MIAMI.- El chef venezolano Andy Mostert se vio obligado a apagar los fogones de su restaurant Eats Good 33 en Fort Lauderdale cuando las autoridades condales decretaron cuarentena por el avance de la pandemia por el coronavirus. Su personalidad inquieta lo condujo a buscar opciones, y mientras se adaptaba a la nueva realidad de vender solo para delivery, uno de sus clientes fieles lo buscó para elaborar comidas para los trabajadores de un hospital de la zona. De inmediato aceptó el reto y se puso a trabajar en lo que se convirtió en su modo de contribuir en medio de crisis sanitaria.
“Durante los primeros días de abril, estos clientes me hablaron porque ellos querían brindarles comida a todo el staff del Broward Health Imperial Point. Me dijeron que como les encanta mi comida, ellos querían que yo hiciera los menús para llevar, aunque me advirtieron que no tenían mucho presupuesto. Dije que sí inmediatamente, porque siento que todos los seres humanos debemos ayudar y colaborar, y más en una situación como ésta”.
Mostert analizó sus números y aun sabiendo que iba a trabajar a costo, sin obtener ganancia, realizó su primera tanda de comida. “En ese momento comenzamos con unas 250 bandejas, y como quedaron satisfechos me pidieron repetir la operación el fin de semana siguiente. Aunque no trabajo los fines de semana, hicimos esa segunda entrega”.
Al conocerse que estaba ofreciendo estas comida, otro amigo lo exhortó a continuar con la labor y le aseguró que crearían un fondo económico para recolectar dinero y seguir entregando bienestar a los “héroes anónimos” que nacieron en medio de la crisis.
“Allí comenzó lo que he llamado “La Causa”. Mi amigo hizo el fondo, se recolectó dinero de otros amigos y conocidos de mis amigos y familiares. Cuando vi que esto iba creciendo asumí la responsabilidad de continuar llevado alimentos a diferentes instituciones”.
Mostert comenta que al conocerse lo que estaba haciendo, otras personas se sumaron y donaron sus productos como la marca de Chocolatinas.
“Todos queríamos ayudar. Y de verdad me sentí súper bien. Y lo hice en honor a mi abuela, quien fue enfermera y también en su momento ayudó a otros en tiempos de crisis”.
Con una alegría que desborda en sus palabras este cocinero asegura que mientras duró la cuarentena más estricta, las personas fueron depositando dinero cada semana lo que le permitía elaborar las comidas para llevar a estos sitios. Y así visitó cada uno de los hospitales, centros asistenciales, estaciones de bomberos de la zona.
El hizo las entregas personalmente. Llevaba bandejas cargadas del gran amor no solo de él y de su equipo, sino de todos los que han aportado.
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El personal médico recibiendo la donación de comidas elaboradas en Eats Good 33 en Fort Lauderdale.
CORTESÍA/Eats Good 33 en Fort Lauderdale
Medidas higiénicas
Para el personal de Eats Good 33 el cuidado en la preparación de los alimentos, el envasado de los mismos y el traslado hasta los lugares de la entrega era primordial; por lo que decidieron colocar cada ración en bandejas individuales, en bolsas separadas, cerradas con la inscripción del contenido en la parte externa.
“Mi personal se adaptó rápidamente a las normas sanitarias. Envasábamos por separado cada ración. Así asegurábamos que la persona tomaba la bolsa del contenido que deseaba. Porque era muy importante protegerlos a ellos que eran quienes estaban en la primera línea de batalla”.
Mostert indica que él no está solo en este trabajo, por lo que agradece a su equipo que lo apoyo en esta idea de entregar estas comidas que hasta la fecha alcanzan las 2.000 raciones. “Conmigo trabaja una señora peruana que lleva 5 años, además están mis suegros que me ayudan. Hacemos un gran equipo, además que hemos contado con la comprensión de la propietaria del local”.
Recuerda que un amigo que está en el Memorial Hospital lo invitó a entregarles comidas y así lo hizo.
“Llevarle comida a la gente terminó siendo una experiencia maravillosa porque los que lo recibían lo agradecían con el corazón, ya que muchos estaban pasando un estrés muy fuerte, sin tiempo para cocinar y con pocas horas de descanso. De verdad ha sido gratificante entregar desde estas cocinas lo mejor de nosotros para ayudar con esta dura situación”.
Andy amplió su bondad a la comunidad de venezolanos que están en el sur de la Florida y que no tienen un status formal para recibir las ayudas del gobierno. “A través de la fundación Raíces ofrecimos más de 200 comidas a estas familias que están en una difícil situación”.
El retorno de los fogones encendidos
Mostert lleva más de diez años al frente de un modesto local, en una zona comercial de Fort Lauderdale, donde la comida deleita los paladares de sus clientes que buscan comer sano, sin pretensiones pero con un encanto gourmet que convierte cada bocado en un espacio para el agradecimiento.
Trabaja en una zona donde convergen trabajadores de las empresas con los altos ejecutivos, por lo que ha diversificado su oferta de sabores para aquellos gustos refinados que buscan platos más exquisitos como el salmón o los que gustan de un sándwich más tradicional.
Su verdadero orgullo son las arepas. “Las hacemos delgaditas, entonces como están tostadas al rellenarlas no hay que sacarles la masa sino el cuchillo marca el camino para los rellenos”.
La carta cuenta con más de 33 sabores de arepas, y todas con una historia. “Tengo “La soltera” que sustituyó a la viuda porque un niño no quiso que estuviese triste. También tengo Bárbara, en honor a la reina de belleza Bárbara Palacios” y así Andy Mostert ha hecho de la arepa un platillo moderno con sabor tradicional.
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Andy Mostert entregó cerca de dos mil comidas en medio de la pandemia.
Cortesía/ Eats Good 33