CARACAS.- “Aquellos que busquen ruptura del hilo constitucional obtendrán un firme rechazo”, afirma Ernesto Samper, secretario de la UNASUR y expresidente de Colombia. A la sazón indica que viene a promover “un gran acuerdo social” para sacar a Venezuela adelante, bajo la batuta de Nicolás Maduro.
Samper, por lo visto, desfigura la crisis venezolana y al calificarla de social, compartiendo, de entrada la tesis del responsable actual del derrumbe del país, en su antesala a una tragedia humanitaria. “La guerra económica no me deja gobernar”, tampoco el Imperio, dice Maduro.
Se explica que Samper, aislado como ejerce su Gobierno y en abierta confrontación con los Estados Unidos, tenga comunidad afectiva con el régimen hoy instalado en Venezuela. Al primero lo enloda el narcotráfico y a éste, según declaraciones de altos personeros que forman filas dentro del chavismo, le ocurre otro tanto con su Cártel de los Soles.
Lo que si resulta insólito, es que el secretario de la UNASUR, graduado de jurista en la Universidad Javeriana y luchador partidario en su país, afirme en un tris, comprando la tesis revolucionaria, que “aquellos que busquen ruptura del hilo constitucional” serán llevados al paredón por la organización de gobernantes que lo tiene como cagatintas.
¿Acaso no sabe que Venezuela tiene un régimen que desde 1999 ha fracturado el orden constitucional y hace mutar a la Constitución más de 178 veces hasta la muerte de Hugo Chávez, con escribanos a su servicio y para afincarse en sus despropósitos autoritarios?
¿Es o no una ruptura del hilo constitucional que Maduro secuestre, sin mediación judicial ni investigación previa, con funcionarios sin rostro y armados con instrumentos de guerra, al alcalde mayor de Caracas, Antonio Ledezma, electo por 715.000 votos, y luego lo deposite en la policía política mientras la fiscal general y jueces a su disposición le remiendan su disparate?
¿Es o no una grave alteración del orden democrático ejercer el poder, como lo hace Maduro, al margen del Estado de derecho y atentando contra la libertad de expresión y opinión -columna de la democracia- al imponer un blackout informativo -cadena de radio y televisión- mientras esbirros ejecutan el señalado crimen de Estado; para luego acusar éste al burgomaestre metropolitano por suscribir una opinión publicada en el diario El Nacional, junto a María Corina Machado y el preso político Leopoldo López?
Pero Samper reduce la circunstancia a la búsqueda de un gran “acuerdo social” en diálogo con la oposición democrática, que ni arte ni parte tiene en los hechos que llevan al país al despeñadero y que carece del poder necesario -salvo su voz- para enmendar los rumbos.
Lo que debería reparar Samper -si no mediasen las hipotecas que lo llevan a ser vocero de la Unión de Naciones Suramericanas- es en lo elemental, en el quiebre moral que afecta a nuestra república y viene desde la hora en que el hoy fallecido Chávez pacta con las FARC un modus vivendi, en agosto de 1999. He allí la fuente real de la miseria que vivimos los venezolanos. El narcotráfico inunda las estructuras de poder, concentradas todas en manos del celebrado “comandante eterno”, y las corrompe, y corrompe a una parte importante de sus conmilitones quienes bajo el efecto del delirio dilapidan 1,295 millardos de dólares, sin dejar obra cierta que no sea el engorde de sus bolsillos.
Las estadísticas económicas no mienten.
La inflación se aproxima a tres dígitos, la más alta del mundo. Se ha devaluado la moneda en 3.823 por ciento. No hay divisas para comprar y el parque industrial y comercial es un cementerio, confiscado y clausurado por la revolución. Tenemos un déficit de 35.000 millones de dólares en 2015 y las reservas líquidas quizás lleguen a 5.000 millones de dólares, evidenciando el quiebre de nuestro Estado capitalista, corrupto y revolucionario, que al paso nos deja endeudados por 147.000 millones de dólares y sin petróleo que vender. El poco que ahora se produce es para pagarle a los chinos y seguir alimentando al sultanato que nos ha colonizado, la Cuba de los ancianos Castro.
La violencia que nos anega, señor Samper, por si no lo sabe, la importa el régimen desde su suelo y en pacto con la misma gente que a Usted lo empaña como gobernante, haciéndolo impresentable. Cerramos 2014 con 24.890 homicidios, en una tasa que es la segunda más alta del mundo.
Los culpables a todas éstas, según Maduro, a quien Usted viene a auxiliar, son 64 presos políticos, quienes por opinar y advertir sobre dicha tragedia que nos humilla residen hoy en cárceles militares o viven depositados en las “Tumbas” para torturados.
¡No hable de hilo, señor Samper, mejor úselo para coserse la boca!