“Tras revisar un reporte de Major Cities Chiefs Association, MCCA, (Asociación de Jefes de Policías de las Ciudades más grandes del país y Canadá) en casi todas las ciudades grandes se han intensificado los actos violentos. Y, paradójicamente, los robos a mano armada han disminuido”, indicó Ramírez.
En Miami-Dade el pasado año, “los asaltos y los homicidios escalaron en comparación con 2019 y en lo que va de año la tendencia continúa. En este mes y medio que llevamos en 2021 ya se han registrado 25 asesinatos. Por esta fecha el año pasado, teníamos 13. O sea, se han duplicado”.
Algo que llama la atención al jefe de Policía es la presencia de armas de fuego en los delitos. “Estamos viendo muchos delitos con armas de fuego, especialmente en las áreas más deprimidas de esta comunidad”, señaló.
“Es bueno aclarar que los números (de tiroteos) registrados aquí no son comparables a otros lugares con igual población, donde se producen 400 o 500 homicidios anuales. Aunque una sola muerte nos tiene que preocupar, realmente la violencia en Miami-Dade no tiene el alcance que vemos en otros condados de similar importancia”, subrayó.
Coronavirus, pandillas y redes sociales
La pandemia ha trastocado la vida social y familiar y ha disparado los niveles de frustración. Según el reporte de State of Mental Health in America, (Estado de Salud Mental de EEUU), “desde la llegada de la pandemia, el número de personas que ha buscado ayuda por ansiedad y depresión se ha incrementado en un 93% y un 62% respectivamente”.
El estudio señala que más de 178.000 personas han reportado intenciones suicidas. Los jóvenes son quienes más sufren. “Los padecimientos de depresión, ansiedad e intenciones suicidas se concentran en el grupo de edades de 11 a 17 años”, expuso el reporte.
Estas estadísticas son un paréntesis necesario para entender lo que a continuación explica Ramírez: “La mayor cantidad de casos de violencia que vemos en las calles tiene fundamentalmente dos orígenes: el tráfico de drogas y las redes sociales”.
“Estamos viendo un nuevo tipo de pandilla que no opera como las tradicionales. Son grupos informales que pueden llevar el nombre de la calle donde se reúnen. No están bien estructurados y los jóvenes que lo integran se pasan con facilidad de uno a otro”, añadió.
En la actualidad, para entender la violencia tenemos que salir del contexto de los barrios físicos e imaginar cómo se relacionan los jóvenes en las redes sociales, donde se interactúa a tiempo real.
“Lo que nos está golpeando más son los problemas que se originan en las redes sociales y se resuelven en las calles. Si alguno de estos jóvenes vinculado a una pandilla se toma una foto con la persona equivocada, o si vende droga fuera de su área, es pretexto suficiente para que sea víctima de violencia”, argumentó Ramírez.
Más violentos
Estos jóvenes están instalados en la cultura de la confrontación. Con el agravante de que todos los problemas los resuelven con las armas. “Ya no existen las peleas a piñazos o las discusiones. Si alguien sufre bullying (acoso) en las redes sociales o es víctima de alguna calumnia, para limpiar su honor cogerá una pistola e irá a buscar a la persona que le ha desacreditado en las redes. Las diferencias que surgen en las redes sociales se zanjan en las calles reales”, declaró el jefe de Policía.
Por otra parte, estas pandillas son extremadamente antisociales, “pueden disparar en pleno día, sin importarles la presencia de personas y testigos. Si están buscando a alguien y esa persona está en un grupo, se acercarán en un carro y dispararán indiscriminadamente”.
Un ejemplo así lo vimos hace apenas unos días, cuando los noticieros mostraron cómo un BMW era acribillado a las 5 de la tarde, en la hora de más congestión de tráfico, en la localidad de Naranja, en el sur del condado. Los ocupantes de un SUV, con mucha sangre fría, abrieron fuego contra el vehículo que esperaba la luz verde, rodeado de otros vehículos. En esta refriega, hirieron a dos jóvenes de 16 y 17 años, quienes afortunadamente no perderán la vida.
El COVID-19, además de causar frustración entre los jóvenes, ha influido en el aumento de la violencia doméstica. “Hay muchas personas conviviendo que perdieron su trabajo, esta situación crea el entorno perfecto para que surjan los casos de violencia en el hogar. Este mismo fin de semana tuvimos un asesinato a una mujer con suicidio”, apuntó.
Armas ilegales
Otro aspecto que agudiza la violencia es la cantidad de armas ilegales en las calles. “En los tiroteos se dispara un promedio de 40 o 50 balas. Estamos viendo fusiles de asalto AK-47. Estas son las armas a las que mis oficiales se están enfrentando todos los días”, amplió.
Labor policial
Neutralizar este repunte de la violencia no es una tarea fácil. Se requiere un gran trabajo que trasciende el ámbito policial. No obstante, Ramírez confiesa que han desarrollado diferentes estrategias: “Tenemos una Violence Task Force, Fuerza de Tarea especializada en Violencia, y nos apoyamos en el trabajo de los detectives”.
Muchas veces, la policía sabe quiénes son las personas que están detrás de la agudización de los actos delictivos en las diferentes áreas. “El problema es que para enjuiciarlos debemos tener casos”, pruebas suficientes, indicó.
“Estos grupos operan con vehículos robados y armas que no están registradas, con la cara tapada, disparan y abandonan la escena. En 20 segundos ametrallan 30 o 40 proyectiles. Dejan tras la acción dos cuerpos en la calle y se largan. Todo esto sucede a plena luz del día”, insistió.
Omertá: nadie habla
Así murió, el pasado 17 de enero, la pequeña Chassidy Sauders, quien con solo seis años fue alcanzada por una bala cuando salía de un cumpleaños. La pequeña fue víctima de un tiroteo en el que se dispararon más de 20 proyectiles.
“Cuando llegan los detectives a investigar, la gente tiene miedo. Si tenemos a un sospechoso es muy difícil sostener los casos en la fiscalía. No tenemos testigos. Nadie habla, aunque los hechos ocurran delante de muchas personas”, señaló.
Es por ello que fuerzas del orden trabajan con líderes de comunidades, los pastores religiosos y los comisionados. “Hacemos campañas constantemente, repartimos folletos y subimos a las redes videos con los casos en los que trabajamos. En ellos, los detectives muestran la labor de la policía y la importancia de colaborar con nosotros”, mencionó.
Precisamente, la semana pasada estuvimos en Liberty City con la alcaldesa Daniella Levine Cava y nos reunimos con representantes de la comunidad para conocer sus inquietudes.
“Considero que tenemos muy buena relación con los residentes de los diferentes barrios. El problema es que quienes delinquen no actúan por las reglas de convivencia. No les importa nada”, expuso Ramírez.
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Fredy Ramírez, jefe del Departamento de Policía de Miami-Dade
Departamento de Policía de Miami-Dade
Miami Beach
Por su parte, el comisionado de Miami Beach Ricky Arriola sostuvo que las estadísticas del Departamento de Policía municipal reflejan que la violencia ha descendido. No obstante, señaló que la violencia al nivel que hemos visto recientemente, con disparos, puñaladas y persecuciones de autos subiéndose por las aceras, es preocupante e inaceptable”.
El político señaló que “ahora todos estamos muy pendientes de las redes sociales. Cuando algo sucede, se hace más visible o notorio. El público está más atento a su entorno. Si los hechos de los últimos días hubieran ocurrido hace 10 o 20 años, incluso en un mayor grado de violencia, no lo hubiéramos sabido”.
Por otra parte, Arriola consideró que estamos viviendo en una sociedad donde cada vez es más común resolver las diferencias a través de la violencia. “Los disparos, las puñaladas, y las peleas son una epidemia nacional”, apuntó.
Muchas personas van a Miami Beach a cometer delitos. “En el 95% de los actos delictivos violentos que se cometen en la ciudad, los autores no son residentes y, en muchos casos, ni siquiera viven en Florida”.
El sistema judicial
“Los disparos con fusil que sucedieron (en Miami Beach) hace dos semanas los causó un hombre que era buscado por intento de asesinato en Nueva York. ¿Por qué ese hombre estaba fuera de la cárcel?”, se preguntó el comisionado. “Lo que quiero decir es que muchos de los que están cometiendo delitos han salido de las cárceles o están en libertad condicional. Lo que nos lleva a otro tema: ¿cómo está el sistema de justicia del país? ¿Por qué se les permite a los delincuentes violentos continuar actuando en la sociedad?”
Arriola y Ramirez coinciden, este último señaló que, debido al COVID-19, se está tratando de controlar la población carcelaria. Muchas personas que cometen delitos menores en dos días están en la calle.
“Para frenar el repunte de la violencia es clave colaborar con la policía. Si alguien sabe algo que lo diga, quienes callan pueden ser las próximas víctimas”, concluyó.
Abarcar un problema complejo y con tantas aristas en tan poco espacio es misión imposible. Por ello, continuaremos este reportaje sobre la violencia, desde otras perspectivas, en próximos trabajos.
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