En estos momentos es difícil analizar el aspecto de juego para los Marlins en un futuro. Pero si hay algo que enseñó Fernández fue el amor por la pelota, la cual debe continuar, a pesar del golpe de su partida.
En estos momentos es difícil analizar el aspecto de juego para los Marlins en un futuro. Pero si hay algo que enseñó Fernández fue el amor por la pelota, la cual debe continuar, a pesar del golpe de su partida.
Cuando los Marlins dieron con Dontrelle Willis, una de las piezas fundamentales en la Serie Mundial alcanzada en el 2003, pensaron que tenían en sus manos al futuro de franquicia, aunque unos años más tarde fue canjeado a los Tigres. La decisión dejó a los fanáticos con el corazón roto luego de haberse enamorado de la intensidad con que este serpentinero jugaba a la pelota.
Fernández fue más allá. No sólo igualó el amor por la pelota que Willis, sino que por su condición de cubano, cautivó a esos aficionados que ya se habían dado por vencidos con el equipo que tantas veces había roto sus esperanzas.
Ante el trágico desenlace en la vida de José, los Marlins caen en un abismo, luego de una de sus mejores campañas en años.
Sin Fernández, una rotación ya tambaleante termina de derrumbarse. Y puede decirse que los Marlins no tienen a un abridor asegurado de cara a la próxima campaña.
Los Marlins siguen con un buen núcleo de jugadores a la ofensiva –Christian Yelich, Marcell Ozuna, J.T. Realmuto y Giancarlo Stanton—pero el cuerpo de abridores luce sin respuestas.
Si Miami quiere terminar lo que comenzó este año, en el cual está virtualmente eliminado, los Marlins deben tener un invierno ocupado pescando a algún salvador en la agencia libre. No hay otra opción, no tienen la calidad de prospectos para llevar a cabo un cambio importante.
Pero algo queda claro, los zapatos de Fernández no serán nada fácil de llenar, y eso, les pegará fuerte a los Marlins en un futuro cercano.