“Formábamos parte de un exilio que pensaba en regresar a la isla y que quería estar más cerca de Cuba, a través de los libros”, resaltó.
Salvat, que creció en una pequeña tienda de víveres en Cuba, ayudando a su padre “a despachar arroz, frijoles y azúcar”, en su natal Sagua la Grande, fue dirigente estudiantil, luchador contra la dictadura de Fidel Castro y, finalmente, un exiliado político que encontró refugio en el sur de la Florida.
“Mis primeros seis años de exilio fueron prácticamente dedicados a apoyar la lucha contra Castro. Luego pensé que podía hacer más si trataba de mantener viva la cultura y la historia de Cuba, que el régimen cubano ya comenzaba a negar en la isla, y me propuse promocionar libros, publicarlos y venderlos”, rememoró Salvat, que entonces, con 25 años y pocos dólares en el bolsillo, produjo un pequeño catálogo de libros, que repartía mayormente entre los amigos.
Poco a poco
Las probabilidades de venta aumentaron, rememora, “hasta que decidí abrir un pequeño local en la calle 8 y la avenida 24”.
Dos años después, Salvat publicó el primer libro bajo su sello Ediciones Universal. Sorpresivamente no fue un tema cubano, sino el documento papal Populorum Progressio (o El desarrollo de los pueblos), que en aquel tiempo era muy solicitado, en el que el papa Pablo VI denunciaba la peligrosa brecha entre países pobres y ricos.
“La segunda publicación fue Poesía en éxodo”, recordó el editor. Una recopilación que la bibliotecaria Ana Rosa Núñez tuvo a bien reunir, para mostrar la creatividad poética cubana que se realizaba entonces fuera de la isla.
“Existían muy pocos libros en español y muchos deseos de leer en español”, y de aquellos primeros en publicar con éxito recordó la novela El cielo será nuestro, de Manuel Cobo Sausa, en la que el autor, entre ficción y hechos reales, abordó sucesos del nuevo avatar de la vida en la isla y la lucha contra la dictadura.
Y así, sucesivamente, se sumaron títulos de autores cubanos, mayormente exiliados o censurados en la isla, como Lydia Cabrera, Guillermo Cabrera Infante y Reynaldo Arenas, entre otros.
“El mundo alucinante, de Arenas, fue el gran descubrimiento de la literatura cubana que se realizaba entonces en la isla y que a su vez era censurada”, acentuó Salvat, quien unos años después, en 1975, estableció su librería en la emblemática esquina de la calle 8 y la avenida 31, donde amplió el inventario de libros con textos para estudiantes, literatura, cultura y análisis internacional, y acumuló 1.600 títulos publicados por su firma.
Mariel
Salvat destacó que el éxodo de Mariel, en 1980, que trajo a Miami el influjo de más de 125.000 cubanos en seis meses, “significó un resurgimiento cultural muy grande, tanto de lectores como de autores, y eso fue muy bien reflejado en la librería”, adonde empezó a acudir un público deseoso de leer lo que no pudo leer en Cuba y otro que se aprestaba a publicar lo que no le permitieron publicar en la isla.
De ese influjo literario resaltaron los textos de Arenas, Carlos Victoria, José Abreu Felippe y Luis de la Paz, entre otros.
Entretanto, Ediciones Universal destacó hasta convertirse en punto de encuentro de autores y lectores, y por su dedicación a la temática y la literatura cubana, que le valió a Salvat el apelativo de ‘editor del exilio’.
“Había autores conocidos, como Enrique Ross, que ya sabíamos cómo sus libros serían recibidos por los lectores. También había autores desconocidos, de los que no teníamos la menor idea, y otros menos populares, a los que también les dimos espacio”, rememoró.
Entre uno y otro, sumando escritores iberoamericanos y de otros orígenes, Salvat explicó que “si se trataba de uno muy conocido, muchas veces corríamos con el gasto de impresión”, pero si se trataba de otro, el autor tenía que aportar al menos una parte de la publicación.
“En el caso de los autores menos conocidos, la venta nunca fue grande y muy pocas veces pudimos recompensarles con un porcentaje de la venta”, aseguró.
Marta y la familia
Ediciones Universal evolucionó y con ella Marta, la esposa de Salvat, parte esencial del éxito de su esposo, que comenzó contabilizando las ventas y los gastos en libros y confeccionando las facturas en máquinas de escribir, para luego vencer la prueba de fuego de la comunicación con el télex y el fax hasta adoptar, como ella misma dijo, a regañadientes, la computadora.
“Siempre fue un negocio familiar. Por allí pasamos todos, desde los padres de Salvat hasta nuestros hijos, colocando libros, cajas, despachando el correo y leyendo mucho”, recordó la señora Salvat, quien admitió que le cuesta mucho trabajo transitar por la esquina que fue casa y hogar de una librería que marcó un antes y un después en Miami, y hoy acoge a una tienda de losas y azulejos.
La era digital
Al igual que la prensa escrita, el libro también fue afectado por la revolución digital, que ha hecho mermar sustancialmente el consumo de los textos impresos en papel.
A esto Salvat suma la pérdida natural de un número significativo de lectores y el interés de los “nuevos” jóvenes por atender más las plataformas digitales y tal vez querer leer en inglés. Razones suficientes que hicieron decrecer las ventas de sus libros y que además conllevaron al cierre de la librería Ediciones Universal y muchas otras.
Salvat comentó en aquel momento, hoy hace cinco años, que “no se puede competir con el mundo digital”, a lo que más tarde añadió que la era digital “llegó en un momento que yo no estaba preparado para asumir el reto”.
Y resumió, hoy con 78 años: “Si eso hubiera sucedido durante mi juventud, lo hubiera enfrentado de otra manera, pero ahora me siento muy bien con lo que hago. Continúo editando y publicando desde casa”.
En lo que va de 2018, Salvat aseguró que ha publicado 20 títulos, entre los que destaca Cien barcos en la historia de Cuba, de Emilio Cueto, que “es un libro magnífico de 500 y pico de páginas”, en el que el autor recoge hitos de la historia de la isla que fueron marcados por la presencia de embarcaciones.
También guarda en un almacén un numeroso inventario de libros que publicó durante años más fructíferos, que refleja en el catálogo Ediciones.com en internet y que reparte por el correo tradicional, además de otros distribuidores, como Amazon o Barnes & Noble.
“Eso no significa que vendamos mucho. Vendemos muy pocos libros”, replicó. Faltaría el salto al digital, al libro e-Book, que se vende hoy mucho más.