MIAMI- La periodista colombiana Carolina Sarassa es la prueba de un sueño cumplido a golpe de sacrificio. Aquella tímida adolescente que llegó a EEUU con sus padres huyendo de la violencia en Colombia, que experimentó el camino de ser indocumentada y se labró una ruta de la universidad a los medios, ahora es el rostro femenino del Noticiero Univision Edición Digital.
Carolina se ha probado en un sinnúmero de coberturas. Se ha puesto botas de agua para indagar en el dolor humano tras un huracán y también le tocó decirle a una entrevistada que su mejor amiga estaba muerta. Estas experiencias, unidas al entrenamiento periodístico y su enorme sensibilidad, le permiten adentrarse en las historias que presenta.
Ambos lados de la historia
Sobre el papel del periodista en la sociedad, la reportera señaló que “hay que contar ambos lados de la historia. Con las redes sociales es fácil que la gente escuche una noticia y crea que es verdad. Esa facilidad que existe para conseguirla es muy buena, pero al mismo tiempo es peligrosa porque acabamos creyéndonos cosas que no son”.
“Hoy en día nuestro papel es demostrar lo que está ocurriendo en el mundo, pero darle a la gente la verdad, presentarles todos los datos para que tomen la decisión correcta. Por ejemplo, en las elecciones siempre hay dos candidatos y hay parte del auditorio que está a favor de uno o del otro. Entonces uno debe presentar ambos lados para que la gente tome la mejor decisión posible, que es muy complicado, especialmente con la comunidad hispana”, explicó Carolina.
En ese sentido, recordó que “la comunidad hispana, afortunadamente, confía mucho en los medios de comunicación y depende de lo que dicen los medios. Así que es aún más grande la responsabilidad porque uno no quiere que alguien tome una decisión basada en lo que dijo uno, sino en la información que uno pudo presentarles”.
Puso el ejemplo del consumo de noticias en los jóvenes. “La gente se levanta y seguramente el hábito es ver Instagram. Por estos días fue viral el reto de los imanes, que pensaban que había algo de magnetismo en las vacunas. En Edición Digital tuvimos expertos y se pudo desmentir que eso tenía que ver con la vacuna. Entonces es chévere porque la gente puede conocer a los protagonistas de la historia, saber qué hay detrás de un video, si es falso o verdadero”.
A la hora de asumir labores de reportera en situaciones de emergencia, Carolina pone en práctica sus herramientas para coberturas de este calibre. Por ejemplo, en el caso del huracán Harvey, en 2017, dijo que “conocer la comunidad” fue determinante. “Cuando hemos ido a estas coberturas hemos viajado a ciudades a las que jamás había ido. Antes de ir a un lugar, hay que conocer quién es la gente y dónde está la gente hispana, cuáles son las necesidades de esa comunidad. Por ejemplo, yo había vivido muchos años en Texas, pero nunca había estado en Houston. Eso nos dio una oportunidad de entender cómo a pesar de que la gente recibía ayuda de FEMA, la comunidad indocumentada estaba viviendo afuera en carpas porque no calificaban para las ayudas”.
Como añadió, “si uno no consigue toda esa información antes de llegar a los lugares, pues te vas por lo fácil, como un turista. Cuando quieres ir a Cuba, si te vas solo a los hoteles elegantes no entiendes qué es Cuba. Tienes que irte con la gente, conocer el día a día para llevarte una idea real. Es igual con un periodista, hay que conocer la población, la historia, de dónde vienen, hablar con la gente, tener la paciencia de escucharlos; de ahí salen las mejores historias. Creo que es el reto más importante”.
El encuentro de la vocación
El amor por el periodismo llegó desde la niñez, en su natal Medellín. Primero quiso ser veterinaria. Su temor a la sangre le hizo descartar esa carrera, aunque es una defensora de los animales y ha adoptado a perros y gatos. Sin embargo, le gustaba escribir. “Desde muy chiquita era muy penosa y nunca me atrevía a hablar en frente de la gente. Pero me gustaba mucho escribir. Tenía mi diario en el que explicaba todo lo que pasaba en mi vida. Y siempre soñaba con escribir un libro”, reveló.
Con solo 13 años llegó a Miami junto a sus padres y su perrito. La familia escapaba de la violencia en Colombia y comenzaba de cero. Aunque era indocumentada, en la preparatoria destacó por sus calificaciones. Gracias a eso obtuvo varias becas, otorgadas por el Club Kiwanis, por el Miami Herald y la Universidad Internacional de Florida (FIU). Para la joven, que trabajaba vendiendo productos de belleza en un centro comercial, habría sido imposible costearse los estudios.
“A la hora de decidir qué iba a estudiar del periodismo, fui muy clara en que iba a estudiar periodismo escrito, en Florida International University”. En el último año de estudios, un profesor le dijo que debía probarse como presentadora de televisión. “Entre una cosa y otra me convenció, me dijo que había un internship en Univision y debía intentarlo. Lo hice y me di cuenta de que la pena estaba más en la cabeza que nada”.
Justamente por esto aconseja a quien desea convertirse en periodista “que nunca diga que no. Siempre y cuando le parezca moral y ético lo que le están pidiendo. Cuando llegué a mi primer trabajo como reportera en Corpus Christi, Texas, me dijeron ‘hace falta que no seas reportera, sino presentadora’. Jamás en la vida había presentado un noticiero y me quería morir. Pero dije que sí. Pensé que me iba a dar un ataque al corazón. Cuando te digan ‘¿puedes hacerlo?’ hay que decir que sí; luego aprendes cómo hacerlo. Las oportunidades solamente se dan una vez en la vida”.
Historias que conmueven
Entre sus trabajos de investigación destaca su cobertura del asesinato de la bailarina Deborah Flores-Narváez. “Cuando trabajaba en Univision en la afiliada de Las Vegas, presentaba el noticiero de las 11 y también lo producía. En eso recién Facebook comenzaba a salir y recibí un mensaje: ‘soy bailarina de uno de los hoteles de Las Vegas, mi amiga desapareció y creemos que alguien la mató’. Así me involucré con ese caso desde el momento en que la policía ni siquiera la reportaba como desaparecida”, contó Carolina.
La periodista estudió cada arista de esta historia fatal. “Te cuento brevemente: 31 años, de Baltimore, portorriqueña, hermosa, tres idiomas y abogada. Pero le gustaba bailar. En el hotel Luxor consigue un trabajo como bailarina principal del show Fantasy. Un día, antes de llegar a su presentación va a la casa de su novio y él fue la última persona que la vio. Él la mató, la desmembró y puso su cuerpo dentro de cemento”.
Su investigación llevó a un reportaje en Aquí y Ahora, a la escritura de un libro en coautoría con Diana Montané y la realización de una película protagonizada por la boricua Roselyn Sánchez. La historia resulta aún más conmovedora porque “cuando estábamos en medio de una de las entrevistas para la cobertura que hacíamos de esta muchacha, estaba entrevistando a la amiga que me había dicho que la bailarina había desaparecido”.
Aún no se conocía el desenlace fatal de la historia y en plena entrevista Carolina recibió una llamada del detective a cargo del caso. “Me dice: ‘vamos a hacer una conferencia de prensa, acaban de encontrar el cadáver de Deborah’. Y yo tenía que entrar a darle a la muchacha esta noticia… ¿Cómo le dices a alguien que su mejor amiga fue encontrada desmembrada? No encontraba palabras. Eso ha sido lo más difícil que he tenido que hacer”, confesó.