“Al llegar a FIU, en 1986, eran cuatro edificios. Era una universidad nueva, un experimento, y para mí también lo era. 33 años después estoy acá, por varios motivos”, explicó Gamarra, quien se remontó a su experiencia docente en los años 80, en medio de interesantes factores políticos.
“Llegué en medio de la guerra para combatir a los ‘Contras’ [grupos insurgentes en contra del Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua], cuando se moderaba un debate sobre si darles financiamiento o no. FIU siempre estuvo muy relacionada con el acontecer político. El debate centroamericano que se dio en los 80 se estaba dando en la universidad per se. Y es ese contexto también lo que me mantuvo acá, además de la enorme presencia del Centro de Estudios Latinoamericanos y del Caribe (LACC por sus siglas en inglés), fundado por Mark Rosenberg en 1979. Se convirtió en un centro de debate intelectual y de políticas públicas, quizás el único en Miami en ese momento que permitía tener un debate no cerrado ideológicamente”, rememoró el profesor, quien dirigió el LACC por 12 años.
Un espacio para reinventar la experiencia docente
Uno de los principales objetivos de FIU ha sido la innovación. Como afirma en la página de FIU el rector de la universidad, Mark B. Rosenberg, “estamos continuamente encontrando formas innovadoras de proporcionar una experiencia de alta calidad para nuestras panteras [mascota oficial, nacida en 1987]. Como puerta de entrada a las Américas, FIU sirve como un catalizador para el futuro de la educación superior”.
“FIU me permitió hacer cosas que jamás podría haber hecho en ninguna otra universidad, precisamente por su naturaleza, por ser un lugar nuevo, donde era posible inventarse cosas. Con Rosenberg nos inventamos en el año 94, por la Cumbre de las Américas, The summer of the Americas Center, y logramos financiamiento del Estado para desarrollar, dentro de LACC, un instituto de pensamiento sobre cómo integrar a las Américas”, detalló el profesor de origen boliviano, que dirige el programa Foro de Opinión Pública Latina, en FIU.
Según el U.S. News & World Report, la Florida es el mejor estado del país para la educación superior en cuanto a un reporte que mide los estados más educados, es decir, con mayor índice de graduados de centros de educación superior. FIU está clasificada como la segunda mejor universidad del estado por la Junta de Gobernadores de la Florida a partir del éxito de los estudiantes.
Esta institución, con sede central en el campus Modesto Maidique, otra en el campus de Biscayne Bay, además de otros espacios en el sur de la Florida y en Washington, defiende cinco valores: la verdad en la búsqueda del conocimiento, la libertad de pensamiento y expresión, el respeto a la diversidad y dignidad del individuo, la responsabilidad con el medio ambiente y la excelencia en los planos intelectual y personal. Con casi 54.000 estudiantes, se ubica entre las 10 universidades más grandes del país. Más de 200.000 personas se han graduado en este centro, de las cuales 115.000 residen y trabajan en el sur de la Florida.
FIU cuenta con más de 300 asociaciones académicas, sociedades de honor y profesionales, organizaciones culturales, además de tres museos: el Museo Judío de la Florida, el Museo de Arte Patricia & Phillip Frost y el Wolfsonian.
Asimismo, desde el 2013 la universidad posee el único laboratorio submarino del mundo, llamado Aquarius, ubicado a 60 pies de profundidad y a seis millas de las costas de Cayo Largo, un espacio de lujo para la investigación del hábitat marino.
El profesor Mike Heithaus, decano de la Facultad de Artes, Ciencias y Educación, indicó a DIARIO LAS AMÉRICAS que este laboratorio "es el único lugar del planeta donde los científicos marinos pueden vivir entre sus temas de investigación. Los estudiantes y profesores de FIU han realizado investigaciones sobre depredadores marinos y sus presas, arrecifes de coral, praderas submarinas, los impactos del cambio climático y la contaminación, entre otros temas".
De un aeródromo abandonado al comienzo de un sueño
FIU nació en 1965, cuando el senador de la Florida, Robert M. Haverfield, presentó el Proyecto de Ley del Senado 711, que instruyó a la Junta de Educación del estado y la Junta de Regentes (BOR) a desarrollar una universidad estatal en Miami.
Se construyó en al área que ocupaba un aeródromo abandonado, del que se conserva la torre de control, pues el presidente fundador, Chuck Perry, dijo que esta no debía ser destruida. La llamada Torre de marfil está en el centro del campus Modesto Maidique.
No fue hasta 1972 que se inauguró FIU, con 5.667 estudiantes, considerada la inscripción de apertura más grande en la historia universitaria de Estados Unidos. En esos años, el estudiante promedio tenía 25 años, trabajaba a tiempo completo y la mayoría se había graduado de lo que entonces era Miami-Dade Community College.
Una universidad diversa
Muchos inmigrantes llegan a Miami con el sueño de continuar sus estudios, pero se topan con un nuevo ritmo de vida y obstáculos económicos que suelen aplazar o en otros casos apagar por completo la esperanza de obtener un título universitario. Sin embargo, FIU ha sido históricamente una universidad para el trabajador inmigrante.
FIU, primera y única universidad pública de investigación de Miami, que ofrece títulos de licenciatura, maestría y doctorado, tiene representados en sus estudiantes unos 142 países. Como indican en su página “la diversidad está en nuestro ADN”.
En este sentido, el profesor Alejandro Alvarado, a cargo de la Maestría de Periodismo en Español, dijo a DIARIO LAS AMÉRICAS que FIU “es una universidad diversa por excelencia. Tenemos estudiantes de todas las nacionalidades y obviamente una presencia muy importante de latinoamericanos. Para FIU, que tiene una población de más de 50.000 estudiantes, más de la mitad son latinos. En la escuela de Periodismo el 70% son latinos. Pero también hay una presencia importante de estudiantes del Caribe, como Jamaica, Haití, de las islas más pequeñas e incluso de Surinam, Las Guyanas”.
Además, Alvarado, quien se unió a la universidad en 2008 como profesor adjunto, recordó que el programa que dirige es “la única maestría de Periodismo en el país que se enseña totalmente en español. Nuestro proyecto se fundó en 1994, así que el año próximo cumplimos 25 años. Hemos graduado a más de 350 estudiantes”.
Andrés Mejía, que recientemente se graduó de la carrera de Psicología, dijo a DIARIO LAS AMÉRICAS que “la mayor dificultad que tuve que enfrentar fue el idioma. Vine de Colombia ya siendo adulto y sabía cosas básicas en inglés pero no tanto para culminar una carrera. Otros de los grandes retos fue tener que trabajar a tiempo completo y al mismo tiempo cumplir como estudiante a tiempo completo también. Pero sabía que los más beneficiados eran precisamente mis estudiantes de actuación, en donde pongo en práctica día a día lo aprendido”.
“Debo agradecerle a FIU por haberme aportado los conocimientos necesarios para poder llamarme hoy psicólogo. Aplaudo la iniciativa de la universidad de incluir a todas las personas sin importar su raza o color de piel”, finalizó Mejía.
“Nuestro tipo de estudiante no es el que va a Harvard. Es un estudiante de clase trabajadora, migrante, que está extraordinariamente ocupado porque tiene que ganarse la vida para pagarse la universidad. En los 80, la mayoría de mis alumnos eran de origen cubano y era una población estudiantil mayor. Recuerdo que en la primera clase que di, los estudiantes preguntaron ‘¿y a qué hora llega el profesor?’, porque eran mayores que yo. Era una universidad con un estudiantado predominantemente cubano-americano, con una población anglo más alta que la de ahora, una población afroamericana un poco más baja que la actual. Éramos diversos, pero no tan diversos”, recordó el profesor Gamarra.
Actualmente, la comunidad predominante en el estudiantado es la hispana, con un 61%, seguida de blancos no hispanos (15%), de afroamericanos (13%) y otras.
Como resaltó Gamarra, ahora hay “diferentes olas de inmigrantes, como peruanos, centroamericanos, colombianos y venezolanos. Pero todos tienen ese mismo espíritu de haber salido de sus países no necesariamente porque querían, y encuentran en FIU la oportunidad de salir adelante”.