también motivan su decisión de lanzarse al agua de la política el ambiente tóxico que se vive en Washington y el hecho de que “siento que hay otras mujeres que me están apoyando de una manera muy distinta, yo sí creo que resolvemos los problemas desde una perspectiva diferente, pensamos distinto, creo que la gente este año está esperando algo más amable y menos agresivo. Espero llevar todo eso a la Comisión”.
Higgins forma parte de una iglesia en la que se congregan varias religiones (cristianos, judíos, musulmanes) y ha sido muy activa en distintos temas, como la vivienda asequible o el transporte. Participó hace dos años en el grupo que organizó la campaña para reformar la financiación de las campañas políticas en el Condado, esfuerzo que no pudo llegar a la boleta electoral a manera de referendo. Ha estado vinculada a la campaña para lograr un mayor control de armas, un tema que se volvió fundamental después de la masacre en la escuela secundaria Marjorie Stoneman Douglas.
Ha estado vinculada al sector privado y ha “trabajado en compañías globales como American Home Products que ahora es Pfizer, Remi Martin, José Cuervo en México. Soy mentora y asesoro pequeños negocios y emprendimientos que apenas están en el proceso de arranque. Hace 15 años empecé a vivir en dos mundos”, puntualizó Higgins, para resaltar el hecho de que también fue directora de los Cuerpos de Paz en Belice, y estuvo trabajando con el Departamento de Estado, en México, en programas contra la violencia.
—¿Cree, como lo ha planteado en su publicidad uno de sus contendores [Alex Díaz de la Portilla, quien no respondió a la invitación de DIARIO LAS AMERICAS] que el Distrito 5 está tomado por el crimen y las pandillas?
No puedo afirmar por la información que tengo, que el Distrito 5 sea el epicentro del crimen en el condado Miami-Dade. Los vecindarios no son violentos, pero hay gente que vive ahí que cometen hechos violentos.
Hay cosas básicas en la vida que la gente necesita sentir: un lugar donde vivir, algo que comer y seguridad. La policía del Condado no tiene jurisdicción en la mayor parte del Distrito 5, está la policía de la ciudad de Miami o de Miami Beach.
—En su distrito hay pobreza extrema y residentes con grandes fortunas. ¿Cuál es su preocupación fundamental para manejar esos dos polos económicos?
Representa la mejor vida posible en Fisher Island y Brickell, donde posiblemente esté la gente más rica del mundo. Y en la Pequeña Habana hay personas que viven cheque tras cheque.
Y los salarios no han subido, siguen lo mismo. En el Condado los precios de los productos van al alza y el costo de la vivienda afecta de manera adversa a la gente de, por ejemplo, La Pequeña Habana. Hay esta historia de dos ciudades, el condado está desequilibrado. Tenemos una economía que funciona para algunos de nosotros pero no para la mayoría. Y tenemos que rebalancear esa situación. Y hay mucho que se puede hacer para lograr ese equilibrio.
—¿Cómo podría, como comisionada, con poderes y alcances muy limitados, balancear esa situación?
Hay algunas cosas que se pueden hacer cuando se trata de vivienda. Primero que todo, formo parte de un grupo interreligioso [PACT, people acting for community together] que trabaja con el condado en políticas y ordenanzas que deben cambiarse. En 2007, el Condado votó para abrir el fideicomiso de vivienda asequible pero cuando nos metimos en el problema vimos que en 2014 y 2015 nunca nombraron una junta y nunca pusieron recursos en el fideicomiso. Sin el fideicomiso es muy difícil implementar cosas como la zonificación incluyente, es decir, cuando se construye un edificio de 8 pisos y se dedica un determinado porcentaje a las familias jóvenes trabajadoras. Y digamos que alguien construye una torre muy moderna y elegante, pero no quiere ese tipo de unidades en su edificio. Lo que hace es pagarle al fideicomiso el equivalente para que el Condado pueda construir ese tipo de vivienda asequible.
Eso existe en este momento, pero es voluntario. Lo tenemos que hacer obligatorio. Algunas ciudades lo hacen. Y si quiere mantenerlo voluntario hay que ser más agresivo con la clase de incentivos para los constructores. Nadie está construyendo para una familia joven trabajadora. Tenemos que ver el tema obligatorio o, de otra manera, estar seguros de que los incentivos promuevan ese tipo de proyectos de vivienda asequible. Ese es el tipo de cosas que pueden y deben hacer los comisionados.
—¿Qué opina de Baylink, el corredor del Smart Plan que conectaría el Downtown con Miami Beach?
Hay que evaluar varias rutas y tipos de soluciones tecnológicas. El Metrorail es muy caro, un tren liviano es menos costoso. Recientemente algunos comisionados han hablado del Personal Rapid Transit (PRT), lo que es muy interesante y muy liviano. Es menos caro. Creo que en diciembre estarán los estudios listos [de las seis rutas del Smart Plan] y nosotros como comisionados haremos las recomendaciones para Baylink, el corredor noroeste y otros. Y ahí es cuando será posible ir por fondos federales y estatales.
Quiero evaluar los hechos. Me gusta el PRT y el Bus Rapid Transit (BRT), que es una solución fantástica cuando se implementa de una manera correcta. La gente odia la palabra “bus” porque tiene la reputación bien ganada de no llegar a tiempo. BRT, cuando se implementa bien, es como un metro pero sobre tierra.
El 100 por ciento de la clase trabajadora confía en el transporte público. Se supone que el bus debe pasar cada 20 minutos, le puedo decir que no lo hace. Para mí es una opción, pero para la mayoría no lo es y le hemos fallado. Necesitamos trabajar en el Smart Plan, es caro y tomará su tiempo. Algunas líneas podrán construirse más rápido que otras, pero el sistema que tenemos debe ser más confiable.
Debemos tener un feedback de los usuarios reales del transporte. Hay que recordar además que la gente que usa a diario ese transporte no tiene el tiempo para ir a hablar con los comisionados.