lunes 17  de  febrero 2025
OPINIÓN

Miami y la Visa H-1B

Desafortunadamente, se ha utilizado la política del miedo, la xenofobia y nacionalismo distorsionado para socavar el apoyo público para el programa de visas H-1B

SENADOR RENÉ GARCÍA

La ciudad de Miami se ha construido sobre la diversidad de su gente. El siglo XX trajo a Miami algunos de los mejores y más brillantes, en particular de América Latina y el Caribe que harían avanzar la comunidad y el país por generaciones. Mientras que el turismo y la cultura son las características de más alto perfil de la ciudad, ese mismo dinamismo cultural también ha estimulado uno de los entornos emergentes en tecnología más dinámicos fuera de Silicon Valley.  

Hemos llegado tan rápidamente precisamente porque hemos patrocinado nuestra diversidad. Sería un error trágico para esta ciudad, este estado y este país abandonar la apertura y la oportunidad que hizo América grande durante los siglos XIX y XX. Para evitar que esto suceda, tenemos que ampliar y fortalecer el programa de visas H-1B. 

Como muchas otras ciudades en todo el país, Miami sufre de una brecha entre el creciente número de trabajos que requieren conocimientos altamente especializados y el número decreciente de trabajadores capacitados para hacerlo. Mientras que absolutamente necesitamos invertir en Educación de los estadounidenses en áreas como matemáticas, ciencias e ingeniería para proporcionar las herramientas para construir un futuro más brillante, el programa de visas H-1B ofrece una solución a las necesidades inmediatas de mano de obra de alto nivel que tiene Miami.  

Desafortunadamente, el Congreso estableció un límite arbitrario de 85,000 visas en 1990 – años antes de que comenzara la revolución de la tecnología de información y el Internet cambiara la manera en que hacemos negocios. En los últimos años, tantas personas aplicaron para estas visas que el Gobierno Federal dejó de aceptar solicitudes sólo días después de la facilitación de los formularios. Estos aspirantes a americanos –muchos de los cuales asistieron y se graduaron en escuelas americanas– participarán en una lotería donde apenas un 20 por ciento recibe una visa. 

Tan cliché como puede sonar, nuestro sistema actual de inmigración basado en el empleo está quebrado, pero no por razones que uno puede esperar de inmediato. La carencia de visa H-1B, combinada con la falta de solicitantes de empleo capacitados en los campos STEM (acrónimo en inglés de "Science", "Technology", "Engineering" y "Mathematics" que sirve para designar las disciplinas académicas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), no cubre las necesidades de una economía innovadora y dinámica para el nuevo milenio. Una encuesta de 2012, por ejemplo, encontró que entre cuatro compañías – Intel, IBM, Microsoft y Oracle – tenían 10,000 empleos que no podían llenar, perjudicando la capacidad de estas empresas para crecer, expandirse y competir. 

 Otro estudio reciente realizado por el American Enterprise Institute y la Alianza para una Nueva Economía Estadounidense (Partnership for a New American Economy) demostró que los inmigrantes legales con grados de estudios avanzados contribuyen cada año una cantidad considerable de impuestos a los gobiernos locales y estatales. 

Desafortunadamente, se ha utilizado la política del miedo, la xenofobia y nacionalismo distorsionado para socavar el apoyo público para el programa de visas H-1B. Los opositores del programa plantean la posición que los inmigrantes traen mano de obra barata a los Estados Unidos y roban oportunidades a trabajadores estadounidenses, pero innumerables estudios académicos independientes han demostrado todo lo contrario.  

Un estudio de American Competitiveness Alliance realizado por Matthew Slaughter – Decano de Tuck School of Business at Dartmouth – encontró que cuesta tanto o más trabajo contratar a un trabajador extranjero para un trabajo STEM que para encontrar a un estadounidense. Ello obedece en gran medida a que los trabajadores extranjeros cuentan con un elevado costo de patrocinio, reubicación y costos legales que no aplican a ciudadanos estadounidenses. Por estas razones, nuestras empresas sólo acuden a los trabajadores nacidos en el extranjero cuando no pueden llenar la posición a nivel interno.   

En el transcurso del siglo XX, Miami se ha convertido en un punto de acceso creativo en todos los sentidos de la palabra. Pero el crecimiento tecnológico y empresarial de esta ciudad, y otros lugares similares, está amenazado por una política de inmigración anticuada que no distingue adecuadamente entre alta y baja calificación laboral.    Miami tiene y debe continuar sirviendo como un ejemplo del impacto positivo que los inmigrantes legales, altamente capacitados pueden tener en las empresas y las comunidades locales de la Florida. Para lograr esto, necesitamos oponer resistencia al falso populismo y abrazar nuestra diversidad mediante el apoyo a una extensión del programa de visas H-1B. 

Senador Estatal René García (R) Distrito 38  

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