Por Alberto Tavares
@tavares011
Por Alberto Tavares
@tavares011
Residentes de los Cayos de Maratón y Big Pine aún no pueden asimilar lo que tienen ante sus ojos. Casas en ruinas, en las que solo queda una motocicleta estacionada, el fregadero de la cocina, o un adorno quebrado por la furia del huracán Irma.
En Big Pine y Maratón los destrozos fueron en mayor cuantía que en Key Largo, Tavernier e Isla Morada.
En Maratón nos consternaron las imágenes de las marinas arrasadas, estaciones de combustible con techos y bombas derribadas en el pavimento, veleros virados y arrastrados hacia el manglar, barcos sumergidos y hoteles que desaparecieron para siempre y de los que sólo quedan escombros para alimentar la nostalgia de quienes alguna vez se recrearon allí.
Muy lamentable fue lo que nos contó el dueño de un negocio, sobre la tragedia que ocurrió en un gimnasio de Maratón. Unas 5 o 6 personas buscaron refugio en dicha instalación, pensando que sería un lugar seguro para enfrentar la embestida de Irma, y perdieron la vida.
En Big Pine recorrimos vecindarios donde la furia del huracán puso al borde la tierra el tendido eléctrico con sus transformadores de alto voltaje. Esto era una constante en la mayoría de las calles.
En esta localidad, las casas que perdieron todo la estructura de sus fachadas y sus techos. Por la forma en que quedaron, al pasar se puede ver todo el interior de las viviendas. Muchos artículos dañados y otros intactos.
Los venados que habitan esa zona deben haberse refugiados a tiempo, nos dijeron algunos residentes. “Esos venaditos tiene el instinto para hacerlo”, nos dijeron.
Los presos de la cárcel localizada en Big Pine fueron trasladados, para garantizarles seguridad, teniendo en cuenta que la instalación no tendría capacidad para soportar un huracán como el que azotó.
El dueño de un taller de embarcaciones y sus hijos nos comentaban todo lo que perdieron por el azote del huracán. Sus casas, un gran número de herramientas y equipos del negocio. Allí el mar penetró aunos 4 o 5 pies de altura. Según el testimonio de estos sobrevivientes, en los años que llevan viviendo en los Cayos, jamás han visto nada igual.
Fuimos testigo de cómo los bomberos del condado Monroe apagaban un incendio en una vivienda. La causa del fuego, según nos dijo uno de ellos, fue una grave situación de electricidad.
La comunidad de casas móviles, Sunshine Key, en la que vivían cientos de hispanos, quedó aniquilada. Desde la US-1 se podían observar los hogares rodantes volcados como juguetes en el piso.
A lo largo de esta carretera, a los costados de la vía, se observan montañas de algas salidas del fondo del océano por la fuerza del oleaje que las arrastró hasta ahí.
Un mexicano que vive hace 3 años con sus hijos en la zona de los Cayos, lloraba y nos decía: “Mira como ha quedado mi vecindario, donde mis hijos se han criado y han estudiado, siento mucho dolor, no sé cuánto durará la restauración y poder ver nuevamente todo como era”.
Cada minuto y hora qué pasa siguen arribando a Los Cayos más agentes de las diferentes agencias del orden. Han establecido diferentes puntos de operaciones en varios lugares. Las reservaciones en los pocos hoteles que pueden abrir están destinadas para ellos.
El fluido eléctrico se recupera a paso lento y comienzan a reinstalarlo en algunas zonas. No existe, hasta este momento, comunicaciones a través de los teléfonos celulares en Maratón ni Big Pine.
Este jueves llegaremos a Cayo Hueso, otro de los sitios considerado de mayor desastre. Con esas vivencias volveremos en nuestra próxima edición.