miércoles 11  de  septiembre 2024
Florida

Miami-Dade: Si de inteligencia se trata

La Junta Escolar de Miami-Dade no está enfrentando las situaciones que afectan a estudiantes con la misma garra, que cuando solicitan fondos para sus miembros
Diario las Américas | FRANK DÍAZ DONIKIÁN
Por FRANK DÍAZ DONIKIÁN

Cuenta mi supervisora que su nieto ya está en cuarto grado. Tiene 10 años, pero lleva un curso de retraso, porque no ha sido muy ducho con las letras.

Sigue sin gustarle la escuela. Él le dice que varios niños se burlan, lo empujan camino a clases, y son los más populares. Tampoco soporta estar en el aula sintiéndose pegajoso del sudor luego de un turno de Educación Física, ni el montón de tareas orientado por cada maestro.

De éstas y otras realidades se quejan muchos familiares. Es masiva la inconformidad por la cantidad de deberes exigidos a los muchachos. Se aduce falta de tiempo y la imperiosa necesidad de los críos al retozo.

Asimismo, discrepan de un horario de estudios que termina precisamente en las primeras horas de la tarde. Era una medida lógica hace un siglo, ya que después del colegio todo infante debía ayudar a sus progenitores en el taller, el campo o la casa. Ahora es una inconveniencia.

Al parecer, las autoridades encargadas de la Junta Escolar no están enfrentando estas situaciones con la misma garra, que cuando mueven cielo y tierra solicitando más fondos a favor de sus miembros.

La madre del pequeño de inicios ya decidió a propio riesgo que él no haga tareas en casa. Plantea que el ambiente hogareño no puede ser una constante e infructuosa batalla campal. Ha preferido que juegue con el hijo de unos paisanos, con quien se siente muy a gusto.

Definitivamente, es un chico listo. Su abuela se angustia al verlo a veces abstraído, trazando con ambas manos líneas y formas inescrutables. Pero también se sorprende cuando él se desvive por ayudarla a poner la mesa o inventa juegos para divertirse juntos en el patio, porque sabe que es bueno para la gente pasar tiempo al aire libre.

Hace poco el muchachito pasó ante el televisor cuando se estaban dando las noticias, y de repente expresó: “Si en la iglesia me hablan que es pecado resolver los problemas con violencia, ¿por qué hay dos países en guerra?”.

Hay criaturas venidas al mundo con dones todavía inexplorados. Ese es otro conflicto que tiene la academia: no cuenta con suficiente tiempo, metodología y paciencia para tratar estos casos con detenimiento. Su misión es propiciar una formación media que vaya capacitando a la gente a ser obreros en un mundo más conexo y ajeno.

Por eso, no siempre se notan y anotan buenamente ciertas virtudes en los expedientes escolares. Acaso, ¿qué puntaje otorgarle a la inteligencia afectiva? ¿Vale algo la empatía, ser solidario con el prójimo y tener sangre innata para hacer buenas migas?

Cuenta mi supervisora que su chamaquito sigue yendo cabizbajo a la escuela. Es como si ingresara a un penal, donde hay quienes abusan y nadie pone coto. El otro día salió del colegio con el sonrojo de la rabia en las mejillas, y le confesó con voz entrecortada: “Estoy cansado”.

Sólo se le ilumina el rostro cuando ve a su amigo mexicano. Entonces, se abalanza hacia él, lo abraza, lo zarandea por los hombros y le dice, como si las palabras entrasen por los ojos: “You’re my bro!”.

Frank Díaz Donikián

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