MIAMI.-JESÚS HERNÁNDEZ
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@hesushdez
Quienes esperaron llegar a la edad dorada para descansar no sabían que tendrían que lidiar con el mal de las necesidades
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La cifra es escalofriante para una ciudad del llamado primer mundo: el 24.5% de los hispanos de la tercera edad en Miami-Dade viven prácticamente en la pobreza. Es una realidad que quita el sueño a quienes tienen que lidiar diariamente con el costo de la vida y pone los pelos de punta a los que sueñan con jubilarse cuando cumplan la edad requerida.
Según la organización Miami Matters, que valora los índices del nivel de vida, la salud y otros pormenores de la población en nuestra zona, casi un cuarto de la población hispana que sobrepasa los 65 años de vida, cerca de 50,000 personas, vive, o trata de sobrevivir, por debajo del índice de 11,500 dólares al año estipulado por el Gobierno federal.
“Los mayores de edad, que viven por debajo del nivel de pobreza, conforman un grupo muy vulnerable, dadas las limitaciones físicas, las necesidades médicas y el aislamiento social de que son objetos”, manifestó el comunicado emitido por el grupo independiente, que cuenta con el apoyo de The Health Council of South Florida y un impresionante equipo de analistas que estudia los características del nivel de vida de la sociedad que conformamos.
“Quienes arriban a la tercera edad viven prácticamente sujetos a las entradas económicas que provienen de la jubilación, los planes especiales de retiro o la ayuda suplementaria de la seguridad social”, subrayó el informe.
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Realidades
De cualquier manera, este informe no es capaz de reflejar las penurias económicas que cada uno de esos 50,000 seres humanos afronta a diario.
Por ejemplo, Gloria trabajó 20 años como secretaria en un consultorio médico y se jubiló tan pronto cumplió los esperados 65 años de edad. “Podría haberme jubilado a los 62 pero preferí trabajar tres años más para recibir los 150 dólares adicionales al mes que la Seguridad Social me prometió”, declaró a DIARIO LAS AMÉRICAS.
Un año después, Gloria enviudó y no pudo continuar pagando la hipoteca del apartamento que compró con su esposo. Hoy forma parte de las estadísticas de pobreza porque percibe menos de 11,500 dólares al año.
“Recibiría 954 dólares al mes pero descuentan 104 para costear el seguro de salud Medicare. Por eso recibo 850 dólares. De ahí pago la renta del apartamentito, que son 650 dólares al mes, y me quedo con 200 para comer y pagar otras cosas. Por suerte, logré que me dieran 120 dólares de ayuda suplementaria con Food Stamps. Ahora, al menos, puedo almorzar y cenar algo ligero”, explicó.
Gloria tiene 67 años, no tiene familia en Miami y necesita prestar atención a su salud.
El médico le indicó comer pescado y verduras para combatir el colesterol y bajar la tensión arterial, pero Gloria, que apenas recibe dinero para sobrevivir, consume carne de res, arroz y frijoles porque es más económico.
“Compro una bola de res de10 libras por 28 dólares, un saco de arroz de 20 libras por 9, un par de bolsas de frijoles, dos cajas de huevos, un galón de aceite y tomates. Con eso vivo prácticamente el mes”, describió.
¿Medicamentos? “Si son recetados, la clínica me da medicinas genéricas sin que yo tenga que pagar. Gracias a eso puedo controlar el corazón”, comentó.
Asistencia
A Mario le ha ido mejor, aunque su nombre también figura entre los mayores pobres. Llegó a Miami, procedente de España, con 68 años de edad y obtuvo ayuda suplementaria sin haber trabajado en Estados Unidos.
“Recibo 733 dólares y 70 de Food Stamps”, señaló.
No obstante, Mario pidió más ayuda y la logró.
“Participé en una lotería para apartamentos de bajos recursos y tuve la suerte de ganar uno. Yo pago 163 dólares al mes y el condado Miami-Dade paga el resto”, explicó.
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Para comer, Mario usualmente acude a uno de los 24 comedores para la tercera edad subvencionados por el Condado. También recibe un crédito de Florida Power & Light por de 300 dólares al año para pagar la factura de la electricidad y los servicios de sanidad Medicare y Medicaid que le garantizan los medicamentos en la clínica.
Sin embargo, María, 66 años, una señora que no ha logrado normalizar su estatus inmigratorio, depende de la ayuda de un matrimonio amigo. No tiene papeles ni derecho a recibir ayudas. Ella también forma parte del 24.5% de los hispanos en Miami-Dade que viven prácticamente en la pobreza.
Duerme y prácticamente vive en casa de José y Mariela pero temprano en la mañana se va a limpiar casas para ganar algún dinero. “Con eso compro mi comida, ayudo a mis amigos y mis nietos en Guatemala”, relató.
De hecho, muchos aseguran que la posibilidad de mejorar el índice de los necesitados de la tercera edad es mínima, si no nula, a no ser que la administración de fondos públicos, el desarrollo de la economía y la legislación de procederes conlleven los problemas por otro camino.