Uno de los problemas que Miami afronta a diario es la perpetua presencia de los “sin techo”, aquellos que por variadas razones no han logrado encaminar sus vidas y recurren a la intemperie para vivir.
Tras 50 años de múltiples proyectos, consultas públicas y gastos incalculables, los indigentes continúan conviviendo con nosotros aquí, en uno de los bastiones del llamado primer mundo, codo con codo, pero a merced de las inclemencias del tiempo, donde el poco frío del invierno, la lluvia o el intenso calor del verano golpean sin piedad la piel y producen una gran mella en la autoestima de quien sufre.
Como si fuera poco, vuelve el fantasma del aumento de quienes pernoctan en las calles y el subsiguiente debate sobre qué hacer con ellos, sin tener en cuenta las libertades civiles que forman parte de nuestra identidad cultural como nación.
Hace apenas dos meses, la Comisión de Miami analizó la propuesta del comisionado Marc Sarnoff, que representa el distrito que incluye el downtown de Miami, de prohibir a los “sin techo” acampar en las calles de la ciudad.
Tras un acalorado debate, que enfrentó a simpatizantes y críticos de la propuesta, la Comisión acordó tener en cuenta la convocatoria del comisionado Francis Suárez y consultar la ley antes de emitir un voto que podría llevar al ayuntamiento al mismo callejón sin salida que conoció hace unos años.
Tenemos que aprender a solucionar los problemas a largo plazo. Eso es enseñar el camino a quien necesite aprender a caminar o asistir a los que requieren asistencia sicológica. Sólo entonces habremos abordado esta asignatura pendiente que surge de las entrañas de la sociedad que hemos construido.
