Conjeturando, visualizando un plan alternativo en todo, me pregunto: ¿existirán todavía posibilidades de tener un tráfico más viable en Miami-Dade?
Conjeturando, visualizando un plan alternativo en todo, me pregunto: ¿existirán todavía posibilidades de tener un tráfico más viable en Miami-Dade?
No se cosa de construir más carreteras ni otras infraestructuras. Mi interrogación parte de las tantas veces que colapsa la gran ciudad por percances quizás menores y evitables. Ejemplos hay para contar largo y tendido.
Uno de ellos son las labores de mantenimiento vial o bacheo en un día laboral cualquiera, lo cual acarrea problemas por el área de protección que deben demarcar los trabajadores, quitándole espacios a las sendas. Si no urgen esas tareas, ¿por qué no realizarlas un fin de semana, ante un tráfico más llevadero?
Otra muestra es el emplazamiento de patrulleros al borde de autopistas. Nadie sabe ciertamente cuál es el objetivo, porque lo que logran en definitiva es apelotonar carros en colas de varias millas. Los policías sólo observan, tal si fueran vaqueros en una talanquera viendo pasar una larga caballada, despaciosa y dócil. Pero en cuanto los autos salen de la vista de los guardias, se van desprendiendo de la manada como caballos cimarrones a todo galope.
Entonces, ¿vale la pena semejante vigilancia, por muy preventiva que pudiera ser?
También se cuentan los cruces de larguísimos y calmudos trenes de carga por entre rutas, algunas de ellas merecedoras de ser expeditas por comunicarse con el Aeropuerto Internacional de Miami. No hay momento fijo para el paso de esos convoyes de siete leguas que van paralizando distintas zonas del Condado. Son minutos de espera a diario. Son horas de calmosa improductividad al año.
El ferrocarril es un medio por excelencia para propiciar un tráfico vehicular más sensato. Buena parte de Estados Unidos en eso se ha quedado atrás. Casi toda Europa y países desarrolladas de Asia nos llevan amplia ventaja, con trenes de pasajeros, algunos de ellos capaces de alcanzar ¡600 kilómetros por hora!
Hace más de un siglo, Henry Flagler pudo construir una línea férrea sobre pilotes hasta Key West, a pesar de tempestades y dolencias de muchos obreros. Resulta paradójico que ahora parezca imposible extender un ramal del Metro Mover rumbo a Homestead o llevar un tren desde el centro de la gran ciudad a Miami Beach.
Lo mismo ocurre con el empleo de tecnologías ya probadas en otras urbes del mundo para lograr una circulación más llevadera. ¿En dónde estamos con la instalación y coordinación de semáforos inteligentes?
Otra contrariedad que entorpece el tránsito citadino es la trabazón de carros alrededor de las escuelas, mañana y tarde. ¿Por qué no disponer más puntos en cada plantel para dejar o recoger alumnos?
Hasta tanto, cientos de autos implicados en tales deberes seguirán condenados a marchar diariamente en fila india y a paso de tortuga, obstruyendo calles completas.
Ojalá los escolares de mayor edad sepan cuán involucrados están en este embrollo. Es demasiada la pachorra de algunos al bajarse del vehículo que los lleva al colegio -como si entraran a un calabozo-, y sus exigencias por costumbre de ser dejados en la misma entrada, uno tras otro, con idéntica lentitud.
A propósito, dentro de tres años cualquier ciudad floridana pudiera tener más líos con el tráfico. Bajo el proyecto de Ley 733, firmado en mayo pasado por el gobernador, Ron De Santis, los centros públicos de enseñanza elemental y media empezarán a las 8:00 de la mañana y los de nivel secundario a las 8:30 a.m.
Con este cambio, seguramente el revoltijo de carros se iniciará como siempre, pero se extenderá una hora y media más, repercutiendo en el transcurso del día.
¿Y qué decir cuando en dos años esté terminado el Freedom Park en 23 hectáreas adyacentes a instalaciones de la terminal aérea?
Nadie sabe aún las consecuencias viales que causará el mayor parque público de la ciudad de Miami. El complejo incluirá el estadio de fútbol del Inter Miami CF para 25.000 espectadores, un hotel de 750 habitaciones, espacios comerciales y oficinas.
Un estudio preliminar fue rechazado en abril del 2022, cuando la alcaldesa condal, Daniella Levine Cava, solicitó a los inversionistas un análisis más detallado y abarcador.
Estamos abocados a retos inmediatos, sin saber cómo resolver del todo sus alcances. Las realidades que ya afrontamos están afectando incluso al turismo, ramo del cual hasta ahora hemos vivido.
El transporte de vacacionistas y envío de suministros hacia el puerto de cruceros se han convertido en faenas muy engorrosas. Tanto abundan los tranques y otros escollos por el camino, que desplazarse desde cualquier punto de la urbe hacia las terminales marítimas y viceversa, toma a veces unas tres horas bastante latosas.
¿Existirán todavía posibilidades de tener un tráfico más viable en Miami-Dade? Tiene que haberlas. Han de existir sesudos para estudiarlas y proponérselas a nuestros políticos, seguramente también respaldados por especialistas en vialidad e instancias coordinadas.
Pero no hay que confiar en toda esa logística. A diario nos topamos con “soluciones” que no funcionan bien, porque fueron mal previstas.